La erradicación del hambre

El Ing. Agrónomo Roberto Peiretti, que representó a AAPRESID en la última reunión del Centro Internacional de Mejoramiento de Trigo y Maíz, en México, sostiene que la siembra directa y la biotecnología se van consolidando como herramientas clave para aumentar la producción de alimentos y hacerlo en forma sustentable, tanto en América del Sur como en África y también en Asia. Hace pocas semanas, en la Ciudad de México, el CIMMYT (Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo) llevó a cabo la reunión de lanzamiento de los programas de investigación sobre maíz y trigo a ser desarrollados en los próximos años por el CGIAR (Grupo de Consulta Internacional de Investigación Agrícola).

La inspiración derivada de las acciones que el desaparecido Premio Nobel de la Paz 1970, Norman Borlaug, desplegara desde CIMMYT, ha estado presente en todo momento durante el transcurso de la reunión. Entre otros logros relevantes alrededor del mundo, las acciones de Borlaug duplicaron rápidamente los rindes del trigo en la India y Pakistán, multiplicando el volumen producido y salvando a millones de personas de una hambruna profunda y generalizada en estos países. El evento en México fue de carácter global. Reunió a más de trescientos asistentes provenientes de treinta y seis países.

El autor de esta nota, en su carácter de productor-consultor y representando a AAPRESID, junto a Cintia Castagnino, en su carácter de directora de Bioceres S.A., participaron del evento convocados para hacer sus aportes en relación a los logros conseguidos por Argentina en materia del desarrollo y aplicación de los principios del sistema de siembra directa, del modelo AMSAP (Agricultura Moderna Sustentable y de Alta Productividad) y de la biotecnología, como herramientas estratégicas para aumentar la producción por vía de un aumento de la productividad obtenida en forma sustentable.

Ambas temáticas, la siembra directa y la biotecnología, fueron volcadas y ofrecidas como contribución al enriquecimiento de las discusiones y consideraciones del evento al momento de diseñar estrategias globales y válidas para contrarrestar los impactos negativos de las que fueran catalogadas como las mayores limitantes de la producción agrícola global: los procesos de erosión y degradación de los suelos y los impactos de la sequía.

Si algo quedó muy claro durante el desarrollo de la reunión fue la alta determinación y motivación para revisar las estrategias utilizadas hasta el momento para hacer crecer la producción agrícola global y también para redoblar los esfuerzos tendientes a continuar expandiendo la producción con el propósito de satisfacer adecuadamente a la demanda de alimentos y de otros bienes derivados del proceso agrícola, como son los biocombustibles, forrajes y fibras.

Sin lugar a dudas, el lograr progresar en la batalla contra el hambre, la pobreza y la provisión de otros bienes derivados de la agricultura a nivel global, representa un desafío que no es menor y que, además, compromete a todos los seres humanos responsables a tomar debida conciencia de la magnitud de la tarea y a actuar en consecuencia.

Resultó muy alentador percibir que entre los asistentes existió una importante consideración y apertura hacia los más modernos desarrollos de la ciencia y de las tecnologías aplicadas a la agricultura, como aliadas imprescindibles en la batalla contra la pobreza y el hambre.

Así, por ejemplo, fue común detectar entre los participantes relevantes consensos y una manifiesta aceptación de la biotecnología agrícola y de los principios del sistema de siembra directa como herramientas estratégicas de base para mejorar la agricultura mundial.

En este sentido, las tendencias de lo conseguido hasta el momento son promisorias y las estadísticas mundiales alentadoras, exceptuando a los datos provenientes de los países de la Unión Europea, que en el presente mantienen una alta renuencia y bajísima adopción de la biotecnología aplicada a la agricultura y de la siembra directa.

Desde el punto de vista de ayudar prioritariamente a quienes más lo necesitan, resulta muy alentador y promisorio saber que quince de los dieciséis millones de productores que hoy usan biotecnología sean pequeños y de países mayormente subdesarrollados de países de Asia y África, que por este camino rápidamente ven mejoradas sus producciones y sus ingresos.

En África, las hectáreas cultivadas con plantas transgénicas de Sudáfrica, Burkinia Faso y Egipto ya totalizan dos millones y medio de hectáreas y, además, otros países africanos, como Kenia, Nigeria y Uganda hoy conducen pruebas de campo como fase previa a su aprobación y posterior cultivo comercial.

En Asia también pasan cosas parecidas, por lo que podemos afirmar que la biotecnología, junto a la siembra directa, ya han echado a andar en las partes del mundo que las necesitan con urgencia prioritaria y, por tanto, podemos ser más optimistas en relación a la consecución de una importante mejora de sus agriculturas, que de hecho ya ha comenzado a percibirse.

Otro relevante consenso que giró entre los participantes del evento fue el relacionado a la convicción de que la mejor manera de mitigar el hambre y la pobreza de los más necesitados del planeta, se encontrará a través de estrategias de promoción de la adopción de tecnologías que les permitan producir más y mejor, para así poder migrar desde el estatus de “productores de subsistencia” e ingresar al circuito de la “agricultura comercial o de mercado”; o sea, un consenso acerca de que para ayudar a los más necesitados la mejor estrategia reside en “enseñarles y ayudarlos a pescar” en lugar de solo continuar “regalándoles pescado”.

Afortunadamente, todo este conjunto de positivas tendencias y consensos fueron parte central al momento de proponer y establecer cómo implementar y afianzar una “Segunda Revolución Verde”, que tomando los principios y logros de la primera e incorporando nuevos conceptos y herramientas, nos permita responder adecuadamente a la creciente demanda humana por los productos de la agricultura y mitigar y superar el estigma que el hambre y la pobreza de mil millones de seres humanos representa para la humanidad toda.