Un tubérculo sin secretos
Se descifró el genoma de la papa y Argentina fue partícipe, a través del INTA. Se abren nuevas posibilidades.
Se descifró el genoma de la papa y Argentina fue partícipe, a través del INTA. Se abren nuevas posibilidades.
A la papa ya le quedan pocos secretos. Es que recientemente se logró descifrar el genoma de este valioso miembro de la familia de las solanáceas: tiene 12 cromosomas y se calcula que posee 840 millones de pares de bases, lo que equivale aproximadamente a una cuarta parte del genoma humano.
De esta secuenciación genética del milenario tubérculo y tercer cultivo más importante del mundo (después del arroz y el trigo), participó el INTA, como parte activa de un consorcio internacional de científicos de 14 países.
"El hallazgo permitirá entender cómo funciona la papa para identificar genes fundamentales que puedan perfeccionar el rendimiento y la sanidad, así como los aspectos nutricionales e industriales de la producción. Al mismo tiempo, este descubrimiento podría revolucionar tanto los programas de mejoramiento genético como la manera de explorar la diversidad del germoplasma", comentó a Clarín Rural Sergio Feingold, director del Laboratorio de Agro-Biotecnología de esa unidad y referente institucional del proyecto.
El INTA Balcarce participó en este proceso dentro del Consorcio de Secuenciación del Genoma de la Papa (PGSC, por sus siglas en inglés), creado por la Universidad de Wageningen (Holanda) y del cual participan distintas instituciones. El Laboratorio de Agro-Biotecnología contribuyó con la secuenciación parcial del cromosoma 3, la secuencia completa de la mitocondria y con la construcción de un mapa genético que identifica la localización de todos los fragmentos secuenciados por los socios del consorcio. El PGSC comenzó este trabajo en 2006.
"Este fue un punto de partida. De aquí en más, habrá una proliferación de proyectos que hacen a la funcionalidad de esos genes y esa información genética podrá ser incorporada en nuevas variedades de papa. El resultado de esta investigación podrá ser utilizado por diferentes grupos, no sólo para hacer nuevas variedades de papa, sino también, por ejemplo, para el desarrollo de una determinada calidad industrial, el mejoramiento de la calidad y el valor nutricional, la resistencia a los patógenos de nuevas variedades y aumentar la producción y para pensar en la papa como una biofábrica, de almidón (mucho mayor que el maíz) para hacer plásticos, para facilitar la industria del papel, como biocombustible, etcétera. Así, la papa dejará de ser un commodity y podrá transformarse en un speciality", detalló a Clarín Rural Feingold.
"Vamos a poder identificar a todos los genes presentes en el genoma de la papa. Y esto trae muchas promesas. Además de las citadas, también se podrá identificar aquellos genes relacionados con una productividad bajo condiciones de estrés, especialmente importante en lo que se refiere a sequía o altas temperaturas".
Este logro también permitirá contar con una guía para identificar las variantes de esos genes presentes en los distintos bancos de germoplasma, como los que tiene el INTA. Otro dato importante es que los mejoradores de papa podrán acortar los 10 ó 12 años actualmente necesarios para obtener nuevas variedades. El especialista también destacó que "la papa es como la prima hermana del tomate y posee muchos genes parecidos, al igual que con otras solanáceas -tabaco, pimiento, berenjena-. O sea que la información puede traer beneficios extendidos a otras especies".
El INTA Balcarce participó en este proceso dentro del Consorcio de Secuenciación del Genoma de la Papa (PGSC, por sus siglas en inglés), creado por la Universidad de Wageningen (Holanda) y del cual participan distintas instituciones. El Laboratorio de Agro-Biotecnología contribuyó con la secuenciación parcial del cromosoma 3, la secuencia completa de la mitocondria y con la construcción de un mapa genético que identifica la localización de todos los fragmentos secuenciados por los socios del consorcio. El PGSC comenzó este trabajo en 2006.
"Este fue un punto de partida. De aquí en más, habrá una proliferación de proyectos que hacen a la funcionalidad de esos genes y esa información genética podrá ser incorporada en nuevas variedades de papa. El resultado de esta investigación podrá ser utilizado por diferentes grupos, no sólo para hacer nuevas variedades de papa, sino también, por ejemplo, para el desarrollo de una determinada calidad industrial, el mejoramiento de la calidad y el valor nutricional, la resistencia a los patógenos de nuevas variedades y aumentar la producción y para pensar en la papa como una biofábrica, de almidón (mucho mayor que el maíz) para hacer plásticos, para facilitar la industria del papel, como biocombustible, etcétera. Así, la papa dejará de ser un commodity y podrá transformarse en un speciality", detalló a Clarín Rural Feingold.
"Vamos a poder identificar a todos los genes presentes en el genoma de la papa. Y esto trae muchas promesas. Además de las citadas, también se podrá identificar aquellos genes relacionados con una productividad bajo condiciones de estrés, especialmente importante en lo que se refiere a sequía o altas temperaturas".
Este logro también permitirá contar con una guía para identificar las variantes de esos genes presentes en los distintos bancos de germoplasma, como los que tiene el INTA. Otro dato importante es que los mejoradores de papa podrán acortar los 10 ó 12 años actualmente necesarios para obtener nuevas variedades. El especialista también destacó que "la papa es como la prima hermana del tomate y posee muchos genes parecidos, al igual que con otras solanáceas -tabaco, pimiento, berenjena-. O sea que la información puede traer beneficios extendidos a otras especies".