Científicos alemanes manifiestan su descontento con la decisión de prohibir el maíz GM
La asociación de organizaciones científicas de Alemania, emitió un comunicado en donde rechaza la decisión de Alemania de prohibir el maíz genéticamente modificado MON 810. El pasado 14 de abril, Alemania había anunciado la suspensión del maíz genéticamente modificado MON810, de Monsanto.
La ministra alemana de Agricultura, Ilse Aigner, explicó que las autoridades de ese país tomaron esa decisión ante la supuesta posibilidad de que este cultivo genéticamente modificado presente peligros para el medio ambiente. Sin embargo, la asociación de organizaciones científicas de Alemania manifestó, a través de un comunicado, su rechazo a esta decisión.
Los científicos alemanes están preocupados por el hecho de que la decisión del Ministerio se tome al margen de la opinión de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria –EFSA-, lo que según ellos, refuerza la actual tendencia de tipo político de abordar los OGM desde un punto de vista irracional, causando un daño irreparable al potencial de Alemania, de poder desarrollar en su territorio importantes biotecnologías para el futuro.
Las organizaciones científicas alemanas apoyan plenamente el desarrollo de la ingeniería genética en el agro en Alemania, incluyendo la investigación imparcial de los posibles riesgos y beneficios.
Esta postura está ampliamente apoyada de forma directa por el Ministerio Federal de Educación e Investigación y de forma indirecta por parte de numerosos gobiernos regionales.
Las semillas de maíz MON 810 están aprobadas en la Unión Europea desde 1998, donde España es el mayor productor de este maíz transgénico, con más de 70.000 hectáreas cultivadas de las 100.000 de la Unión Europea.
Por su parte, la Asociación de Industrias Biotecnológicas en Europa –Europabio- aseguró que las autoridades regulatorias de países como Japón, Estados Unidos, Canadá, Corea y Argentina han confirmado la seguridad del maíz genéticamente modificado MON 810, y destacó el estudio realizado por la Comisión Europea en 2008, que demostró que este tipo de maíz aumenta los rendimientos y las ganancias de los agricultores y disminuye la utilización de insecticidas.
Además, la asociación reitera la seguridad del producto para los humanos, los animales y el medio ambiente.