Logran un biofertilizante a bajo costo
En la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres de Tucumán logran un biofertilizante de bajo costo que reduce el precio de tratar una hectárea de caña de azúcar de 180 a 110 dólares y es ecológico.
En la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres de Tucumán logran un biofertilizante de bajo costo que reduce el precio de tratar una hectárea de caña de azúcar de 180 a 110 dólares y es ecológico.
Un estudio de campo hecho en Tucumán por la Sección Caña de Azúcar de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) muestra que con un biofertilizante de origen cordobés, pero modificado para adaptarlo a este cultivo, se baja el costo de tratar una hectárea de caña de 180 dólares a 110. El asunto se logra con un mix que combina mitad de urea (el fertilizante habitual de origen petroquímico) y mitad del "biotucumano".
El cóctel de insumos del "biotucumano" es secreto y está patentado, pero el ingeniero agrónomo Jorge Scandaliaris, autor del desarrollo, deja entrever que tiene macronutrientes, como el nitrógeno en su forma más biodisponible para las raíces (nitratos), fósforo, potasio, silicio, calcio y azufre, y micronutrientes, como boro, cobalto, magnesio y hierro. Sin embargo, el componente crítico es una mezcla de microorganismos: bacterias anaeróbicas y aeróbicas, además de hongos y otros seres mesófilos, que garantizan un "suelo activo".
Y las cañas, parece, felices. Si la respuesta máxima de crecimiento con un 100% de urea es del 29%, con una mitad de urea y otra de "biotucumano" la cifra sigue clavada ahí, pero el costo de fertilización por hectárea cae casi a la mitad. Como consecuencia, la industria azucarera del NOA se dispone a empezar la próxima siembra de caña usando "biotucumano" en por lo menos un 20% del área bajo cultivo, y podría ser el 30% también. Un experimento de campo está volviéndose una tecnología de uso masivo de un año para otro, y sin que haya habido mucha discusión académica.
El "biotucumano" en realidad nació en Córdoba (el Nutribacter de la firma Cegan) y se pensó para otros cultivos, pero Scandaliaris, probablemente el mayor experto sudamericano en caña de azúcar, lo modificó para especializarlo en caña azucarera y en ambientes tucumanos. Y lo cierto es que Tucumán parece estar haciendo punta en ese largo adiós a la agricultura petrolera que dominó el mundo desde la "revolución verde" de los años 60. "Lo que proponemos con modestia -dice el director de la Colombres, el doctor Daniel Ploper- es que al menos el campo tucumano funcione más con «carbono verde» [de origen biológico] que con «carbono negro» [de origen hidrocarburífero]."
El "biotucumano" tiene muchas ventajas: en lugar de importarse o de contribuir a la depleción total de yacimientos de gas ya despresurizados, se fabrica generando trabajo local, en buena parte con los desperdicios habituales de la agroindustria argentina. Entre ellos, las cachazas y vinazas, que van a parar sin tratamiento a ríos y otros cuerpos de agua, asfixiándolos por hiperfertilización y colmatándolos por eutroficación.
La industria azucarera adopta urgida esta tecnología porque todo lo que viene de hidrocarburos se le está volviendo impagable. Otros productores agrícolas argentinos vigilan las novedades que vienen de la Colombres con una mezcla de extrañeza y curiosidad. Fue un experimento de resultados espectaculares. Y eso está poniendo a trabajar los cerebros agronómicos de toda la Argentina.
Un estudio de campo hecho en Tucumán por la Sección Caña de Azúcar de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) muestra que con un biofertilizante de origen cordobés, pero modificado para adaptarlo a este cultivo, se baja el costo de tratar una hectárea de caña de 180 dólares a 110. El asunto se logra con un mix que combina mitad de urea (el fertilizante habitual de origen petroquímico) y mitad del "biotucumano".
El cóctel de insumos del "biotucumano" es secreto y está patentado, pero el ingeniero agrónomo Jorge Scandaliaris, autor del desarrollo, deja entrever que tiene macronutrientes, como el nitrógeno en su forma más biodisponible para las raíces (nitratos), fósforo, potasio, silicio, calcio y azufre, y micronutrientes, como boro, cobalto, magnesio y hierro. Sin embargo, el componente crítico es una mezcla de microorganismos: bacterias anaeróbicas y aeróbicas, además de hongos y otros seres mesófilos, que garantizan un "suelo activo".
Y las cañas, parece, felices. Si la respuesta máxima de crecimiento con un 100% de urea es del 29%, con una mitad de urea y otra de "biotucumano" la cifra sigue clavada ahí, pero el costo de fertilización por hectárea cae casi a la mitad. Como consecuencia, la industria azucarera del NOA se dispone a empezar la próxima siembra de caña usando "biotucumano" en por lo menos un 20% del área bajo cultivo, y podría ser el 30% también. Un experimento de campo está volviéndose una tecnología de uso masivo de un año para otro, y sin que haya habido mucha discusión académica.
El "biotucumano" en realidad nació en Córdoba (el Nutribacter de la firma Cegan) y se pensó para otros cultivos, pero Scandaliaris, probablemente el mayor experto sudamericano en caña de azúcar, lo modificó para especializarlo en caña azucarera y en ambientes tucumanos. Y lo cierto es que Tucumán parece estar haciendo punta en ese largo adiós a la agricultura petrolera que dominó el mundo desde la "revolución verde" de los años 60. "Lo que proponemos con modestia -dice el director de la Colombres, el doctor Daniel Ploper- es que al menos el campo tucumano funcione más con «carbono verde» [de origen biológico] que con «carbono negro» [de origen hidrocarburífero]."
El "biotucumano" tiene muchas ventajas: en lugar de importarse o de contribuir a la depleción total de yacimientos de gas ya despresurizados, se fabrica generando trabajo local, en buena parte con los desperdicios habituales de la agroindustria argentina. Entre ellos, las cachazas y vinazas, que van a parar sin tratamiento a ríos y otros cuerpos de agua, asfixiándolos por hiperfertilización y colmatándolos por eutroficación.
La industria azucarera adopta urgida esta tecnología porque todo lo que viene de hidrocarburos se le está volviendo impagable. Otros productores agrícolas argentinos vigilan las novedades que vienen de la Colombres con una mezcla de extrañeza y curiosidad. Fue un experimento de resultados espectaculares. Y eso está poniendo a trabajar los cerebros agronómicos de toda la Argentina.