El Greening bloquea los nuevos cítricos de California
La enfermedad del 'Huanglongbing' (HLB) o 'Greening' sigue avanzando en Estados Unidos y en su expansión por California ha sido detectada la presencia del mal en el condado de Riverside, donde se encuentra el famoso centro de investigación citrícola, de los más prestigiosos del mundo, en el campus de la universidad californiana en dicho condado.
La enfermedad del 'Huanglongbing' (HLB) o 'Greening' sigue avanzando en Estados Unidos y en su expansión por California ha sido detectada la presencia del mal en el condado de Riverside, donde se encuentra el famoso centro de investigación citrícola, de los más prestigiosos del mundo, en el campus de la universidad californiana en dicho condado.
Según información de la web especializada chilena 'portalfrutícola.com', el propio centro investigador se halla enclavado dentro de la zona de cuarentena de cinco millas trazadas oficialmente alrededor del foco detectado, lo que ha desatado una llamativa controversia sobre competencias en distintos niveles entre las autoridades implicadas.
En el centro investigador de Riverside y entre las autoridades agrícolas y del sector citrícola de EE UU ha cundido la preocupación por la posible paralización que pueda sufrir el centro, lo que tendría repercusiones comerciales a nivel internacional, puesto que Riverside es uno de los institutos más punteros en el mundo en obtener y patentar nuevas variedades, la moderna tendencia de la citricultura mundial.
En los últimos días, los responsables del centro intentan mantenerse al margen del bloqueo que implica la cuarentena impuesta, apelando para ello a que tienen en marcha procesos de investigación de máximo interés que no se pueden paralizar y para los que dispondrían de permisos especiales.
Una de las líneas preferentes de investigación, y en estos momentos principalísima, es la de proteger la colección de variedades de cítricos mediante un programa de protección clonal.
En la práctica este programa intentaría asegurar la conservación de un banco de germoplasma que garantice la disponibilidad de todas las variedades en previsión de una situación de desastre en la que desapreciaren las superficies de cultivo, como de hecho está ocurriendo por culpa del 'Greening', para poder empezar después de nuevo.
La propia cercanía de la dolencia al centro de Riverside apremia a encontrar soluciones, lo que exige disponer de patrones y variedades resistentes o tolerantes a la bacteria que causa el 'Greening'. Como esto no se ha logrado aún -que se sepa-, todo el mundo implicado en ello da por supuesto que el único camino viable será el de obtener cítricos transgénicos, y en este cometido están inmersos muchos centros de investigación de diversos países, incluidos los Estados Unidos, claro, y seguramente Riverside.
Es posible que los programas de investigación preferente de Riverside a los que se aludía anteriormente, y que ahora se encuentran con ciertas dificultades de progresión por la cuarentena impuesta, vayan en esta línea, y de algún modo representa también garantía para otras citriculturas que, como la española, se ven limitadas en tal sentido al no permitirse aquí la obtención de plantas transgénicas.
Es evidente que si se alcanzan éxitos en EE UU, Israel o Sudáfrica, pongamos por caso, tendrían que levantarse también las barreras anti transgénicos en Europa, adonde no ha llegado por ahora el 'Greening', pero se le espera. El vector, la psila africana, lleva casi tres años extendiéndose por Galicia y Portugal. El retardo, por lo visto en Florida y California, suele ser de 6-8 años. En Florida, que ha visto reducir a casi un tercio su producción de naranjas, la plaga se detectó por primera vez en 1998 y la enfermedad en 2005. En California se informó de la presencia de la psila asiática en 2008 y la enfermedad ya estaba en Los Ángeles en 2016. Ahora, en Riverside.
Según información de la web especializada chilena 'portalfrutícola.com', el propio centro investigador se halla enclavado dentro de la zona de cuarentena de cinco millas trazadas oficialmente alrededor del foco detectado, lo que ha desatado una llamativa controversia sobre competencias en distintos niveles entre las autoridades implicadas.
En el centro investigador de Riverside y entre las autoridades agrícolas y del sector citrícola de EE UU ha cundido la preocupación por la posible paralización que pueda sufrir el centro, lo que tendría repercusiones comerciales a nivel internacional, puesto que Riverside es uno de los institutos más punteros en el mundo en obtener y patentar nuevas variedades, la moderna tendencia de la citricultura mundial.
En los últimos días, los responsables del centro intentan mantenerse al margen del bloqueo que implica la cuarentena impuesta, apelando para ello a que tienen en marcha procesos de investigación de máximo interés que no se pueden paralizar y para los que dispondrían de permisos especiales.
Una de las líneas preferentes de investigación, y en estos momentos principalísima, es la de proteger la colección de variedades de cítricos mediante un programa de protección clonal.
En la práctica este programa intentaría asegurar la conservación de un banco de germoplasma que garantice la disponibilidad de todas las variedades en previsión de una situación de desastre en la que desapreciaren las superficies de cultivo, como de hecho está ocurriendo por culpa del 'Greening', para poder empezar después de nuevo.
La propia cercanía de la dolencia al centro de Riverside apremia a encontrar soluciones, lo que exige disponer de patrones y variedades resistentes o tolerantes a la bacteria que causa el 'Greening'. Como esto no se ha logrado aún -que se sepa-, todo el mundo implicado en ello da por supuesto que el único camino viable será el de obtener cítricos transgénicos, y en este cometido están inmersos muchos centros de investigación de diversos países, incluidos los Estados Unidos, claro, y seguramente Riverside.
Es posible que los programas de investigación preferente de Riverside a los que se aludía anteriormente, y que ahora se encuentran con ciertas dificultades de progresión por la cuarentena impuesta, vayan en esta línea, y de algún modo representa también garantía para otras citriculturas que, como la española, se ven limitadas en tal sentido al no permitirse aquí la obtención de plantas transgénicas.
Es evidente que si se alcanzan éxitos en EE UU, Israel o Sudáfrica, pongamos por caso, tendrían que levantarse también las barreras anti transgénicos en Europa, adonde no ha llegado por ahora el 'Greening', pero se le espera. El vector, la psila africana, lleva casi tres años extendiéndose por Galicia y Portugal. El retardo, por lo visto en Florida y California, suele ser de 6-8 años. En Florida, que ha visto reducir a casi un tercio su producción de naranjas, la plaga se detectó por primera vez en 1998 y la enfermedad en 2005. En California se informó de la presencia de la psila asiática en 2008 y la enfermedad ya estaba en Los Ángeles en 2016. Ahora, en Riverside.