La bioenergía es presentada como un desafío estratégico para el desarrollo productivo
Al cierre del primer Congreso de Valor Agregado en Origen, la bioenergía fue uno de los temas que marcaron la jornada.
Al cierre del primer Congreso de Valor Agregado en Origen, la bioenergía fue uno de los temas que marcaron la jornada.
Experiencias extranjeras y del país se presentaron como ejemplos de producción sustentable de bioenergía, que generan sus propios recursos y se autoabastecen, en la última jornada del primer Congreso de Valor Agregado en Origen en el INTA Manfredi, Córdoba.
“La Argentina agroalimentaria y agroindustrial proyectada por el PEA 2 requerirá de una mayor disponibilidad y distribución territorial de energía en origen”, analizó Mario Bragachini, coordinador de los proyectos nacionales de Agricultura de Precisión, Eficiencia de Cosecha, Poscosecha y Agregado de Valor en Origen del INTA. De acuerdo con el técnico, “tenemos una producción tremendamente excedentaria en biomasa vegetal que debe aprovecharse a partir de la producción de agroalimentos y bioenergía estratégica en origen”.
Este escenario, destacó el coordinador, puede ser aprovechado por empresas integradas por los mismos agricultores que producen la biomasa para “generar mayor trabajo local y una mejor distribución de la renta”.
Durante el Congreso, distintos especialistas confluyeron en un panel que indagó en la producción de biogás, como los expertos del Consorcio Italiano de Biogás y Gasificación –que presentaron los procesos que se llevan a cabo en plantas europeas–, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) –que expuso su experiencia en generación de energía en el criadero porcino Yanquetruz, junto a la empresa Tecnored– y Enarsa, que presentó un proyecto para regular y normativizar el sector en la Argentina.
“Es importante que cada país pueda adaptar el biogás a sus necesidades”, expresó Marta Lorenzo, técnica española de AB Energy, empresa asociada al Consorcio, para quien “la generación de biogás se debe desarrollar en función de la materia prima de cada región para garantizar un proceso óptimo que permita aprovechar de diferentes manera la biomasa disponible”.
El Consorcio Italiano de Biogás esta formado por distintas empresas privadas que participan en la instalación de plantas y promueven su desarrollo, la gasificación y el biometano. Además, proporcionan equipos de biogeneración y facilitan la relación entre empresas privadas y el sector público para optimizar el proceso productivo y lograr una mejor eficiencia en la gestión de las plantas.
Una de las experiencias argentinas fue representada en el Congreso por ACA: cooperativas de productores que decidieron utilizar purines de 1.500 cerdos y 50 toneladas de maíz para producir energía con plantas de biogeneración, en el criadero porcino Yanquetruz, de San Luis, considerado como una planta modelo a escala internacional.
Julián Echezarreta, gerente general de ACA, presentó el caso puntano como una experiencia que produce 8.000 megavatios de energía anuales –con capacidad de exportar a la red–, energía térmica para calefaccionar el criadero y, a la vez, obtiene del efluente y del forraje fertilizante para distribuirlo en 1.500 hectáreas.
Horacio Pinasco, presidente de Tecnored, aseguró que “los proyectos en bioenergía que se generen en el país tienen que ser sustentables en materia agroecológica. Al tiempo que generan energía deben disminuir la emisión de gases de efecto invernadero. Deben ser sustentables en su dimensión social al incluir a la población con generación de empleo”.
Yanquetruz está vinculada con Tecnored, empresa de ingeniería y construcción dedicada a instalar plantas de generación de energía eléctrica con sistemas de gasoductos virtuales y convencionales. Y agregó “en la Argentina, en sus cuatro puntos cardinales, la disponibilidad de biomasa es inagotable y es fundamental que los productores puedan aprovecharla para convertir el gasto permanente en inversión, generen recursos autosustentables y se autofinancien con la venta de energía eléctrica y térmica que producen”.
Acerca del biogás
El biogás es una mezcla de diferentes gases, donde el metano es el principal componente, producto de la fermentación de bacterias en ausencia de oxígeno de biomasa vegetal de cultivos energéticos o subproductos de la agricultura, como los residuos urbanos, los efluentes orgánicos de origen animal y el lodo de depuradoras, entre otros.
El 60 por ciento de las plantas instaladas en Europa combina los residuos ganaderos con los cultivos energéticos, aportando mayor poder calorífico al proceso. Se utilizan biodigestores capaces de generar energía eléctrica y térmica para abastecer los predios y canales externos, sumado a la posibilidad de inyectar a la red el biometano producido para su uso como combustible en transporte, así como transformarlo en biofertilizante. De este modo, el biogás permite que el ciclo del CO2 se cierre de manera eficiente y sustentable.
Entre los tipos de biomasa favorable para generar biogás se destaca la utilizada por Alemania, donde el ensilado de maíz, centeno y sorgo representan entre el 110 y 215 por ciento de metros cúbicos por tonelada, mientras que las provenientes de residuos biológicos y materia orgánica aportan entre el 30 y 80 por ciento de su composición.
