Planta de bioprocesos múltiples

A fin de año comenzará a funcionar en la Argentina, una moderna planta de bioprocesos múltiples generada desde el Estado. A fin de año comenzará a funcionar en la Argentina, una moderna planta de bioprocesos múltiples generada desde el Estado. Con una inversión inicial de 7 millones de pesos, aportados por el Estado y un crédito del Fondo Nacional Tecnológico Argentino (FONTAR), el proyecto innovador del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) tendrá como objetivo ofrecer desarrollos biotecnológicos a las empresas. Se verán beneficiados sectores como el de la alimentación, el farmacéutico, la medicina y la industria química, entre otros. En instalaciones del Parque Tecnológico Miguelete, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) está construyendo una moderna planta de bioprocesos múltiples. Su inauguración está prevista para octubre de 2008 y el monto total de inversión para la primera etapa del proyecto, es de 7 millones de pesos, cifra a la que se llegó con aportes del Estado y con créditos del Fondo Nacional Tecnológico Argentino (FONTAR). El licenciado Alberto Díaz, director del Programa de Biotecnología del INTI, explica: “La planta establecerá modos de trabajo y de producción en biotecnología. Mediante el manejo de la información genética, es posible fabricar medicamentos, nuevos alimentos, desarrollar productos para la industria química, o destinados al tratamiento del ambiente. El panorama de posibilidades es enorme”. Además de los científicos y técnicos que trabajarán en la planta, sus instalaciones estarán disponibles para grupos externos de investigación que quieran hacer desarrollos productivos para ofrecer a las empresas. “A su vez, las empresas podrán acudir a los servicios de la planta para encarar diversas producciones. Todavía hay pocas empresas del país que desarrollan biotecnología. La planta les permitirá hacer un desarrollo con todos los parámetros necesarios, de calidad, de economía, y adaptado a las escalas industriales, es decir, a grandes volúmenes“, señala Díaz.

Desarrollo nacional “a medida”. La mayoría de los desarrollos biotecnológicos que se emplean en el país son importados. La futura planta de Miguelete dará servicios para satisfacer las necesidades de las empresas y los costos serán más reducidos, con la gran ventaja de hacer desarrollos “a medida”, señala Díaz. La biotecnología permite conseguir en el laboratorio y en grandes cantidades, lo que se encuentra en la naturaleza de forma escasa. “Desde hace 25 años, en el mundo se utilizan bacterias genéticamente modificadas. Se les inserta un determinado gen humano y pueden producir insulina, por ejemplo. Mediante el empleo de esa técnica es posible elaborar medicamentos y vacunas”, afirma Díaz, que también se ocupa del gerenciamiento de Inis Biotech, oficina de transferencia de tecnología de la Fundación Instituto Leloir. También es posible integrar genes de otros microorganismos en bacterias u hongos y producir enzimas para mejorar la calidad de detergentes, para clarificar jugos o para usar en la industria química, entre otras aplicaciones. “Queremos trabajar mucho con empresas innovadoras que no sólo van a producir para el país o para el Mercosur, sino que también van a exportar a otras regiones. Además, vamos a asociarnos con centros de investigación del país y del exterior”, destaca Díaz. Y agrega: “Ya firmamos un convenio con el Centro Internacional de Ingeniería Genética y Biotecnología con sede en Trieste, Italia. Para dar un ejemplo, trabajar en red permite desarrollar proyectos en dos meses, en vez de ocho. También firmamos convenios con algunas empresas para cuando la planta comience a funcionar”. Por su parte, la licenciada en química María de los Ángeles Cappa, coordinadora de Desarrollos Biotecnológicos Industriales del INTI, señala: “En el ámbito privado, las más beneficiadas son las pequeñas y medianas empresas, dado que el alto riesgo de inversión, las restricciones legales por diferentes formas de protección de la propiedad intelectual y los largos tiempos de desarrollo de un producto biotecnológico, hace que los esfuerzos individuales sean prácticamente inviables”. Según Cappa, lo que se intenta es favorecer las vinculaciones público- privadas para apoyar el desarrollo productivo de la biotecnología en la Argentina en un sentido más amplio. “Nuestro país cuenta con un nivel de investigadores e instituciones dedicadas a las ciencias biológicas de alto nivel, pero cuando se intenta llevar un producto al mercado, aparecen ciertos obstáculos que lo dificultan, y el problema no es sólo económico o financiero. El contar con recursos en ciencia básica no alcanza: hay limitaciones en la formación de personal en áreas de bioprocesos, en temas regulatorios, cuestiones éticas y de gestión tecnológica”, explica Cappa y continua: “Esto requiere de un conjunto de esfuerzos tecnológicos públicos y privados a partir de instituciones formales”. En ese sentido, la Planta de Bioprocesos Múltiples, además de llevar a escala industrial los resultados del sistema científico, se encargará de formar recursos humanos en bioprocesos, a través de cursos de posgrado generados a través de acuerdos con las universidades nacionales. “Trabajamos en un proyecto para la realización de un curso de especialización, de posgrado, a través de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, ya aprobado por el Consejo Directivo de la Facultad”, destaca Cappa. “De esta manera, el proyecto vincula los sectores más avanzados del conocimiento biológico con el sector industrial de manera de valorizar la producción biotecnológica en el país”, señala Díaz.