Apuntan a desarrollar papas que le hagan frente al cambio climático

Un consorcio internacional, que incluye a investigadores argentinos, busca desarrollar variedades de papa que sean resistentes al cambio climático.  Temperaturas extremas, sequías y otros fenómenos amenazan a ese cultivo tan importante para la humanidad, considerado el tercer alimento más consumido del mundo.

Un consorcio internacional, que incluye a investigadores argentinos, busca desarrollar variedades de papa que sean resistentes al cambio climático.  Temperaturas extremas, sequías y otros fenómenos amenazan a ese cultivo tan importante para la humanidad, considerado el tercer alimento más consumido del mundo.

La papa, el tercer alimento más consumido a nivel mundial, es un producto que está comenzando a sufrir el impacto negativo del cambio climático. Fenómenos como temperaturas extremas (calor excesivo o frío intenso) y cambios en la distribución geográfica de plagas y enfermedades,  representan una amenaza para ese alimento.

En este contexto se diseñó un proyecto internacional, en el que participan investigadores argentinos, que apunta al desarrollo de variedades de papa que se adapten al cambio climático. Está liderado por el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario Neiker-Tecnalia y participan instituciones científicas de siete países, España, Argentina, Ecuador, Bolivia, Perú, Costa Rica y Uruguay.

“Este proyecto denominado CLIPAPA, pretende identificar en distintas variedades papas genes de resistencia a factores como sequía, frío, calor y exceso de agua, entre otros factores”, indicó a la Agencia CyTA el Doctor Marcelo Huarte, Presidente de la Asociación Latinoamericana de la Papa (ALAP) y jefe del Grupo de Investigación en Papa (PROPAPA) de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA)- Balcarce del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que encabeza el grupo de investigación de la Argentina. También pretende identificar variedades de papa resistentes al Tizón Tardío, una patología que afecta a ese cultivo -provocada por el hongo Phythopthora infestans- y cuya incidencia también se ve alterada por el cambio climático, entre otras causas.

En este proyecto, denominado CLIPAPA, el equipo internacional de investigadores evaluará la resistencia de distintas especies de papa y realizarán cruzamientos entre diversos tipos de ese cultivo para posteriormente seleccionar aquellos cuyo genoma tengan las mejores características. Asimismo se plantean introducir nuevos genes de resistencia en distintas variedades, entre otros objetivos.

En esa misma línea, se implementa otro proyecto denominado PROPAPA que consiste en la evaluación de distintas variedades de papa que han sido desarrolladas a través del Programa de Mejoramiento del INTA -en Balcarce, Jujuy, Río Negro y Mendoza – para resistir condiciones de sequía. “El material será evaluado también bajo condiciones de invernadero. Posteriormente se realizarán estudios de mapeo por asociación  con genes candidatos de importancia para la tolerancia a la sequía y para la resistencia al Tizón”, destacó el doctor Huarte.

Papas sustentables y resistentes

Huarte y sus colegas estudiaran el genoma de distintos tipos de papa. “En el estudio se incluyen variedades andinas nativas que están resguardadas en el Banco de Germoplasma de la EEA Balcarce. Asimismo, se incluyen variedades y clones de papas antiguos y modernos del INTA y también del exterior. La colección se completa con variedades comunes a los demás países participantes. En total esperamos evaluar 230 genotipos (genomas) surgidos del mejoramiento genético moderno y ancestral”, subrayó Huarte.

La importancia a largo plazo de los mencionados proyectos radica en la contribución al desarrollo de variedades de papas más sustentables y durables, que serán cada vez más necesarias ante los efectos del cambio climático, afirmó Huarte. “Asimismo, y en forma más inmediata, CLIPAPA identificará los genes responsables de esa estabilidad genética ante los efectos del cambio climático. El cultivo de papa requiere 400 milímetros de agua en los 120 días que dura su ciclo de vida. Ante un recurso cada vez más escaso como es el agua, se impone la búsqueda de variedades que puedan lograr producción bajo condiciones de sequía”, destacó Huarte. Y continuó: “Asimismo, con los excesos de humedad en ciertas regiones han aparecido enfermedades como el Tizón Tardío con una agresividad y una incidencia antes no conocidas. Variedades más resistentes a esta patología, causante de la hambruna de Irlanda en 1848, requerirán menos agroquímicos para su control y también aumentarán la seguridad alimentaria.”

Por otra parte, Huarte considera que con la utilización pública del genoma de la papa “descifrado por un consorcio científico internacional y que está por darse a conocer en breve, el CLIPAPA podrá aumentar la eficiencia de localización de genes útiles para el desarrollo de papas con las cualidades que se buscan.”

Marcelo Huarte (Izq.) y Raúl Orell del INTA en Amaicha del Valle observando la cosecha de una nueva variedad de papa que desarrollan en el marco del programa internacional que apunta al desarrollo de variedades de ese tipo de cultivo resistentes al cambio climático. (Marzo de 2011)