Búsqueda de nuevos medicamentos en el océano
Cada vez que utilizamos un antibiótico, las cepas de infección más débiles son eliminadas mientras que las más fuertes y virulentas resisten y se multiplican. Antes esto no era motivo de preocupación, ya que siempre se había podido contar con un nuevo medicamento que combatiera la infección. Sin embargo, en la actualidad nos estamos quedando sin alternativas.
Cada vez que utilizamos un antibiótico, las cepas de infección más débiles son eliminadas mientras que las más fuertes y virulentas resisten y se multiplican. Antes esto no era motivo de preocupación, ya que siempre se había podido contar con un nuevo medicamento que combatiera la infección. Sin embargo, en la actualidad nos estamos quedando sin alternativas.
De hecho, tal y como explica el catedrático Marcel Jaspars de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), no se ha registrado ningún antibiótico nuevo desde 2003. El interés por desarrollar nuevos antibióticos ha decaído, dado que solo son utilizados durante cortos periodos de tiempo y su eficacia se limita a unos diez años, lo que provoca que no constituyan una inversión rentable para las empresas de medicamentos y su oferta sea cada vez más escasa. Tal y como indica Jaspars, "si no se hace nada para combatir este problema, en unos diez o veinte años volveremos a la "era previa a los antibióticos", en la que eran mortales virus e infecciones que hoy se tratan fácilmente".
El descubrimiento de medicamentos constituye por tanto una cuestión de extrema seriedad para la salud. Sin embargo, se cree que el océano podría proporcionar soluciones al reto que supone el desarrollo de nuevos fármacos. La mayoría de los antibióticos utilizados actualmente han sido aislados a partir de fuentes terrestres, y los últimos intentos de bioprospección terrestre han conducido principalmente al redescubrimiento de antibióticos ya conocidos o de análogos cercanos. Los últimos datos sugieren firmemente que el medio marino representa una fuente todavía sin explotar de nuevas moléculas biológicamente activas, y principalmente de antibióticos. La comunidad científica lleva ya tiempo rastreando los océanos de todo el mundo en busca de nuevos candidatos a medicamentos, aunque esta búsqueda se ha centrado principalmente en aguas tropicales.
El proyecto PharmaSea ha sido diseñado para combatir el creciente problema de la resistencia a los antibióticos mediante la búsqueda de nuevos medicamentos en el océano. La novedad que presenta este proyecto reside en que se explorarán algunas de las regiones oceánicas más profundas y frías del planeta; factor que debería ser de interés, ya que casi no se han recogido muestras de las regiones del Ártico y el Antártico.
Este proyecto a gran escala de cuatro años de duración reunirá a investigadores europeos procedentes de Reino Unido, Bélgica, Noruega, España, Irlanda, Alemania, Italia, Suiza y Dinamarca, que participarán en la recogida y el examen de muestras de lodo y sedimentos de enormes fosas oceánicas aún sin explotar. Cuenta con una financiación de más de 9,5 millones de euros en fondos comunitarios e incluirá a veinticuatro entidades provenientes de catorce países del ámbito empresarial, el mundo académico y organizaciones no lucrativas.
Uno de los objetivos de PhramaSea consiste en la búsqueda de nuevos antibióticos a partir de bacterias marinas nuevas. Otro objetivo es descubrir medicamentos para enfermedades neurológicas, inflamatorias e infecciosas.
Desde hace un tiempo, el mundo de la investigación ha sido consciente de que la enorme diversidad de vida marina que ofrecen los océanos representa lo que podría calificarse de filón farmacéutico aún sin explorar. Los océanos son fuente de una extensa gama de productos naturales únicos desde el punto de vista estructural que proceden principalmente de invertebrados como esponjas, tunicados, briozoos y moluscos. Varios de estos compuestos (especialmente el metabolito ET-743 de tunicados) presentan propiedades farmacológicas muy notables y un potencial de gran interés para la formulación de nuevos medicamentos, sobre todo para el tratamiento del cáncer. Asimismo, en la actualidad se están desarrollando otros compuestos con efectos analgésicos (la ziconotida del molusco Conus magus o caracol marino) o para el tratamiento de inflamaciones, y se ha descubierto un elevado número de productos naturales extraídos de invertebrados marinos que presentan una sorprendente similitud estructural con metabolitos ya conocidos de origen microbiano, lo que sugiere que distintos microorganismos -bacterias y microalgas- participan como mínimo en sus procesos de biosíntesis.
