Convierten residuos urbanos en abono agrícola

La basura no tratada de manera adecuada puede generar daños en la flora y fauna y contaminación ambiental. En la Universidad Nacional de Santiago del Estero tratan de minimizar estos desechos, aprovechar los materiales que los componen y transformarlos en materia orgánica y nutrientes para el suelo. La basura no tratada de manera adecuada puede generar daños en la flora y fauna y contaminación ambiental. En la Universidad Nacional de Santiago del Estero tratan de minimizar estos desechos, aprovechar los materiales que los componen y transformarlos en materia orgánica y nutrientes para el suelo.

De los residuos urbanos que cada habitante genera, gran parte son recolectados por la municipalidad, pero también están los que se depositan en vertederos a cielo abierto. Estos no sólo afectan al paisaje, sino que al degradarse generan contaminación del ambiente. Por ello, los investigadores de la Universidad Nacional de Santiago del Estero tratan de minimizar la cantidad de desechos y realizan el tratamiento de sus partes biodegradables. Con esto procuran generar abono como fuente de materia orgánica y nutrientes.

Este estudio se llevó a acabo en Santiago del Estero con la recolección de tres tipos de residuos: los urbanos domiciliarios (provenientes de las casas, de los cuales sólo se elige el material orgánico como los restos de comida, jardinería, etc.), los del mercado frutihortícola y los de un frigorífico matadero (que constituyen los restos del contenido ruminal, algo de excremento y un poco de sangre producidos en la faena del ganado, de los que se extraen sólo los elementos semisólidos).

Para lograr el aprovechamiento de estos desechos se los trata mediante dos procesos: 1) el compostaje y 2) el vermicompostaje. El primero es un proceso en el que intervienen numerosos y variados microorganismos, por lo que es preciso controlar el contenido de oxígeno, la humedad y la temperatura, ya que si ésta se eleva demasiado se mueren los microorganismos que sirven para esta acción. El segundo tratamiento, aplicado a los residuos, también se denomina “lombricompostaje”, ya que se utilizan lombrices californianas para obtener un producto apto para el suelo. Luego, se establece si el producto obtenido (compost y/o lombricompost) es apto para la agricultura y no un contaminante. Para evaluar estos abonos se los agrega en el suelo y se estudia cómo mejora su calidad nutricional. De esta manera se intenta mejorar la producción hortícola y la calidad nutricional de estas hortalizas.

En cuanto a otros tipos de residuos urbanos como los papeles, plásticos, latas, cauchos, textiles, vidrios, etc., se pueden aprovechar a partir de reciclado. Es decir que se extraen componentes de residuos para transformarlos en material útil. Lo que no se puede reciclar son los pañales, medicamentos vencidos e insecticidas, pues son peligrosos. Ellos representan un 15% del total de los residuos generados en las casas.

Como resultado del proyecto se procuró, mediante campañas educativas en los hogares, generar conciencia para cambiar hábitos en la población con respecto a la separación de residuos en diferentes bolsas. Así, se logró que separen en las casas por un lado los desechos orgánicos biodegradables destinados al compostaje, por otra parte los destinados a reciclaje y aparte aquellos residuos urbanos que no se tratan por no ser aptos para ello. “Con esto se alcanzaron a ampliar los agentes multiplicadores de la comunidad en defensa del medioambiente. Además, se pudo ligar la problemática ambiental con el quehacer universitario y la conciencia ciudadana”, afirmaron los investigadores del proyecto a InfoUniversidades.