Experiencias extranjeras y del país se presentaron como ejemplos de producción sustentable de bioenergía, que generan sus propios recursos y se autoabastecen, en la última jornada del primer Congreso de Valor Agregado en Origen en el INTA Manfredi, Córdoba.
“La Argentina agroalimentaria y agroindustrial proyectada por el PEA 2 requerirá de una mayor disponibilidad y distribución territorial de energía en origen”, analizó Mario Bragachini, coordinador de los proyectos nacionales de Agricultura de Precisión, Eficiencia de Cosecha, Poscosecha y Agregado de Valor en Origen del INTA. De acuerdo con el técnico, “tenemos una producción tremendamente excedentaria en biomasa vegetal que debe aprovecharse a partir de la producción de agroalimentos y bioenergía estratégica en origen”.
Este escenario, destacó el coordinador, puede ser aprovechado por empresas integradas por los mismos agricultores que producen la biomasa para “generar mayor trabajo local y una mejor distribución de la renta”.
Durante el Congreso, distintos especialistas confluyeron en un panel que indagó en la producción de biogás, como los expertos del Consorcio Italiano de Biogás y Gasificación –que presentaron los procesos que se llevan a cabo en plantas europeas–, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) –que expuso su experiencia en generación de energía en el criadero porcino Yanquetruz, junto a la empresa Tecnored– y Enarsa, que presentó un proyecto para regular y normativizar el sector en la Argentina.
“Es importante que cada país pueda adaptar el biogás a sus necesidades”, expresó Marta Lorenzo, técnica española de AB Energy, empresa asociada al Consorcio, para quien “la generación de biogás se debe desarrollar en función de la materia prima de cada región para garantizar un proceso óptimo que permita aprovechar de diferentes manera la biomasa disponible”.
El Consorcio Italiano de Biogás esta formado por distintas empresas privadas que participan en la instalación de plantas y promueven su desarrollo, la gasificación y el biometano. Además, proporcionan equipos de biogeneración y facilitan la relación entre empresas privadas y el sector público para optimizar el proceso productivo y lograr una mejor eficiencia en la gestión de las plantas.
Una de las experiencias argentinas fue representada en el Congreso por ACA: cooperativas de productores que decidieron utilizar purines de 1.500 cerdos y 50 toneladas de maíz para producir energía con plantas de biogeneración, en el criadero porcino Yanquetruz, de San Luis, considerado como una planta modelo a escala internacional.
Julián Echezarreta, gerente general de ACA, presentó el caso puntano como una experiencia que produce 8.000 megavatios de energía anuales –con capacidad de exportar a la red–, energía térmica para calefaccionar el criadero y, a la vez, obtiene del efluente y del forraje fertilizante para distribuirlo en 1.500 hectáreas.
Horacio Pinasco, presidente de Tecnored, aseguró que “los proyectos en bioenergía que se generen en el país tienen que ser sustentables en materia agroecológica. Al tiempo que generan energía deben disminuir la emisión de gases de efecto invernadero. Deben ser sustentables en su dimensión social al incluir a la población con generación de empleo”.
Yanquetruz está vinculada con Tecnored, empresa de ingeniería y construcción dedicada a instalar plantas de generación de energía eléctrica con sistemas de gasoductos virtuales y convencionales. Y agregó “en la Argentina, en sus cuatro puntos cardinales, la disponibilidad de biomasa es inagotable y es fundamental que los productores puedan aprovecharla para convertir el gasto permanente en inversión, generen recursos autosustentables y se autofinancien con la venta de energía eléctrica y térmica que producen”.
Acerca del biogás
El biogás es una mezcla de diferentes gases, donde el metano es el principal componente, producto de la fermentación de bacterias en ausencia de oxígeno de biomasa vegetal de cultivos energéticos o subproductos de la agricultura, como los residuos urbanos, los efluentes orgánicos de origen animal y el lodo de depuradoras, entre otros.
El 60 por ciento de las plantas instaladas en Europa combina los residuos ganaderos con los cultivos energéticos, aportando mayor poder calorífico al proceso. Se utilizan biodigestores capaces de generar energía eléctrica y térmica para abastecer los predios y canales externos, sumado a la posibilidad de inyectar a la red el biometano producido para su uso como combustible en transporte, así como transformarlo en biofertilizante. De este modo, el biogás permite que el ciclo del CO2 se cierre de manera eficiente y sustentable.
Entre los tipos de biomasa favorable para generar biogás se destaca la utilizada por Alemania, donde el ensilado de maíz, centeno y sorgo representan entre el 110 y 215 por ciento de metros cúbicos por tonelada, mientras que las provenientes de residuos biológicos y materia orgánica aportan entre el 30 y 80 por ciento de su composición.