PharmaSea no solo explorará nuevos territorios en los fondos oceánicos, sino que también examinará nuevas áreas del "espacio químico". "Gracias a nuestra extensa plataforma de bioensayos innovadores para la detección de actividad medicinal, analizaremos multitud de compuestos químicos únicos procedentes de estas muestras marinas que literalmente nunca han visto la luz del día. Estamos bastante esperanzados ante la idea de encontrar nuevos medicamentos precursores de gran atractivo científico", indica la Dra. Camila Esguerra, miembro del equipo de investigación industrial y profesora en el Laboratorio de Biodescubrimiento Molecular de la Universidad de Lovaina (Bélgica). Los organismos marinos que habitan a más de dos mil metros bajo el nivel del mar se contemplan como interesantes fuentes de compuestos bioactivos nuevos, ya que sobreviven en condiciones extremas. Tal y como indica Jaspars, "las fosas son independientes unas de otras y representan fuentes únicas de diversidad dado que no están conectadas entre sí y la vida ha evolucionado de distinta forma en cada una de ellas".
El equipo internacional que participa en el proyecto empleará estrategias de uso común en la industria del salvamento marítimo para realizar los muestreos. A bordo de buques pesqueros, los investigadores sumergirán hasta el fondo de la fosa una sonda con una bobina de cables para recoger sedimentos. Posteriormente los científicos del proyecto cultivarán bacterias y hongos excepcionales hallados en el sedimento que se extraiga para aislar las nuevas moléculas con propiedades medicinales y someterlas a ensayos farmacológicos. PharmaSea contará con el apoyo de colaboradores de China, Chile, Costa Rica, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Las primeras pruebas sobre el terreno se llevarán a cabo durante el próximo otoño en la falla de Atacama, en el este del Océano Pacífico, frente a la costa de Chile y Perú. El equipo también sondeará aguas árticas frente a la costa de Noruega y zonas del Océano Antártico con colaboradores italianos y sudafricanos, y accederá a fallas profundas próximas a Nueva Zelanda y China.
"Estamos bastante esperanzados ante la idea de encontrar una serie de nuevos medicamentos precursores de gran atractivo científico", afirma Jaspars. Si todo va bien, el equipo espera que los medicamentos que descubran estén disponibles para su uso en pacientes en un plazo de diez años, lo que ayudará a abordar la cuestión de las infecciones bacterianas, causa de mortalidad para veinticinco mil ciudadanos de la Unión Europea al año.
Cada vez que utilizamos un antibiótico, las cepas de infección más débiles son eliminadas mientras que las más fuertes y virulentas resisten y se multiplican. Antes esto no era motivo de preocupación, ya que siempre se había podido contar con un nuevo medicamento que combatiera la infección. Sin embargo, en la actualidad nos estamos quedando sin alternativas.
De hecho, tal y como explica el catedrático Marcel Jaspars de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), no se ha registrado ningún antibiótico nuevo desde 2003. El interés por desarrollar nuevos antibióticos ha decaído, dado que solo son utilizados durante cortos periodos de tiempo y su eficacia se limita a unos diez años, lo que provoca que no constituyan una inversión rentable para las empresas de medicamentos y su oferta sea cada vez más escasa. Tal y como indica Jaspars, "si no se hace nada para combatir este problema, en unos diez o veinte años volveremos a la "era previa a los antibióticos", en la que eran mortales virus e infecciones que hoy se tratan fácilmente".
El descubrimiento de medicamentos constituye por tanto una cuestión de extrema seriedad para la salud. Sin embargo, se cree que el océano podría proporcionar soluciones al reto que supone el desarrollo de nuevos fármacos. La mayoría de los antibióticos utilizados actualmente han sido aislados a partir de fuentes terrestres, y los últimos intentos de bioprospección terrestre han conducido principalmente al redescubrimiento de antibióticos ya conocidos o de análogos cercanos. Los últimos datos sugieren firmemente que el medio marino representa una fuente todavía sin explotar de nuevas moléculas biológicamente activas, y principalmente de antibióticos. La comunidad científica lleva ya tiempo rastreando los océanos de todo el mundo en busca de nuevos candidatos a medicamentos, aunque esta búsqueda se ha centrado principalmente en aguas tropicales.
El proyecto PharmaSea ha sido diseñado para combatir el creciente problema de la resistencia a los antibióticos mediante la búsqueda de nuevos medicamentos en el océano. La novedad que presenta este proyecto reside en que se explorarán algunas de las regiones oceánicas más profundas y frías del planeta; factor que debería ser de interés, ya que casi no se han recogido muestras de las regiones del Ártico y el Antártico.
