La mesa está servida

Los visitantes que pasaron por el espacio Biotecnología de Tecnópolis, la mega muestra de ciencia, arte y tecnología, participaron del taller “Bulbos florales y comestibles: del tubo de ensayo a su mesa”, dictado por Pablo Marinangeli, investigador de CONICET. Los visitantes que pasaron por el espacio Biotecnología de Tecnópolis, la mega muestra de ciencia, arte y tecnología, participaron del taller “Bulbos florales y comestibles: del tubo de ensayo a su mesa”, dictado por Pablo Marinangeli, investigador de CONICET.
 
¿Qué tiene en común una flor como el Lilium con alimentos como la cebolla y el ajo? A primera vista, nada, sin embargo las tres son plantas bulbosas y comparten características comunes a la hora de realizar desarrollos biotecnológicos.

Pablo Marinangeli es investigador asistente del CONICET en el Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (CERZOS, CONICET-UNS) y se especializa en el cultivo in vitro y mejoramiento biotecnológico de plantas bulbosas de interés alimentario y ornamental.

Durante su charla en el espacio Biotecnología del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva explicó a los asistentes los desarrollos que investiga junto con su grupo.“En el ajo y cebolla buscamos no solamente mejorar los rindes sino que además trabajamos con sus propiedades nutritivas y farmacéuticas”, dijo.

De acuerdo con el especialista, estas dos especies son las hortalizas bulbosas más plantadas y exportadas por la Argentina. En el caso de las ornamentales como el Lilium, también llamada azucena, su importancia radica no sólo en el mejoramiento de la especie sino además en su potencial desarrollo en el mercado. “Hay que tener en cuenta la posibilidad de producir estos bulbos ornamentales en el país”, comentó, “porque hoy en día se importan en su totalidad desde Holanda y Chile”.

Contó también que junto con su equipo ya están comenzando a hacer experiencias piloto para producir Lilium en Argentina y abrir la puerta a un nuevo desarrollo que tendría un alto impacto regional económico y social.

Pero, además, habló sobre la importancia de la biotecnología agropecuaria en general y comentó que no sólo permite mejorar los cultivos para aumentar la productividad, sino también propagarlos, sanearlos de virus, conservarlos y mejorar sus cualidades alimenticias. “Más del 90 por ciento de la producción argentina de ajo y cebolla es en base a variedades y cultivares nacionales, mejorados en el país, por eso no podemos esperar que esta tecnología venga de afuera para seguir avanzando”, concluyó.