Hacia el desarrollo de un probiótico para los comedores escolares

Investigadores aislaron microorganismos de heces de bebé y de leche materna con el fin de desarrollar un probiótico que promueva la proliferación de las llamadas “bacterias buenas” para combatir infecciones. En pocos años, los establecimientos podrían disponer de sobres de aditivos probióticos en polvo para agregarlos a la copa de leche con el fin de contribuir a la salud de los alumnos de estas instituciones. Investigadores aislaron microorganismos de heces de bebé y de leche materna con el fin de desarrollar un probiótico que promueva la proliferación de las llamadas “bacterias buenas” para combatir infecciones. En pocos años, los establecimientos podrían disponer de sobres de aditivos probióticos en polvo para agregarlos a la copa de leche con el fin de contribuir a la salud de los alumnos de estas instituciones.

Un equipo de científicos de la Universidad y el Conicet aisló bacterias benéficas de heces de bebé y de leche materna para generar un probiótico en polvo que pueda ser agregado a la copa de leche y promover así la salud de los chicos. Los probióticos tienen un rol importante en la potenciación del sistema inmunitario, lo cual los torna fundamentales para los sectores sociales más desposeídos. Según explicó Gabriel Vinderola, del Instituto de Lactología Industrial (INLAIN), una serie de pruebas en ratones demostró que ciertos microorganismos llamados “bifidobacterias y lactobacilos” son beneficiosos para la salud intestinal: “Previenen algunas infecciones, entonces la idea es replicar estos estudios en humanos”, sostuvo.

Con esos resultados, los investigadores apuntan a producir los microorganismos en cantidades industriales con todas las implicancias que tienen esos procesos, ya que factores de temperatura o de oxígeno, por ejemplo, pueden resultar nocivos para las bacterias. Luego llegará la etapa clínica.


Bacterias

En 2008, los investigadores del INLAIN lograron aislar bacterias de heces de bebé y, en 2009, de leche materna. Es por eso que el Instituto cuenta hoy con un grupo de cepas autóctonas, de las cuales posee la propiedad intelectual. “Estamos buscando formas de producirlas en cantidades industriales para aplicarlas a alimentos. Pero antes debemos demostrar en personas lo que ya observamos en animales de laboratorio”, subrayó a Argentina Investiga Vinderola.

Esas bacterias que habitan en el intestino humano ayudarán a combatir infecciones que desencadenan diferentes tipos de diarreas. Por ejemplo, las que padecen quienes toman agua de lugares a los que viajan, las provocadas por antibióticos cuando la microflora intestinal se encuentra muy desbalanceada o las generadas por alimentos en mal estado.

“En el intestino tenemos muchas más bacterias que cantidad de personas existen en el mundo. Eso condiciona en gran medida el estado de salud de toda esa población, los lactobacilos y las bifidobacterias tienen efectos benéficos, otras, como Escherichia coli, pueden tener efectos positivos y negativos, mientras que algunas sólo tienen efectos negativos, como los clostridios. En este sentido, los probióticos sirven para promover la proliferación de bacterias buenas. La idea es poner en el intestino, aunque sea en forma transitoria, bacterias que aporten a la buena salud de las personas”, afirmó.


Comedores escolares


Según Vinderola, el desarrollo apunta a la distribución de sobres con probióticos para aplicar a los alimentos de los comedores escolares. “En las escuelas, los chicos se encuentran más susceptibles de contagiarse enfermedades por el mayor contacto entre ellos, algo que no sucede habitualmente con los adultos, que tienen vidas un poco más individuales. Además, la mayoría de los probióticos que circulan en el mundo están pensados para los adultos. Por otro lado, la idea es hacer transferencia con un componente social y los comedores escolares sintonizan muy bien con lo que hacemos”, sintetizó.

Polvo probiótico

Vinderola contó también que para contener las bacterias aprovechan el suero de quesería, un residuo abundante: “Sirve tanto para hacer crecer las bacterias, como para protegerlas cuando ese suero se deshidrata y se convierte en polvo. Es cultivo y protección”, aseguró.

En este sentido, añadió que un factor a favor del desarrollo es que las bacterias logran sobrevivir a todo el proceso de secado del suero. Sin embargo, los procesos industriales implican otros escenarios más agresivos para los microorganismos. “Para el cambio de escala, probamos en un secadero espray como parte de una colaboración científica que tenemos junto al INTA Rafaela, y los resultados hasta el momento son alentadores. El próximo paso sería probar qué sucede a mayor escala, en una planta biotecnológica, por ejemplo, ya a nivel industrial”, finalizó el especialista.