Trigo modificado genéticamente: una demanda global

Nueve organizaciones de trigo en Australia, Canadá y Estados Unidos han publicado recientemente una declaración conjunta que pide una introducción sincronizada del trigo modificado genéticamente (MG) en el mercado, según informa el Financial Post.

Nueve organizaciones de trigo en Australia, Canadá y Estados Unidos han publicado recientemente una declaración conjunta que pide una introducción sincronizada del trigo modificado genéticamente (MG) en el mercado, según informa el Financial Post.


Tras doce años de introducción, al día de hoy la soja, el maíz y la colza están globalmente establecidas, y los firmantes creen que ha llegado el momento de que el trigo siga este camino. Cerca del 20% de las calorías de los alimentos de todo el mundo proceden del trigo, pero en los últimos años, debido a los elevados costos y a las ventajas del cultivo de otras semillas, cada vez son menos las hectáreas plantadas con trigo. El cultivo de trigo MG eliminaría el problema del hongo común, Fusarium, que ataca a esta especie y produce micotoxinas peligrosas. Una de las últimas investigaciones realizadas en Australia por la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation, consiste en la mejora de la semilla alterando la composición del almidón del grano, reduciendo así la incidencia en enfermedades intestinales, la diabetes y la obesidad. Los beneficios repercutirían tanto a los productores como a los consumidores, según refleja el último estudio de los economistas Graham Brookes y Peter Barfoot. Los autores señalan que las variedades MG generan mayor rendimiento para los agricultores y por lo tanto aumenta la producción agrícola.

 

Además, la reducción de usos de plaguicidas hace que los ingresos del agricultor sean mayores. En términos de dólares estimados, el uso de organismos MG en todo el mundo ha creado 10 mil millones de dólares en beneficios sólo en el 2007, y 44 mil millones de dólares entre 1996 y 2007. Este cálculo incluye la reducción de costos y el aumento de rendimiento.

 

En lo que respecta al medio ambiente, Brookes y Barfoot demuestran que, desde 1996, la reducción de plaguicidas en los cultivos ha reducido el impacto ambiental en más del 17% gracias a las variedades MG.

 

Si se diera hoy luz verde al trigo transgénico, harían falta entre seis y diez años para que se vieran los primeros productos comercializados. La demanda creciente de alimentos hace que la toma de estas decisiones cada vez sea más importante y necesaria.