Descubren gen bacteriano que beneficia a las plantas

Los científicos identificaron un camino molecular que podría mejorar el rendimiento de los inoculantes en cultivos. Los científicos identificaron un camino molecular que podría mejorar el rendimiento de los inoculantes en cultivos.
 
Investigadores argentinos encontraron un nuevo camino molecular a través del cual se hace efectiva una infección simbiótica beneficiosa entre la bacteria Rhizobium leguminosarum y la planta de arveja. El hallazgo podría ayudar a mejorar distintos cultivos agropecuarios. “Dentro de las raíces, ese microorganismo tiene la capacidad de fijar el nitrógeno gaseoso de la atmósfera, beneficiando el desarrollo de la planta”, explicó a la Agencia CyTA el doctor Fernando Goldbaum del Laboratorio de Inmunología y Microbiología Molecular del Instituto Leloir (FIL).
 
Previamente se había establecido que la vitamina B2, también llamada riboflavina, tiene relevancia en algunos procesos infecciosos. “La riboflavina es esencial para los microorganismos y se ha observado que la capacidad infectiva depende de la disponibilidad de esa vitamina”, indicó la doctora Ángeles Zorreguieta, del laboratorio de Microbiología Molecular y Celular de la FIL.
 
Los científicos descubrieron que una proteína, denominada RibN, permite la entrada de riboflavina a la célula bacteriana. “Sin el gen que codifica a RibN, la bacteria no logra establecer una simbiosis efectiva con la planta”, afirmó el doctor Hernán Bonomi, otro de los autores del estudio. Y agregó: “Esto fue corroborado generando una bacteria mutante, carente de RibN”.
 
Este trabajo constituye la primera evidencia experimental que relaciona el transporte de la vitamina riboflavina con un proceso infeccioso. Debido a su relevancia, este estudio es tapa de la revista científica internacional Journal of Bacteriology. “Entender el fenómeno de transporte de riboflavina en bacterias simbiontes de plantas podría servirnos para desarrollar cepas capaces de mejorar el rendimiento de diferentes cultivos agrarios”, concluyó Bonomi.
 
En el estudio también participaron otros investigadores del CONICET como Víctor García Angulo, Diana Posadas y María Inés Serer, de la FIL; y Alfredo Torres, del Centro Médico de la Universidad de Texas en Galveston, Estados Unidos.