Los cultivos transgénicos, una herramienta excelente
La especialista en ecofisiología vegetal ofrece un panorama de los avances en ingeniería genética y las perspectivas para el futuro.
La especialista en ecofisiología vegetal ofrece un panorama de los avances en ingeniería genética y las perspectivas para el futuro.
La Dra. María Elena Otegui*, investigadora del Conicet, estudiosa de los efectos de las condiciones del ambiente sobre las respuestas de las plantas, considera que los cultivos transgénicos son “una herramienta excelente”, al referirse al mejoramiento de los cultivos de manera planificada, acción que se realiza con éxito desde hace algunas décadas. No obstante, subraya, la creciente demanda mundial de alimentos exige a la ciencia una respuesta “más eficiente aún”.
—¿Cómo define su condición de “ecofisióloga”?
—Me baso en la expresión “Ecofisiología vegetal”. El término “eco”, antepuesto a “fisiología” (que atiende el funcionamiento de las plantas), refiere a entender los efectos de las condiciones del ambiente sobre las respuestas de las plantas, tanto por el uso de recursos del suelo como de la atmósfera. “Eco” alude a esa cuestión que lo diferencia un poco de la fisiología vegetal que hacíamos en condiciones controladas e individuales -una planta creciendo en una maceta-. Y la Ecofisiología es mi campo de trabajo.
—¿Qué debe entenderse por cultivos transgénicos?
—Se trata de plantas que portan uno o más genes establemente en su genoma (que no están presentes de forma natural) y que se transmiten de generación en generación. Resultan del empleo de la ingeniería genética con la finalidad de aumentar la productividad de los cultivos, logrando, por ejemplo, que la sequía, o una plaga, tengan menos efectos adversos sobre los cultivos.
—¿Qué panorama presentan tales cultivos de cara al futuro?
—El rendimiento actual, analizado en base a series históricas de datos -estudios de simulación más alguna capacidad de pronosticar qué alimentos requeriremos en el mundo-, nos permite proyectar cómo debería mejorarse el rendimiento para satisfacer las demandas que se prevén. Y esto que parece trivial es un poco la esencia de lo que hacemos los ecofisiólogos, los biólogos moleculares, los fitomejoradores, porque venimos contribuyendo al mejoramiento de los cultivos de manera sostenida desde hace algunas décadas, tanto a través de la genética como del manejo. Si bien se viene haciendo de manera muy eficiente, las demandas previstas sugieren que tendremos que ser más eficientes aún.
—La mejora, ¿consiste en lograr que el cultivo pueda responder a adversidades tales como sequía, el cambio climático, enfermedades?
—Sí, porque el rendimiento potencial de la mayoría de los cultivos en los que se sustenta la nutrición de casi toda la humanidad -los de más importancia por su uso directo e indirecto- es muy estable. Los rendimientos que se obtienen en muy buenas condiciones de producción -cuando no hay estrés- tienen muy poquita variación. No significa que no se pueda mejorar, pero ya se ha mejorado bastante. Mientras que lo que resta por mejorar es el desempeño de los cultivos en condiciones que restringen el crecimiento -alta temperatura, falta de agua, nutrición pobre, enfermedades, malezas, plagas animales-. Se trabaja sobre todos esos factores, y en los últimos años se ha reducido la brecha entre ese rendimiento potencial y el rendimiento en condiciones adversas. Las tasas de mejoras de rendimiento se mantienen, pero hay que aumentarlas.
(*) Investigadora Superior Conicet en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas vinculadas a la Agricultura (Conicet/UBA). A mediados de 2015 dictó un seminario en el IAL-Conicet-UNL.
Por el Lic. Enrique Rabe (ACS/Conicet Sta. Fe)
La Dra. María Elena Otegui*, investigadora del Conicet, estudiosa de los efectos de las condiciones del ambiente sobre las respuestas de las plantas, considera que los cultivos transgénicos son “una herramienta excelente”, al referirse al mejoramiento de los cultivos de manera planificada, acción que se realiza con éxito desde hace algunas décadas. No obstante, subraya, la creciente demanda mundial de alimentos exige a la ciencia una respuesta “más eficiente aún”.
—¿Cómo define su condición de “ecofisióloga”?
—Me baso en la expresión “Ecofisiología vegetal”. El término “eco”, antepuesto a “fisiología” (que atiende el funcionamiento de las plantas), refiere a entender los efectos de las condiciones del ambiente sobre las respuestas de las plantas, tanto por el uso de recursos del suelo como de la atmósfera. “Eco” alude a esa cuestión que lo diferencia un poco de la fisiología vegetal que hacíamos en condiciones controladas e individuales -una planta creciendo en una maceta-. Y la Ecofisiología es mi campo de trabajo.
—¿Qué debe entenderse por cultivos transgénicos?
—Se trata de plantas que portan uno o más genes establemente en su genoma (que no están presentes de forma natural) y que se transmiten de generación en generación. Resultan del empleo de la ingeniería genética con la finalidad de aumentar la productividad de los cultivos, logrando, por ejemplo, que la sequía, o una plaga, tengan menos efectos adversos sobre los cultivos.
—¿Qué panorama presentan tales cultivos de cara al futuro?
—El rendimiento actual, analizado en base a series históricas de datos -estudios de simulación más alguna capacidad de pronosticar qué alimentos requeriremos en el mundo-, nos permite proyectar cómo debería mejorarse el rendimiento para satisfacer las demandas que se prevén. Y esto que parece trivial es un poco la esencia de lo que hacemos los ecofisiólogos, los biólogos moleculares, los fitomejoradores, porque venimos contribuyendo al mejoramiento de los cultivos de manera sostenida desde hace algunas décadas, tanto a través de la genética como del manejo. Si bien se viene haciendo de manera muy eficiente, las demandas previstas sugieren que tendremos que ser más eficientes aún.
—La mejora, ¿consiste en lograr que el cultivo pueda responder a adversidades tales como sequía, el cambio climático, enfermedades?
—Sí, porque el rendimiento potencial de la mayoría de los cultivos en los que se sustenta la nutrición de casi toda la humanidad -los de más importancia por su uso directo e indirecto- es muy estable. Los rendimientos que se obtienen en muy buenas condiciones de producción -cuando no hay estrés- tienen muy poquita variación. No significa que no se pueda mejorar, pero ya se ha mejorado bastante. Mientras que lo que resta por mejorar es el desempeño de los cultivos en condiciones que restringen el crecimiento -alta temperatura, falta de agua, nutrición pobre, enfermedades, malezas, plagas animales-. Se trabaja sobre todos esos factores, y en los últimos años se ha reducido la brecha entre ese rendimiento potencial y el rendimiento en condiciones adversas. Las tasas de mejoras de rendimiento se mantienen, pero hay que aumentarlas.
(*) Investigadora Superior Conicet en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas vinculadas a la Agricultura (Conicet/UBA). A mediados de 2015 dictó un seminario en el IAL-Conicet-UNL.
Por el Lic. Enrique Rabe (ACS/Conicet Sta. Fe)