Avance local contra el mal de Parkinson
Investigadoras argentinas acaban de dar con una clave para poder estudiar una proteína que se considera responsable del mal de Parkinson: desarrollaron un método para hacerla visible y así poder seguir sus huellas dentro de tejidos vivos.
Investigadoras argentinas acaban de dar con una clave para poder estudiar una proteína que se considera responsable del mal de Parkinson: desarrollaron un método para hacerla visible y así poder seguir sus huellas dentro de tejidos vivos. El trabajo, que se publicó en Nature Methods, ofrece una valiosa herramienta para investigar esta enfermedad, que afecta a personas mayores de 65 años, aunque en un 30% de los casos se presenta en individuos jóvenes, como le ocurrió al actor norteamericano Michael Fox. Esta patología crónica y progresiva está caracterizada por rigidez muscular, temblores en las manos, las piernas y la mandíbula, y lentitud de los movimientos. Uno de los principales problemas que tenían hasta ahora quienes la estudian es que la proteína asociada con el mal (la alfa-sinucleína, que se acumula dentro de las neuronas dopaminérgicas) es muy pequeña, de apenas 140 aminoácidos, que son las moléculas que la forman, por lo que era difícil visualizarla. "Generalmente, lo que se hacía era fusionarla con otra proteína fluorescente -explica María Julia Roberti, primera autora del trabajo , desde Alemania , donde se encuentra haciendo su doctorado en el Instituto Max Planck-. Pero como estas últimas son muy grandes uno podía terminar estudiando la proteína fluorescente en lugar de la alfa-sinucleína..." Como alternativa, desde 1998 se propuso que, en lugar de fusionar una proteína entera, se agregara una secuencia de pocos aminoácidos que reaccionaran por afinidad con compuestos de flúor. Como éstos forman complejos muy estables, se pensó, sería posible conferirle propiedades fluorescentes a la proteína de interés. El trabajo de Roberti fue crear esa proteína con la secuencia de aminoácidos en un extremo, sintetizarla y compararla con la natural para asegurarse de que se comportaba igual. "Generamos una proteína recombinante de alfa-sinucleína, con el agregado de un péptido que enciende su fluorescencia al unirse a la proteína y permite seguir el destino de ella en células vivas", afirma. La alfa-sinucleína cumple una función fisiológica en el sistema nervioso, pero ante ciertas condiciones tiende a formar depósitos amiloides, muy tóxicos para las neuronas. Estos agregados que se detectaron en autopsias en el cerebro de enfermos de Parkinson, denominados "cuerpos de Lewy", van dañando las neuronas productoras de dopamina, un neurotransmisor vinculado con las funciones motrices, las emociones y los sentimientos de placer. "El trabajo permitió ver la distribución y el comportamiento de la alfa-sinucleína en células vivas", afirma la doctora Elizabeth Jares, profesora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y directora del grupo, junto con el doctor Thomas Jovin, investigador argentino del Instituto Max Planck de Química Biofísica, de G?ngen, Alemania. Tras probar que la proteína in vitro se comporta como la natural, las investigadoras comenzaron estudios en células de mamíferos, constataron que la nueva proteína posee las mismas características de la original y también pudieron seguir su comportamiento in vivo y determinar cómo sus moléculas se agrupan formando agregados. "La ventaja que tenemos es que no hay necesidad de matar a las células para estudiarlas", subraya Roberti. La nueva herramienta permitirá desentrañar, en células y organismos vivos, el proceso por el cual se desarrolla la patología. Hoy se cree que la toxicidad no reside en los depósitos grandes, sino en los agregados más pequeños, de pocas unidades. "Por eso, queremos indagar cuándo se forman", destaca Jares. Para seguir la proteína marcada, utilizan "un microscopio de ?arreglo programable? desarrollado en el laboratorio del doctor Jovin, que permite obtener imágenes a muy alta velocidad", agrega. El Instituto Max Planck contribuirá para la compra de este equipo en el país. "Este estudio tiene implicancias en el ámbito médico -afirma Jovin-. A medida que logremos descifrar el mecanismo de agregación de las proteínas amiloides será posible diseñar nuevas drogas y tratamientos para impedir, retrasar, revertir o compensar el proceso." Y concluye: "Dado que la enfermedad no se presenta hasta que mueren la mayoría de las neuronas de las regiones afectadas, en paralelo pensamos desarrollar nuevos métodos diagnósticos que permitirán detectar la enfermedad en el estadio preclínico". Con la colaboración del Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA