Entregan el Premio Nobel en Química a científicos que descubrieron a la proteína verde fluorescente, herramienta clave en la investigación científica actual.

Los investigadores Osamu Shimomuya de Japón y Martin Chalfie y Roger Tsiende de Estados Unidos recibieron el premio Nobel en Química por descubrir e investigar a la proteína verde fluorescente (GFP), una herramienta clave de la biología molecular.
Los investigadores Osamu Shimomuya de Japón y Martin Chalfie y Roger Tsiende de Estados Unidos recibieron el premio Nobel en Química por descubrir e investigar a la proteína verde fluorescente (GFP), una herramienta clave de la biología molecular.

La proteína verde fluorescente (conocida como GFP, siglas del inglés que significan Green fluorescent protein), fue descubierta en los años `60 por Osamu Shimomuya, mientras estudiaba a la medusa Aequorea victoria. Si se la ilumina con luz ultravioleta, esta proteína puede emitir una tonalidad verde fluorescente muy brillante, permitiendo la visualización de aquellas células en las que se encuentre. Este investigador japonés recibió el premio Nobel en Química, compartido con dos norteamericanos. Uno de ellos, Martin Chalfie, aisló el gen que codifica a la proteína GFP, para generar proteínas quimeras que la tuvieran fusionada a modo de “etiqueta” , a fin de estudiar su localización dentro de las células de un gusano modelo de la biología (llamado Caenorhabditis elegans), convirtiendo a GFP en una herramienta clave de la biología molecular. También integró el grupo de galardonados Roger Tsien, quien cartografió el grupo químico que absorbe y emite luz, y luego lo modificó para que lo hiciera con luz de otras longitudes de onda. Así, hoy los investigadores disponen de nuevas variantes de la proteína que brillan en diferentes colores. "Cuando los científicos obtienen métodos que los ayudan a ver cosas que eran invisibles -afirma la Academia de Ciencias Sueca en su anuncio-, la investigación da un gran paso. Por ejemplo, cuando en el siglo XVII Anton van Leeuwenhoek inventó el microscopio, surgió un nuevo mundo. De repente, los científicos pudieron ver bacterias, espermatozoides y células sanguíneas. Cosas que ni siquiera sospechaban que existían. El Nobel de Química de este año premia un efecto similar." "La cantidad de descubrimientos que se hicieron a partir de esta proteína es incalculable -explica Mario Ermácora, investigador principal del Conicet y profesor titular de Bioquímica de la Universidad Nacional de Quilmes-. Forma parte del arsenal de reactivos de biología molecular y celular de todos los laboratorios del mundo, se usa en anticuerpos, en células aisladas, en organismos completos, para estudiar el movimiento de organelas en las células o cómo se secretan proteínas. Las aplicaciones son absolutamente innumerables. Pero, además, tiene una propiedad increíblemente bella, que es la de emitir luz. Es una reacción bioquímica muy hermosa, muy característica y muy rara."