Chile genera productos de impacto mundial
Un tomate que sirve como vacuna contra la hepatitis, cítricos que pueden cultivarse en el desierto, trigos y arroz resistentes a los herbicidas son algunos de los productos que se están desarrollando en el país. Lo que falta son más científicos.
Un tomate que sirve como vacuna contra la hepatitis, cítricos que pueden cultivarse en el desierto, trigos y arroz resistentes a los herbicidas son algunos de los productos que se están desarrollando en el país. Lo que falta son más científicos.
Que un niño solamente comiendo tomates, y sin necesidad de vacuna alguna, logre inmunidad contra la hepatitis C parece ciencia ficción, pero no tiene nada de eso, es ciencia y desarrollada por expertos chilenos. Esa y otras investigaciones de alto impacto están realizándose, muy silenciosamente, en el país para el sector agroalimentario. Aunque todavía se enfrentan graves cojeras, como la baja cantidad de científicos en el sector silvoagropecuario, menos de 200 - una cifra escasísima si se quiere ser potencia alimentaria- la investigación en Chile está tomando un nuevo impulso, y los resultados, al parecer, serán de gran impacto. Aunque no hay vacunas para el virus de la hepatitis C, la solución para no enfermarse podría estar en comer o tomar el jugo de un tomate. Claro que no cualquiera. Se trata de un proyecto de la Universidad Católica en el que se introdujo una proteína del virus de la hepatitis C, de manera que al comerse el tomate se estimula la respuesta inmune de las personas. "Los tomates ya los tenemos, ahora estamos haciendo experimentos en animales para ver el potencial que tiene y si se podría hacer con otro tipo de vacunas", explica Patricio Arce, doctor en ciencias con mención en ingeniería genética de la Universidad Católica. Aunque todavía no está determinada la dosis necesaria, bastaría con que un niño se coma uno o dos tomates para quedar inmunizado de por vida. "Tiene mucho futuro, la gente de otros países está súper interesada en ese trabajo. Acabamos de volver de Estados Unidos, de un congreso internacional sobre vacunas, donde nos invitaron para mostrar nuestros resultados. Somos pioneros de Latinoamérica", señala Patricio Arce. Por otro lado, la Universidad Católica, en conjunto con Asoex, está haciendo un plan de mejoramiento y generando variedades propias de uvas. "Todas las variedades que hay actualmente se importan, queremos tener variedades chilenas, sin pepas, crocantes, con buena vida de poscosecha y buen gusto, de color blanco, negro y rosado", señala Patricio Arce. De aquí a cinco años, se espera que van a estar saliendo las primeras variedades que van a reemplazar a las ya existentes. Además, se está trabajando en cítricos con tolerancia a la salinidad y menos requerimientos de agua, que se esperan en unos 2 o 3 años más, siempre que se autorice la producción de transgénicos en el país. "Lo que hicimos fue modificar genéticamente varios portainjertos de cítricos para hacerlos más tolerantes a la sal y a la falta de agua, por lo que podrían plantarse, por ejemplo, en el norte del país", señala Patricio Arce. Las plantas ya están listas; lo que se está haciendo ahora es seleccionarlas para ver cuáles son las más tolerantes, lo que podría tomar unos 2 o 3 años. "Luego faltaría que se autorice a usarlos, porque la ley sobre transgenia en Chile todavía está en el Parlamento. Queremos que salga, es muy importante para el país que se regule este tipo de cosas", señala Patricio Arce. Inia tiene lista una variedad de trigo resistente a la fijación de herbicida; es decir, se puede sembrar y aplicar herbicidas sin temor a que se afecte la producción. La gracia, además, es que se desarrolló con tecnología clearfield, en castellano cultivo limpio, que sin utilizar la transgenia permite tener resultados similares a ésta. "A diferencia de la transgenia que usa genes de otra especie, lo que hacemos es tomar genes de la misma especie, en este caso del trigo, y se incorporan a la variedad que se quiere mejorar", explica Ernesto Labra, subdirector nacional de investigación y desarrollo de Inia. La misma tecnología se está usando ya en una nueva variedad de arroz que es inmune a la aplicación de herbicidas. Además, a finales del próximo año estaría lista una variedad de trigo que permitiría hacer harina con mayor cantidad de fibra, sin que ésta sea perceptible, es decir, sin que el pan sea negro, por ejemplo. "Vamos a comer menos carbohidratos y más fibra con el mismo sabor que hoy día comemos pan blanco", señala Ernesto Labra.
