¡Fuera gusano de mi soja!
Con el uso de la biotecnología, un grupo de investigadores del Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos (ARS-USDA) ha logrado aumentar la resistencia de la soja frente a uno de sus peores enemigos: el gusano nematodo.
El nematodo del quiste de la soja vive en el suelo, donde puede retorcerse dentro de las raíces para alimentarse, aparearse y poner huevos. El daño causado por este gusano en las células de las raíces dificulta el flujo de nutrientes y agua al resto de la planta, causando el debilitamiento de la planta. Tales ataques les cuestan a los productores de Estados Unidos hasta mil millones de dólares en pérdidas por año. Aunque hay variedades de soja resistentes al nematodo, con el tiempo van surgiendo nematodos capaces de vencer tal resistencia y transformarse en cepas más virulentas. Fumigar los suelos antes de la siembra puede ser una solución parcial, pero tal control químico es muy costoso. Como una alternativa, el fisiólogo de plantas Ben Matthews, y sus colegas del ARS en Maryland, están explorando el uso de la ingeniería genética para aumentar la resistencia contra el nematodo en la soja usando diferentes genes. A comienzos del 2008, el grupo de investigadores completó los ensayos en invernadero con plantas de soja modificadas genéticamente para contener copias de uno de los genes usados por el nematodo para producir cierta proteína. Así, cuando los nematodos ingieren las copias del gen mientras se alimentan de las raíces de la planta, estas copias "desactivan" (silencian) la expresión del gen propio del nematodo, impidiéndole la formación de dicha proteína. En las pruebas de invernadero, del 80 por ciento al 90 por ciento de los nematodos que se alimentaron de las raíces de la soja transgénica murieron o dejaron de madurar dentro de los 30 días. El grupo de Matthews, junto con un experto de bioinformática con la Universidad Towson en Maryland, usaron la genómica comparativa y las secuencias del genoma de una especie modelo de nematodo, Caenorhabditis elegans, para identificar al gen usado en sus investigaciones. Los investigadores aseguran que los resultados son promisorios aunque preliminares, ya que aún necesitan ser confirmados en experimentos a campo. Luego de tales ensayos y toda la etapa regulatoria, las variedades resistentes de soja podrían estar en el mercado, creen, en unos ocho años.