La “Jatrofa”, un vegetal para producir biodiesel

Un equipo de investigación de la UNC y la UNVM lleva a cabo un proyecto para impulsar la producción de la “Jatrofa”, una planta cuyas semillas brindan aceites aptos para el desarrollo de biodiesel. Esta especie no sirve de alimento para humanos ni animales, y es de ágil sembrado.  Un equipo de investigación de la UNC y la UNVM lleva a cabo un proyecto para impulsar la producción de la “Jatrofa”, una planta cuyas semillas brindan aceites aptos para el desarrollo de biodiesel. Esta especie no sirve de alimento para humanos ni animales, y es de ágil sembrado.

La producción de biodiesel se consolidó como uno de los temas más investigados porque permitiría reemplazar a los combustibles tradicionales de origen fósil, principalmente derivados del petróleo, cuyas fuentes están en un proceso de agotamiento: se calcula que en 30 años llegarán a su límite. Desde que los primeros estudios científicos probaron la factibilidad de desarrollar combustibles con aceites vegetales, surgieron polémicas sobre su uso para este fin, porque en general los recursos tienen destino alimenticio y la discusión se plantea en un contexto de escasez de alimentos y de pobreza a tasas nunca vistas. Actualmente existen desarrollos que lograron la obtención de biodiesel a partir de aceites no comestibles. Uno de ellos es el que se obtiene de la “Jatropha curcas” (conocida también como “piñón de tempate”, o simplemente “jatrofa”), una especie originaria de América Central que crece en países tropicales y se cultiva en América Central, Sudamérica, sudeste de Asia, India y África.

Se trata de una planta con propiedades exclusivamente medicinales, razón por la que no sirve como alimento para humanos ni animales. Los especialistas aseguran que ni las hormigas la comen. Es un vegetal totalmente repelente, con una gran capacidad de supervivencia y reproducción, y cuyos arbustos alcanzan los 10 metros de altura, brindando semillas que tienen, según se calcula, un 37% de aceite.

Los estudios sobre este tema realizados en el mundo y en Sudamérica probaron su efectividad para la producción de biocombustibles. En Argentina, la Jatrofa crece con naturalidad en Misiones y Corrientes debido al clima favorable. En ese marco, el equipo de investigación, compuesto por científicos de la UNC y de la Universidad de Villa María se propuso identificar el desarrollo de la Jatrofa con riego y sin riego en la localidad cordobesa de Villa María, con el fin de impulsar la transferencia de tecnología al sector productivo.

Los investigadores señalan que las experiencias científicas llevadas a cabo en nuestro país para la producción de biocombustibles basado en aceites de jatrofa fallaron en un punto central: la información, ya que las semillas se extrajeron de regiones con condiciones socio-económicas y agroecológicas muy diferentes a las de nuestro país. Muchos trabajos se extrapolaron desde Brasil, donde el clima es cálido y sin heladas, entonces las semillas se adaptaron eficazmente sólo en las provincias del norte argentino.

Estos condicionantes exigen adaptar las semillas y realizar un meticuloso control de cómo responde la planta a otros climas y suelos, objetivo que se plantearon los investigadores para cuantificar posteriormente el rendimiento y cantidad de aceite en sistemas de secano, es decir, el sistema de agricultura en el que no se hace aporte de agua por parte del hombre, utilizándose sólo la que proviene de la lluvia y bajo riesgo, valorar el aceite derivado de este vegetal como sustituto del diesel y, a la vez, demostrar la viabilidad agrícola e industrial de la producción de biodiesel. La técnica a través de la que se obtiene el biodiesel se llama “transesterificación”.

Previo al estudio experimental, se relevó información sobre cuáles son los climas más favorables para el crecimiento de la Jatrofa. Se sabe que son óptimas las precipitaciones de entre 500 y 1.000 mm, temperaturas medias de 18º C y que las plantas soportan sólo heladas de corta duración.

Además, y quizás aquí radique su característica más importante desde el punto de vista de la producción, se comprobó que en climas secos rigurosos mejora el porcentaje de aceite de las semillas y que los vegetales crecen bien en las tierras erosionadas y con poca cantidad de nutrientes. “Por estas razones podrían ubicarse en tierras marginales y aprovechar muchas áreas donde no pueden producirse cultivos agrícolas”, sostienen los especialistas. A ello se le suma la ventaja de que el promedio de vida de esta planta es de 40 años.

Buscando la adaptabilidad de la semilla al clima y el suelo de la localidad de Villa María como primer paso experimental, los científicos comprobaron que bajo condiciones de cubierta, la germinación de la planta se produce en noviembre y establecieron que deben regarse humedeciendo el pan, no saturando el suelo cada dos días en la primera quincena después de la siembra, y a partir de allí cada cuatro o cinco días los primeros tres meses. Si bien estos resultados deben confirmarse, se sabe también que luego de los tres meses las Jatrofas tienen 13 centímetros de profundidad media de raíces.

Hasta el momento, se sembraron 750 semillas en macetas (que luego serán trasladadas a campo) y se obtuvieron 690 plantas. “Hemos conseguido un nivel de producción muy alto”, señaló a InfoUniversidades la investigadora Marta Rodríguez. También se comprobó que el sembrado completo demora siete meses, tras este lapso la planta proporciona las semillas necesarias para la producción de biodiesel.