Científicos locales obtienen patentes de investigaciones biotecnológicas

Estados Unidos otorgó la patente al gen Hahb.4 de tolerancia al déficit hídrico, y otra al que acelera el ciclo de crecimiento de una planta. Además, Conicet dispuso fondos para construir el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral. Convenios con una cerealera multinacional y un grupo inglés.

Estados Unidos otorgó la patente al gen Hahb.4 de tolerancia al déficit hídrico, y otra al que acelera el ciclo de crecimiento de una planta. Además, Conicet dispuso fondos para construir el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral. Convenios con una cerealera multinacional y un grupo inglés. 

La directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, la investigadora Raquel Chan, está exultante. Buenas noticias trajo noviembre para el Instituto nacido de un convenio entre el Conicet y la Universidad Nacional del Litoral y ubicado, por ahora, en el cuarto piso de la Facultad de Bioquímica en El Pozo. En este mes, se han dispuesto las primeras partidas para el nuevo edificio a construir en el Parque Tecnológico del Litoral - Centro. El Instituto contendrá cuatro o cinco laboratorios y dará posibilidades de integración y crecimiento a investigadores locales, becarios y a quienes vengan del exterior.

Conicet ha prometido 4,5 millones de pesos para comenzar el edificio que demandará, a partir del próximo, un año y medio de obra. “Es un paso importantísimo, dice la Dra. Chan, van a trabajar unos 50 investigadores”. Muestra el proyecto y planos realizados por la Facultad de Arquitectura de la UNL y es evidente que la embarga el entusiasmo por esta buena noticia para la investigación que se realiza en la ciudad de Santa Fe. La investigadora y su equipo exhiben, además, otros motivos para festejar. Como se sabe, han desarrollado un gen tolerante al déficit hídrico que ha sido patentado en Estados Unidos, y así relata el acontecimiento y los pasos hasta llegar a él.En primer término, la Dra. Chan marca la diferencia entre “resistencia” y “tolerancia” de una planta. “Un gen que confiere tolerancia al déficit hídrico implica que la planta aguanta mejor. Las plantas normalmente tienen sus mecanismo de tolerancia, lo que uno hace es aumentar ese mecanismo. Pero no son resistentes: si las coloco en un desierto se van a morir. Lo que puedo hacer es darles una propiedad que les permita tolerar mejor largos períodos de sequía sin morirse. Ahora, si nunca más le doy agua, se van a morir.

De por sí, la tolerancia sola es un atributo agronómico valiosísimo, porque lo que puede pasar habitualmente es que no llueva durante 20 días, por ejemplo; esto no quiere decir que no vaya a llover nunca. Hay veces que una planta no tolera que no llueva 20 días, pero si no se murió y después llueve, la planta tiene posibilidades de recuperarse”.Afirma que no existe la resistencia, porque no hay ningún ser vivo que pueda vivir sin agua. Podría existir la resistencia a un insecto, por una toxina, pero no a la sequía, por el tipo de estrés que genera, explica la investigadora.Dice luego que “logramos que plantas puedan sobrevivir en períodos de sequía o con lluvias insuficientes o limitadas; no en el desierto. A esto no lo vamos a lograr en el estado actual del conocimiento”, precisa. “Nosotros descubrimos lo que pasaba en la naturaleza: un gen que en girasol es el responsable de generarle una tolerancia a la sequía, que es limitada. A ese gen lo sacamos del girasol y por técnicas bastantes complejas lo pusimos en una planta modelo Arabidopsis y se lo patentó”.

Fue una combinación entre Conicet-UNL y la empresa (Bioceres). “Esta empresa -dice la investigadora- se ocupó primero de la protección de la propiedad intelectual. Hace pocos días, en Estados Unidos, nos otorgaron la patente de ese gen Hahb.4, que es posterior. Primero, en agosto, nos habían otorgado la patente del promotor y ahora la de éste también, a los inventores, que somos nosotros. Los dueños de la propiedad intelectual son las instituciones (Conicet-UNL) y en convenio con Bioceres, con quienes se comparten gastos y un porcentaje de ese valor que puede tener la patente. Hasta ahora, ha sido todo inversión”.

