No al desperdicio

¿Sabías que la biotecnología puede colaborar a reducir el desperdicio de alimentos? Te contamos dos ejemplos: la manzana y la papa transgénicas que se oxidan más lento. 

El pardeamiento u oxidación es un proceso natural en ciertos frutos y verduras. Ocurre cuando los tejidos internos se exponen al oxígeno, por heridas o cortes. Si bien no afecta a la salud, el pardeamiento es un problema para los productores de frutas y hortalizas, ya que los cambios en el aspecto reducen el valor comercial de lo producido.

Adicionalmente, el pardeamiento suele implicar mayor descarte para la industria y el consumidor al momento de procesar y almacenar esos alimentos. 

¿Qué se hizo entonces? Con técnicas de ingeniería genética se desarrollaron manzanas y papas que no se oxidan. 

¿Dónde? Por el momento, estos cultivos transgénicos han sido aprobados y se comercializan en Estados Unidos y Canadá. 

La manzana que se oxida más lento fue aprobada en 2015 en Estados Unidos. Fue genéticamente modificada para ser resistente a la oxidación a través del silenciamiento de la enzima responsable del proceso, una polifenol oxidasa (PPO), usando la técnica de ARN de interferencia. Esta técnica consiste en apagar o silenciar genes introduciendo secuencias de ADN similares a los genes propios que anulan la expresión de esos genes. Al reducir la producción de PPO, se retrasa el pardeamiento que se desencadena, en las manzanas convencionales, al morderlas, cortarlas o machucarlas.

El hecho de que las manzanas no se pongan marrones (oxiden) en corto tiempo, es una forma de asegurar que se preservan nutrientes como la vitamina C, compuestos fenólicos y antioxidantes que normalmente se degradan en el proceso de amarronamiento (o browning). Este factor, sumado a que las manzanas transgénicas se mantienen apetecibles por más tiempo después de cortadas, aumenta la vida útil de la fruta y contribuye a reducir el desperdicio. 

Las papas resistentes al pardeamiento y a las magulladuras o manchas oscuras (bruising) fueron aprobadas en Estados Unidos en 2014. Además, producen menos asparragina, un aminoácido que, al reaccionar con ciertos azúcares a altas temperaturas, se transforma en acrilamida. En altas concentraciones, la acrilamida puede afectar al sistema nervioso, y se la ha asociado con el desarrollo de cáncer y problemas en la reproducción en animales de laboratorio.

En Argentina también hay equipos de científicos que están trabajando en el desarrollo de papas resistentes a la oxidación. En este caso se logró incorporar la misma característica, pero por la vía de la edición génica. Estas papas aún no están en el mercado. 

¿Te imaginás comprando snacks de manzana fresca cortada en gajos para poner en tu vianda?, o esta situación: estabas cortando papas, te interrumpió algo importante, las dejaste a medio cortar y cuando volvés mucho tiempo después no se pusieron marrones. La biotecnología hizo esto posible.