España: beneficios ambientales y económicos de los cultivos modificados genéticamente

En el día de ayer se celebró en Sevilla la Jornada ‘15 años de cultivos modificados genéticamente: beneficios ambientales y económicos’. Convocada por el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Andalucía, el Instituto de Cuestiones Agrarias y Medioambientales (ICAM) y la Fundación Antama, la jornada abordó el papel que juegan los cultivos biotecnológicos en el medio ambiente y la economía del país. En el día de ayer se celebró en Sevilla la Jornada ‘15 años de cultivos modificados genéticamente: beneficios ambientales y económicos’. Convocada por el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Andalucía, el Instituto de Cuestiones Agrarias y Medioambientales (ICAM) y la Fundación Antama, la jornada abordó el papel que juegan los cultivos biotecnológicos en el medio ambiente y la economía del país.
 
En el acto participaron expertos del sector como Daniel Pérez Gómez (Director General del ICAM), Ignacio Eseverri (agricultor de maíz BT y miembro de la Asociación PRObio), Albert Sasson (Presidente de Biolatina) y Soledad de Juan (Directora de la Fundación Antama). El encargado de abrir la jornada fue Jerónimo Cejudo Galán (Decano del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Andalucía).

“Los transgénicos tienen mala prensa en la Unión Europea basada en datos no contrastados que presentan realidades que no son tales. Por ello nuestra obligación como técnicos es divulgar la realidad de la biotecnología agraria y usarla como una herramienta más. Tenemos una batalla con la opinión pública en la aplicación agraria de la biotecnología, algo que en otras aplicaciones de la tecnología no pasa,” afirmó Jerónimo Cejudo.

Ignacio Eseverri, quien compartió la experiencia del agricultor en el cultivo de transgénicos, resaltó la necesidad de los agricultores europeos de hacer de su profesión algo rentable que no se vea frenado por la Unión Europea. “Llevo más de 10 años cultivando maíz modificado genéticamente y sigo apostando por él porque logra que mi explotación sea más rentable. Tener acceso a una semilla de maíz resistente a la plaga del taladro me permite ser más competitivo y respetuoso con el medio ambiente. Sin estas semillas el cultivo de maíz en mi zona no sería rentable,” explicó.

Por su parte, Daniel Pérez resaltó la apuesta firme del ICAM por la innovación y las nuevas tecnologías, mejoras a cuyo acceso los agricultores tienen derecho. Además, rechazó la posición europea de frenar el progreso de los cultivos transgénicos en sus fronteras a la vez que abre las puertas para la importación de producción transgénica de otros países. Esta desigual situación está sacando a los agricultores europeos del mercado internacional.

“Los agricultores son empresarios y hay que darles la oportunidad de poder elegir. No podemos limitar las libertades de los agricultores por temas políticos. Ya es hora que desde Bruselas se desbloquee el progreso de los cultivos transgénicos en la Unión Europea. Los agricultores se merecen el derecho a elegir qué tipo de agricultura quieren hacer en sus tierras,” señaló Daniel Pérez.

Soledad de Juan destacó que el mundo necesita producir más con menos, un reto ante el que la biotecnología juega un papel clave. Según resaltó la biotecnología permite mejorar las semillas como se ha hecho desde los orígenes de la agricultura, la única diferencia es que ahora se dispone de técnicas más rápidas y seguras. También rechazó el que los agricultores españoles no puedan competir a día de hoy en condiciones de igualdad por culpa de las barreras de la Unión Europea.

Cerrando el acto, Albert Sasson profundizó en el papel de la biotecnología para la sociedad y resaltó que ésta es una herramienta más que, pese a no ser la panacea, no se puede dejar de lado. La tecnología aplicada a la agricultura ha de unirse a la voluntad política para poder así luchar contra el hambre en el mundo. Desde su punto de vista es necesario que la agricultura tome una nueva prioridad a nivel mundial.

“La biotecnología puede contribuir a mejorar la producción y a aumentarla. El problema actual no sólo es cuantitativo, también cualitativo. La primera ola de transgénicos fueron de mejora cuantitativas y ahora está viniendo la segunda ola, transgénicos mejorados cualitativamente. La sociedad demanda mejoras nutricionales y la biotecnología puede darlas,” explicó Albert Sasson.