Planta de bioprocesos múltiples
Desarrollo nacional “a medida”. La mayoría de los desarrollos biotecnológicos que se emplean en el país son importados. La futura planta de Miguelete dará servicios para satisfacer las necesidades de las empresas y los costos serán más reducidos, con la gran ventaja de hacer desarrollos “a medida”, señala Díaz. La biotecnología permite conseguir en el laboratorio y en grandes cantidades, lo que se encuentra en la naturaleza de forma escasa. “Desde hace 25 años, en el mundo se utilizan bacterias genéticamente modificadas. Se les inserta un determinado gen humano y pueden producir insulina, por ejemplo. Mediante el empleo de esa técnica es posible elaborar medicamentos y vacunas”, afirma Díaz, que también se ocupa del gerenciamiento de Inis Biotech, oficina de transferencia de tecnología de la Fundación Instituto Leloir. También es posible integrar genes de otros microorganismos en bacterias u hongos y producir enzimas para mejorar la calidad de detergentes, para clarificar jugos o para usar en la industria química, entre otras aplicaciones. “Queremos trabajar mucho con empresas innovadoras que no sólo van a producir para el país o para el Mercosur, sino que también van a exportar a otras regiones. Además, vamos a asociarnos con centros de investigación del país y del exterior”, destaca Díaz. Y agrega: “Ya firmamos un convenio con el Centro Internacional de Ingeniería Genética y Biotecnología con sede en Trieste, Italia. Para dar un ejemplo, trabajar en red permite desarrollar proyectos en dos meses, en vez de ocho. También firmamos convenios con algunas empresas para cuando la planta comience a funcionar”. Por su parte, la licenciada en química María de los Ángeles Cappa, coordinadora de Desarrollos Biotecnológicos Industriales del INTI, señala: “En el ámbito privado, las más beneficiadas son las pequeñas y medianas empresas, dado que el alto riesgo de inversión, las restricciones legales por diferentes formas de protección de la propiedad intelectual y los largos tiempos de desarrollo de un producto biotecnológico, hace que los esfuerzos individuales sean prácticamente inviables”. Según Cappa, lo que se intenta es favorecer las vinculaciones público- privadas para apoyar el desarrollo productivo de la biotecnología en la Argentina en un sentido más amplio. “Nuestro país cuenta con un nivel de investigadores e instituciones dedicadas a las ciencias biológicas de alto nivel, pero cuando se intenta llevar un producto al mercado, aparecen ciertos obstáculos que lo dificultan, y el problema no es sólo económico o financiero. El contar con recursos en ciencia básica no alcanza: hay limitaciones en la formación de personal en áreas de bioprocesos, en temas regulatorios, cuestiones éticas y de gestión tecnológica”, explica Cappa y continua: “Esto requiere de un conjunto de esfuerzos tecnológicos públicos y privados a partir de instituciones formales”. En ese sentido, la Planta de Bioprocesos Múltiples, además de llevar a escala industrial los resultados del sistema científico, se encargará de formar recursos humanos en bioprocesos, a través de cursos de posgrado generados a través de acuerdos con las universidades nacionales. “Trabajamos en un proyecto para la realización de un curso de especialización, de posgrado, a través de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, ya aprobado por el Consejo Directivo de la Facultad”, destaca Cappa. “De esta manera, el proyecto vincula los sectores más avanzados del conocimiento biológico con el sector industrial de manera de valorizar la producción biotecnológica en el país”, señala Díaz.