Que un niño solamente comiendo tomates, y sin necesidad de vacuna alguna, logre inmunidad contra la hepatitis C parece ciencia ficción, pero no tiene nada de eso, es ciencia y desarrollada por expertos chilenos. Esa y otras investigaciones de alto impacto están realizándose, muy silenciosamente, en el país para el sector agroalimentario. Aunque todavía se enfrentan graves cojeras, como la baja cantidad de científicos en el sector silvoagropecuario, menos de 200 - una cifra escasísima si se quiere ser potencia alimentaria- la investigación en Chile está tomando un nuevo impulso, y los resultados, al parecer, serán de gran impacto. Aunque no hay vacunas para el virus de la hepatitis C, la solución para no enfermarse podría estar en comer o tomar el jugo de un tomate. Claro que no cualquiera. Se trata de un proyecto de la Universidad Católica en el que se introdujo una proteína del virus de la hepatitis C, de manera que al comerse el tomate se estimula la respuesta inmune de las personas. "Los tomates ya los tenemos, ahora estamos haciendo experimentos en animales para ver el potencial que tiene y si se podría hacer con otro tipo de vacunas", explica Patricio Arce, doctor en ciencias con mención en ingeniería genética de la Universidad Católica. Aunque todavía no está determinada la dosis necesaria, bastaría con que un niño se coma uno o dos tomates para quedar inmunizado de por vida. "Tiene mucho futuro, la gente de otros países está súper interesada en ese trabajo. Acabamos de volver de Estados Unidos, de un congreso internacional sobre vacunas, donde nos invitaron para mostrar nuestros resultados. Somos pioneros de Latinoamérica", señala Patricio Arce. Por otro lado, la Universidad Católica, en conjunto con Asoex, está haciendo un plan de mejoramiento y generando variedades propias de uvas. "Todas las variedades que hay actualmente se importan, queremos tener variedades chilenas, sin pepas, crocantes, con buena vida de poscosecha y buen gusto, de color blanco, negro y rosado", señala Patricio Arce. De aquí a cinco años, se espera que van a estar saliendo las primeras variedades que van a reemplazar a las ya existentes. Además, se está trabajando en cítricos con tolerancia a la salinidad y menos requerimientos de agua, que se esperan en unos 2 o 3 años más, siempre que se autorice la producción de transgénicos en el país. "Lo que hicimos fue modificar genéticamente varios portainjertos de cítricos para hacerlos más tolerantes a la sal y a la falta de agua, por lo que podrían plantarse, por ejemplo, en el norte del país", señala Patricio Arce. Las plantas ya están listas; lo que se está haciendo ahora es seleccionarlas para ver cuáles son las más tolerantes, lo que podría tomar unos 2 o 3 años. "Luego faltaría que se autorice a usarlos, porque la ley sobre transgenia en Chile todavía está en el Parlamento. Queremos que salga, es muy importante para el país que se regule este tipo de cosas", señala Patricio Arce. Inia tiene lista una variedad de trigo resistente a la fijación de herbicida; es decir, se puede sembrar y aplicar herbicidas sin temor a que se afecte la producción. La gracia, además, es que se desarrolló con tecnología clearfield, en castellano cultivo limpio, que sin utilizar la transgenia permite tener resultados similares a ésta. "A diferencia de la transgenia que usa genes de otra especie, lo que hacemos es tomar genes de la misma especie, en este caso del trigo, y se incorporan a la variedad que se quiere mejorar", explica Ernesto Labra, subdirector nacional de investigación y desarrollo de Inia. La misma tecnología se está usando ya en una nueva variedad de arroz que es inmune a la aplicación de herbicidas. Además, a finales del próximo año estaría lista una variedad de trigo que permitiría hacer harina con mayor cantidad de fibra, sin que ésta sea perceptible, es decir, sin que el pan sea negro, por ejemplo. "Vamos a comer menos carbohidratos y más fibra con el mismo sabor que hoy día comemos pan blanco", señala Ernesto Labra.