El tabaco puede utilizarse para obtener biocombustibles y sustancias terapéuticas
Ruth Sanz Barrio, ingeniera agrónoma de la Universidad Pública de Navarra, ha demostrado la viabilidad de utilizar determinadas proteínas del tabaco (llamadas tiorredoxinas) como herramientas biotecnológicas en plantas, para producir albúmina humana, una proteína muy utilizada en la sanidad, y para obtener biocombustibles.
Ruth Sanz Barrio, ingeniera agrónoma de la Universidad Pública de Navarra, ha demostrado la viabilidad de utilizar determinadas proteínas del tabaco (llamadas tiorredoxinas) como herramientas biotecnológicas en plantas, para producir albúmina humana, una proteína muy utilizada en la sanidad, y para obtener biocombustibles.
Ruth Sanz Barrio, ingeniera agrónoma de la Universidad Pública de Navarra e investigadora en el Instituto de Agrobiotecnología (centro mixto del CSIC, UPNA y Gobierno de Navarra), ha demostrado por primera vez en su tesis doctoral la viabilidad de utilizar determinadas proteínas del tabaco (llamadas tiorredoxinas) como herramientas biotecnológicas en plantas, para producir albúmina humana, una proteína muy utilizada en la sanidad, y para obtener biocombustibles.
En concreto, señala la nota de prensa de la UPNA, ha logrado incrementar en un 700% la cantidad de almidón producido en las hojas de tabaco y en un 500% los azúcares fermentables. “Creemos que estas plantas modificadas genéticamente —explica— serían una buena alternativa a los cultivos de uso alimentario para producir biocombustibles y se daría una salida a las zonas tabacaleras de nuestro país, que ven peligrar su futuro con la desaparición de las ayudas europeas a este cultivo”. El tabaco mejorado genéticamente podría ser una fuente alternativa de biomasa a los cereales en zonas como Extremadura y Andalucía, tradicionalmente productoras de tabaco.
Las tiorredoxinas son pequeñas proteínas presentes en la mayor parte de los seres vivos. No sólo pueden aumentar el contenido de almidón en la planta, sino que también pueden aumentar la producción de proteínas como la albúmina humana, que es la proteína intravenosa más utilizada en el mundo con fines terapéuticos. Sirve para estabilizar el volumen sanguíneo y evitar el riesgo de infarto y su aplicación en quirófanos es prácticamente diaria.
Aunque la albúmina comercial se extrae de la sangre, la falta de un volumen de reserva suficiente ha llevado a muchos investigadores a buscar nuevas fórmulas para obtener esta proteína a gran escala, de forma económica y segura.
Ruth Sanz Barrio, ingeniera agrónoma de la Universidad Pública de Navarra e investigadora en el Instituto de Agrobiotecnología (centro mixto del CSIC, UPNA y Gobierno de Navarra), ha demostrado por primera vez en su tesis doctoral la viabilidad de utilizar determinadas proteínas del tabaco (llamadas tiorredoxinas) como herramientas biotecnológicas en plantas, para producir albúmina humana, una proteína muy utilizada en la sanidad, y para obtener biocombustibles.
En concreto, señala la nota de prensa de la UPNA, ha logrado incrementar en un 700% la cantidad de almidón producido en las hojas de tabaco y en un 500% los azúcares fermentables. “Creemos que estas plantas modificadas genéticamente —explica— serían una buena alternativa a los cultivos de uso alimentario para producir biocombustibles y se daría una salida a las zonas tabacaleras de nuestro país, que ven peligrar su futuro con la desaparición de las ayudas europeas a este cultivo”. El tabaco mejorado genéticamente podría ser una fuente alternativa de biomasa a los cereales en zonas como Extremadura y Andalucía, tradicionalmente productoras de tabaco.
Las tiorredoxinas son pequeñas proteínas presentes en la mayor parte de los seres vivos. No sólo pueden aumentar el contenido de almidón en la planta, sino que también pueden aumentar la producción de proteínas como la albúmina humana, que es la proteína intravenosa más utilizada en el mundo con fines terapéuticos. Sirve para estabilizar el volumen sanguíneo y evitar el riesgo de infarto y su aplicación en quirófanos es prácticamente diaria.
Aunque la albúmina comercial se extrae de la sangre, la falta de un volumen de reserva suficiente ha llevado a muchos investigadores a buscar nuevas fórmulas para obtener esta proteína a gran escala, de forma económica y segura.