Este proyecto a gran escala de cuatro años de duración reunirá a investigadores europeos procedentes de Reino Unido, Bélgica, Noruega, España, Irlanda, Alemania, Italia, Suiza y Dinamarca, que participarán en la recogida y el examen de muestras de lodo y sedimentos de enormes fosas oceánicas aún sin explotar. Cuenta con una financiación de más de 9,5 millones de euros en fondos comunitarios e incluirá a veinticuatro entidades provenientes de catorce países del ámbito empresarial, el mundo académico y organizaciones no lucrativas.
Uno de los objetivos de PhramaSea consiste en la búsqueda de nuevos antibióticos a partir de bacterias marinas nuevas. Otro objetivo es descubrir medicamentos para enfermedades neurológicas, inflamatorias e infecciosas.
Desde hace un tiempo, el mundo de la investigación ha sido consciente de que la enorme diversidad de vida marina que ofrecen los océanos representa lo que podría calificarse de filón farmacéutico aún sin explorar. Los océanos son fuente de una extensa gama de productos naturales únicos desde el punto de vista estructural que proceden principalmente de invertebrados como esponjas, tunicados, briozoos y moluscos. Varios de estos compuestos (especialmente el metabolito ET-743 de tunicados) presentan propiedades farmacológicas muy notables y un potencial de gran interés para la formulación de nuevos medicamentos, sobre todo para el tratamiento del cáncer. Asimismo, en la actualidad se están desarrollando otros compuestos con efectos analgésicos (la ziconotida del molusco Conus magus o caracol marino) o para el tratamiento de inflamaciones, y se ha descubierto un elevado número de productos naturales extraídos de invertebrados marinos que presentan una sorprendente similitud estructural con metabolitos ya conocidos de origen microbiano, lo que sugiere que distintos microorganismos -bacterias y microalgas- participan como mínimo en sus procesos de biosíntesis.
PharmaSea no solo explorará nuevos territorios en los fondos oceánicos, sino que también examinará nuevas áreas del "espacio químico". "Gracias a nuestra extensa plataforma de bioensayos innovadores para la detección de actividad medicinal, analizaremos multitud de compuestos químicos únicos procedentes de estas muestras marinas que literalmente nunca han visto la luz del día. Estamos bastante esperanzados ante la idea de encontrar nuevos medicamentos precursores de gran atractivo científico", indica la Dra. Camila Esguerra, miembro del equipo de investigación industrial y profesora en el Laboratorio de Biodescubrimiento Molecular de la Universidad de Lovaina (Bélgica). Los organismos marinos que habitan a más de dos mil metros bajo el nivel del mar se contemplan como interesantes fuentes de compuestos bioactivos nuevos, ya que sobreviven en condiciones extremas. Tal y como indica Jaspars, "las fosas son independientes unas de otras y representan fuentes únicas de diversidad dado que no están conectadas entre sí y la vida ha evolucionado de distinta forma en cada una de ellas".
El equipo internacional que participa en el proyecto empleará estrategias de uso común en la industria del salvamento marítimo para realizar los muestreos. A bordo de buques pesqueros, los investigadores sumergirán hasta el fondo de la fosa una sonda con una bobina de cables para recoger sedimentos. Posteriormente los científicos del proyecto cultivarán bacterias y hongos excepcionales hallados en el sedimento que se extraiga para aislar las nuevas moléculas con propiedades medicinales y someterlas a ensayos farmacológicos. PharmaSea contará con el apoyo de colaboradores de China, Chile, Costa Rica, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Las primeras pruebas sobre el terreno se llevarán a cabo durante el próximo otoño en la falla de Atacama, en el este del Océano Pacífico, frente a la costa de Chile y Perú. El equipo también sondeará aguas árticas frente a la costa de Noruega y zonas del Océano Antártico con colaboradores italianos y sudafricanos, y accederá a fallas profundas próximas a Nueva Zelanda y China.
"Estamos bastante esperanzados ante la idea de encontrar una serie de nuevos medicamentos precursores de gran atractivo científico", afirma Jaspars. Si todo va bien, el equipo espera que los medicamentos que descubran estén disponibles para su uso en pacientes en un plazo de diez años, lo que ayudará a abordar la cuestión de las infecciones bacterianas, causa de mortalidad para veinticinco mil ciudadanos de la Unión Europea al año.