De la biotecnología a la bioindustria: Puente con la sociedad
El Centro de Biotecnología Industrial del INTI tendrá entre sus objetivos difundir los conocimientos a diversos sectores sociales para mejorar la calidad de vida de la población.
Por Alberto Diaz. En Cash del 20 de septiembre pasado se dijo: “Mientras que hay países que deben comprar tecnología, hay otros que tienen la capacidad de desarrollarla. Ese es el caso, en muchos sectores, de la Argentina. Sólo falta ajustar prioridades”. Uno de esos sectores podría ser el de la biotecnología, en el camino de construir nuestra bioindustria, especialmente relacionada con la salud humana. Esta convicción está basada en la existencia de recursos humanos formados en los sectores biológicos, en instituciones académicas consolidadas y de prestigio y con industrias relacionadas (alimentos, medio ambiente, farmacéuticos) con capacidad empresarial. Sin embargo, aparece una carencia fuerte, entre otras menores: la falta de plantas industriales que realicen desarrollos de bioprocesos.
La poca disponibilidad de establecimientos productivos amenaza con lentificar los desarrollos y producciones de proteínas recombinantes para uso terapéutico en todo el mundo. Esta preocupación es, primero, sobre la capacidad física, pero también lo es sobre las capacidades de los biotecnólogos y bioingenieros que podrían llevar a generar fuertes pérdidas en el sector biofarmacéutico, pero no sólo en este rubro. Este problema se presenta en todos los sectores involucrados en la biotecnología: medio ambiente, alimentos, química, materiales, etc. El alto costo de hacer un desarrollo en escala (como cepas de lactobacilos, levaduras para vinos, enzimas recombinantes u otros) puede llegar a impedir que una empresa –sobre todo si es una pyme– encare nuevos productos o nuevas tecnologías. Nos referimos, sobre todo, a las producciones biológicas con microorganismos. Este tema se complica si lo extendemos a las producciones con células animales.
Se calcula que el mercado biofarmacéutico será para 2011 de 114 mil millones de dólares, es decir, un 14 por ciento del mercado farmacéutico mundial. Entre 2005 y 2010 habrán ingresado al mercado entre 100 y casi 200 nuevos medicamentos biológicos. Una buena parte de ellos serán anticuerpos monoclonales y proteínas para vacunas. De acuerdo con estas previsiones de crecimiento del mercado, se necesitará cuadruplicar las capacidades actuales de producción en células de mamíferos y algo menos para la producción usando microorganismos.
Actualmente existen plantas pertenecientes a empresas dedicadas a algunas proteínas específicas; un segundo grupo son de las empresas para grandes proyectos, ya avanzados. Hay un tercer grupo que están a disposición del mercado para proyectos iniciales, proyectos de desarrollos productivos o fases preclínicas, con precios “accesibles” para pymes del ramo, sean internacionales o para grandes instituciones, sin experiencia (en general) sobre controles o métodos de calidad validados. Este grupo se ha comenzado a desarrollar de manera significativa por las necesidades de la demanda. Para asegurarse un sitio en el mercado deben tener rapidez en la respuesta y en la acción, calidad y confiabilidad: trazabilidad, adaptarse a normas internacionales, experiencia e historia.
Este breve panorama internacional sobre todo refleja lo que sucede en el sector de los medicamentos biológicos, que es el que evoluciona aceleradamente, pero es una realidad para todos los sectores industriales. Sobre todo, en países como la Argentina: pasar de la fase de prueba o de investigación en laboratorio a la planta de producción es de alto riesgo y requiere inversiones considerables, lo que es muy difícil para las pymes. Hay una ausencia en nuestro país de estas plantas de bioprocesos para facilitar los desarrollos de las tecnologías y productos biológicos y biotecnológicos.
Consciente de esta situación, el INTI comenzó a desarrollar en 2004 el Programa de Biotecnología que tuvo como objetivo establecer este puente, pero que, además por las características todavía potenciales de la biotecnología en nuestro país, actuó en la transferencia de tecnologías y difundió las posibilidades de la biotecnología en diferentes sectores industriales. Estas actividades llevaron al INTI a crear su Centro de Investigación y Desarrollo de Biotecnología Industrial que, a través de su Planta de Bioprocesos, se dedicará a la realización de desarrollos productivos, considerando los temas técnicos, económicos, legales y regulatorios.
El Centro, en una activa cooperación público-privada, cuenta con 20 socios fundadores: 18 empresas y dos organismos oficiales (Anlis y Conicet). Tendrá los siguientes ejes esenciales u objetivos específicos: dominar tecnologías biológicas en escala, dominar tecnologías moleculares, realizar investigaciones y desarrollos trabajando en redes con centros de investigación públicos o privados, transferir y difundir los conocimientos a diversos sectores sociales para mejorar la calidad de vida de la población. La Planta de Bioprocesos cuenta con una superficie cubierta de casi 400 metros cuadrados y áreas de servicios en las que se han invertido alrededor de siete millones de pesos, con fondos propios del INTI y un crédito Fontar, que representó aproximadamente el 30 por ciento de la inversión. Las instalaciones tienen áreas limpias de trabajo, con presión diferencial entre ellas y con un número controlado de partículas en el ambiente para asegurar la máxima limpieza de los procesos que allí se desarrollen y también un sistema de agua purificada en todas las áreas.
Además de los tecnólogos y científicos que trabajarán en la planta, sus instalaciones estarán disponibles para hacer el escalado que necesiten los grupos de investigación que quieran hacer desarrollos para transferir a las empresas. A su vez, éstas podrán acudir a los servicios de la planta para encarar diversas producciones. Otra de las actividades del Centro será colaborar en la formación de tecnólogos: bioingenieros o biotecnólogos para bioprocesos. Para eso se ha comenzado a dictar un curso anual de formación en Biotecnología Industrial con la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, sabiendo que este recurso humano es escaso y será necesario para nuestras empresas y los futuros innovadores biotecnológicos que incorporen el conocimiento que se genere en el país.
Finalmente, para mantenernos actualizados y ganar tiempos, se han establecido colaboraciones con instituciones del exterior y con científicos y tecnólogos argentinos que se encuentran en el exterior para recuperar sus conocimientos y ampliar nuestras tecnologías. De esta forma el Centro de Biotecnología Industrial del INTI será una nueva herramienta para facilitar el puente entre la ciencia y la modernización industrial, es decir, entre la ciencia y la sociedad.