Avanza el biobutanol
Diversos procesos microbianos fueron desarrollados, antes de la Primera Guerra Mundial, con la finalidad de obtener butadieno, el cual participa en la fabricación de caucho sintético. Este es utilizado extensamente en la elaboración de neumáticos para autos y camiones.
Diversos procesos microbianos fueron desarrollados, antes de la Primera Guerra Mundial, con la finalidad de obtener butadieno, el cual participa en la fabricación de caucho sintético. Este es utilizado extensamente en la elaboración de neumáticos para autos y camiones. Uno de los pioneros de aquel momento fue Chaim Weizmann, quién realizó una importantísima investigación sobre la producción de acetona (utilizada en explosivos), butanol y etanol a través de la fermentación llevada a cabo por la bacteria Clostridium acetobutylicum, denominada luego como la fermentación ABE. La fermentación ABE fue utilizada por numerosos países hasta los años 50, momento en que los procesos basados en petróleo reemplazaron a aquellos de fermentación por microorganismos. Las plantas con fermentadores fueron cerradas. Pero en 1973, la crisis del petróleo renovó el interés en los procesos de fermentación. Gracias a los avances relacionados al genoma del Clostridium acetobutylicum, sumado al abaratamiento de los sustratos utilizados, y con el desarrollo de nuevas técnicas que mejoran el rendimiento, renació el interés por la fermentación ABE para producir biobutanol. El biobutanol es un combustible no corrosivo, que tiene el potencial de ser mezclado con las naftas en mayores concentraciones que los actuales biocombustibles, sin la necesidad de cambios en los vehículos. Es superior a la mezcla nafta-etanol, y rinde más kilómetros por litro. Además, el biobutanol tiene una menor presión de vapor y tolerancia a la contaminación del agua en las mezclas con las naftas, facilitando así su uso dentro de los actuales canales de distribución. No es numerosa la información sobre producción de biobutanol que hay en la Argentina. Pero existe un proyecto que consta en la Facultad de Ingeniería Química de Santa Fe, realizado por el Ing. Qco. Pablo Silber en 1993, destinado a la producción de Butanol, Acetona y Etanol utilizando exclusivamente los granos del sorgo granífero. Decía, el Ing. Silber, en 1993, "Es importante destacar la aparición y auge de la soja en la última década reemplazando al sorgo en las regiones agrícolas de la Argentina, redundando en que las mayores áreas de producción, de este cultivo, se encuentran a considerables distancias de los puntos de embarque y más importantes centros de comercialización, con lo que el transporte de lo producido incide negativamente hasta en un 30% en los costos agropecuarios de producción del mismo. Surge entonces la necesidad de realizar un estudio como el presente, que considere la posibilidad de consumo y/o procesamiento del cereal en las mismas zonas donde se cosecha, con el fin de reducir o eliminar el costo de transporte mencionado y aumentar la rentabilidad del cultivo de sorgo. Al mismo tiempo se estará realizando un aporte al redescubrimiento de este cereal, que presenta ventajas agronómicas comparativas en sus áreas de cultivo, con el fin de incrementar, como se dijo, su uso local, tanto en la conversión en carne, como en la creación de industrias químicas zonales. De esta manera, se generan nuevas fuentes de trabajo y los recursos que implica cualquier instalación industrial, a partir de las bondades naturales ofrecidas por el grano del sorgo granífero para su procesamiento, tal como lo muestra este proyecto". Es una fermentación anaeróbica, que no sufre el principal problema de los procesos fermentativos que es el de mantener una oxigenación constante y uniforme en todo el mosto. No requiere sacarificación del almidón: el Clostridium acetobutylicum posee y produce las enzimas necesarias para la sacarificación del almidón, con lo cual se ahorra este proceso previo. No requiere materiales especiales: las materias primas, así como los productos intermedios y finales de la fermentación no requieren de materiales especiales (acero inoxidable, por ej.) con lo que los costos de inversión se reducen notablemente. El Clostridium acetobutylicum es un microorganismo estable, y está disponible en el mercado. Los productos finales de la fermentación ABE poseen una variedad de usos amplia. Y los residuos tienen alto valor nutritivo. No se requiere con el sorgo llevar a cabo la molienda del grano. Dada su esfericidad, el ataque de la bacteria se facilita, lo que redunda claramente en la disminución de gastos, tanto de inversión como de mantenimiento, sin polvillo que debe ser eliminado del ambiente. Las propiedades físicas y químicas del mosto no son en ningún aspecto complicadas de manejar, y no requieren de equipamiento especial, caro o difícil de encontrar en el mercado nacional. Se desprende que la fermentación ABE del sorgo granífero es un proceso rentable a partir de volúmenes de producción relativamente pequeños y a un costo de inversión, comparativamente bajo con otras industrias. Los biocombustibles son una fuente renovable de energía que a su vez nos ayudan a reducir las emisiones de gases con efecto invernadero. Si a esto sumamos que la producción de dichos biocombustibles pueda ser realizada con un grano como el del Sorgo Granífero, estaremos cerrando de manera óptima todo el circuito que será vital para mantener activo el Sistema Sustentable de Producción. Fundamentalmente, hará que el cultivo de sorgo granífero (gramínea ideal para la rotación que tanto necesitan los suelos cultivados con la Soja) sea elegible por su rentabilidad en todo sentido, permitiendo así que sea destinado para producir biocombustibles más que el maíz, que en ese caso podríamos seguir utilizándolo a los fines alimenticios principalmente.