La novedad es que Advanta India -una empresa multinacional- quiere licenciar la utilización de este gen para mejorar cultivos de arroz, canola, mostaza y algodón. “Bioceres y nosotros, en forma conjunta, transformamos las plantas de maíz, trigo y soja, que son los tres cultivos más importantes de la Argentina, con el gen tolerante al déficit hídrico. Y ya se está experimentando a campo, pero todavía no tenemos los resultados; creemos que los tendremos a fin de año.En tanto, Chan sí confirma resultados de laboratorio, “que son muy prometedores, como que la cosa estaría funcionando muy bien”, expresa.En este punto, la investigadora indica que en el laboratorio, los ensayos son limitados, con pocas plantas. Los ensayos con muchas de ellas se deben hacer a campo y los está llevando adelante la gente de Bioceres.“Uno descubre una cosa en una planta y lo pasa a otra mediante ingeniería genética; hacemos una construcción genética. Nosotros lo hicimos con Arabidopsis. Hacerlo en trigo, maíz y soja es más complejo. Se pagó para ello un servicio en una universidad extranjera. Nosotros le aportamos la construcción genética y ellos nos dieron las semillas transformadas. Esa semilla se sembró a campo para multiplicarla en invernadero, para lo cual hubo que pedir permiso a la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia), un permiso para ensayo en invernadero”, recalca Chan. Con esas semillas, este año, el laboratorio trabajó, y Bioceres sembró campos con distintos grados de estrés hídrico. “Todavía no tenemos los resultados pero van a estar dentro de bastante poco tiempo para lo que son los tiempos de la investigación.

Las pruebas de laboratorio son muy prometedoras pero no son directamente extrapolables. Las condiciones de laboratorio no son iguales a la del campo”, afirma la investigadora.Chan retoma su relato en cuanto al convenio con Advanta. “Bioceres, autorizada por las instituciones, firmó un convenio con Advanta India por el cual van a desarrollar conjuntamente esos otros cuatro cultivos (arroz, canola, mostaza y algodón), con el gen que nosotros sacamos en su momento. Cuando esos cultivos hagan el desarrollo que se hizo en maíz, trigo y soja -serán 3 ó 4 años más-, con ese desarrollo, si funciona, se distribuirán regalías entre las dos partes: Advanta y el conjunto de las instituciones que están representadas por Bioceres”. La investigadora pone de relieve la importancia del convenio con Advanta: “No sólo es un paso importantísimo para la agronomía. Es algo que surgió en este país, que no es de los más desarrollados; en Santa Fe, que no es de las ciudades más importantes, y que le interesó a una empresa extranjera que tiene muchísimas más posibilidades de concretar desarrollos y muchísimo más dinero para generar conocimiento que nosotros”. “Creo que es un hito importante -sigue diciendo-; significa que uno como país puede generar tecnología. Cuánta gente se queja porque Argentina compra tecnología y produce alimentos.

Los alimentos pueden tener un valor agregado enorme. El desarrollar tecnología en un lugar público como éste para mí es un orgullo. Esto despertó el interés de un grande”, puntualiza.La Dra. Chan comenta que, además, en esta semana se otorgó la patente de un gen modificado que acelera el crecimiento, proyecto que se lleva adelante también con Bioceres, pero -agrega- se encuentra un poco frenado.“Puede ser para soja, trigo y maíz. Hay varios genotipos o tipos semillas que crecen en menor tiempo, pero dan menos productividad. Lo bueno de este sistema es que tendríamos la misma productividad que en un ciclo largo. Esto implica un mejor aprovechamiento de la tierra. Esto está en etapa de prototipo, está la patente, pero no se pasó todavía a plantas de interés agronómico. Todo esto es mucho esfuerzo, mucho dinero, los pasajes a planta, los ensayos a campo, los permisos; no se puede hacer todo junto”, relata la investigadora.

En tanto, al final de la entrevista, comenta que también este año, “con un grupo inglés, hubo un convenio por el cual nosotros desarrollamos un gen de tolerancia al frío, salinidad y sequía combinadamente. Con un estudio se hizo una patente también sobre ese gen y está por licenciarse. Yo esperaría para decir más sobre esto, pero sí hay interesados”, concluye.