Premio Innovar 2008 para un trabajo de transgénesis mediada por espermatozoides
El grupo de estudiantes y tesistas que trabaja en el Laboratorio de Biotecnología Animal de la FAUBA, bajo la dirección del veterinario Daniel Salamone, obtuvo el Premio Innovar 2008 que da lugar a productos y procesos que se destacan por su diseño, tecnología o su grado de originalidad.
El grupo de estudiantes y tesistas que trabaja en el Laboratorio de Biotecnología Animal de la FAUBA, bajo la dirección del veterinario Daniel Salamone, obtuvo el Premio Innovar 2008 que da lugar a productos y procesos que se destacan por su diseño, tecnología o su grado de originalidad.
Entre decenas de innovaciones, se encontraba el proyecto de transgénesis mediada por espermatozoides realizado por los integrantes del Laboratorio de Biotecnología Animal de la Facultad de Agronomía, que está bajo la dirección de Daniel Salamone. Fue el 24 de octubre pasado en el contexto del Premio Innovar, que realiza todos los años, en Galerías Pacífico, el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Un jurado de notables se convenció de que, bajo la categoría Investigación Aplicada, este trabajo debía ser premiado. La investigación -que se realizó en el marco de la cooperación entre la FAUBA, el INTA de Bariloche y CONICET- se propone utilizar el espermatozoide para introducir un fragmento de ADN exógeno, generando así embriones modificados genéticamente en vacas, ovejas cerdos, gatos y caballos. Siendo la primera vez, a nivel mundial, que una sola técnica resulta efectiva en cinco especies de mamíferos diferentes.
Todo comenzó con la inquietud del biólogo Federico Pereyra Bonnet, quien llegó al Laboratorio hace dos años para concretar su tesis de doctorado. Salamone explica: “Él quería introducir las modificaciones genéticas a través de los espermatozoides, eso era algo a lo que yo le tenía desconfianza… Pero conocía el trabajo de un investigador inglés que había comprobado que en ratones, si se trataba el espermatozoide y luego se lo inyectaba, eso funcionaba. Entonces, le propuse que apueste a eso ¡y obtuvo resultados increíbles!”. Bonnet se puso en marcha e, incluso, por esta labor, el año pasado, recibió el premio que otorga la Sociedad Brasileña de Tecnología de Embriones –fue la primera vez que este reconocimiento tuvo como protagonista a un estudiante que no fuese de origen brasileño-.
De todas formas, el proceso siempre fue en equipo. “Hay que resaltar el espíritu de grupo”, hace hincapié el director del Laboratorio. Federico Pereyra Bonnet primer autor de la presentación se encargó de los bovinos y ovinos, Gabriel Vichera –quien, también, acumula el premio de la Sociedad de Medicina Reproductiva y el de la Sociedad de Andrología- colaboró con los equinos, Ramiro Olivera con cerdos y Javier Jarazzo trabajó con gatos. En todos los casos la labor constó de: madurar los ovocitos en el laboratorio para luego exponer el espermatozoide a la construcción e inyectarlos –tarea que realizó Pereyra Bonnet- y, después, desarrollarlos durante siete días más in vitro para, por último, implantar los embriones en los respectivos animales.
Así, a través de una inyección intracitoplasmática, el espermatozoide transpora la información masculina más una información extra (un fragmento de ADN) el que –en caso de que el experimento sea exitoso-, una vez dentro del organismo, brilla expresando un color verde. Esto sirve para detectar dónde se despierta el gen y dónde no. Para la implementación de este trabajo se necesitó el permiso de la Secretaría de Agricultura y Ganadería que fue gestionado por Rafael Fernández Martín, docente del Departamento que acompañó la experiencia también aportando sus conocimientos en Biología Molecular. Y luego de numerosos intentos, nació Esperanza, la primera oveja, que fue asistida –tanto en su nacimiento como en el proceso de gestación- por Alejandro Gibbons con la colaboración de Marcela Cueto, integrantes ambos del INTA de Bariloche.
A pesar que este animal no resultó ser transgénico, lo que ocurre en un alto porcentaje de los animales generados, demostró que los embriones producidos son viables. Esto le refuerza el entusiasmo al equipo y mucho más cuando, a través de un reconocimiento, se valora el esfuerzo realizado. “Es un lindo mimo”, garantiza Salamone.
Actualmente, el interés está puesto en la publicación de un segundo paper respecto de esta temática y en continuar con el trayecto que conduzca al objetivo último de este grupo de científicos: que en la saliva de la oveja se produzca una enzima nueva –la cutinasa- para que el ovino, comiendo exactamente la misma cantidad, tenga una mayor capacidad de digestión. La cutinasa degrada la cutina, protección aérea de las plantas, y los animales que la expresen en su glándula salival digerirán más celulosa.