Resistencia de plantas nativas al petróleo

La investigadora Vivien Pentreath estudia la resistencia de las plantas nativas al petróleo, para emplearlas en la revegetación de los suelos contaminados con hidrocarburos. La investigadora Vivien Pentreath estudia la resistencia de las plantas nativas al petróleo, para emplearlas en la revegetación de los suelos contaminados con hidrocarburos.
 
El análisis se lleva a cabo sobre tres especies autóctonas, debido a que la restauración debe mantener el paisaje natural de la estepa patagónica y, comenzar la remediación con las plantas, permite el posterior establecimiento de los animales y la recuperación del ambiente.

Con 20 años de experiencia en investigación, Vivien Pentreath, docente de la cátedra Fisiología General en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, se encuentra abocada al estudio de las plantas nativas para hallar “especies que sean resistentes a la presencia del petróleo y que puedan proponerse en proyectos de revegetación y de restauración ecológica”.

Teniendo en cuenta que la principal actividad en Comodoro Rivadavia es la explotación petrolera y que, como en toda actividad humana, ocurren accidentes que generan derrames de hidrocarburos, la investigadora indicó a Argentina Investiga que “estas mismas plantas podrían ser usadas en saneamiento ambiental”.

En su trabajo, Pentreath analizó el zampa (Atriplex lampa) y el algarrobillo patagónico (Prosopis denudans), que es pariente del algarrobo. Los ensayos que se realizaron con estas dos especies autóctonas de la Patagonia fueron de germinación y desarrollo temprano que son las etapas más críticas en la supervivencia de una planta, por lo que serían estadios claves para determinar si las especies son aptas para vivir en un ambiente contaminado con hidrocarburos.

Las pruebas de germinación se hicieron siguiendo un ensayo de toxicidad propuesto por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (US EPA), en el que se utilizan bioindicadores como referentes. La germinación dio “muy buenos” resultados ya que las dos especies germinaron en un ambiente con petróleo y fueron más resistentes a su presencia que el bioindicador de referencia de la US EPA.

La CL50 (Concentración Letal para el 50% de las semillas) del zampa fue en 32,9% petróleo y en el caso del algarrobillo fue mucho mayor, no se encontró aun con un 100% de petróleo. Para ambas especies el valor de fitotoxicidad en el proceso de germinación se sitúa por encima del 40% petróleo, por lo cual se puede considerar que, en esta primera etapa, estas plantas son resistentes a hidrocarburos de petróleo.

La segunda experiencia consistió en evaluar el desarrollo temprano de las plantas en dos medios diferentes. El primero fue el cultivo in vitro (en tubos de ensayo) con un medio nutritivo especial. Se hizo con lo que sería la fracción soluble de petróleo, es decir “lo que se puede disolver de petróleo en agua”. Con esa solución se preparó el medio nutritivo y se hizo crecer las plantas. Ambas especies autóctonas demostraron su resistencia a los hidrocarburos. En todos los casos las plantas sobrevivieron aunque se vieron afectados algunos indicadores de crecimiento, como el contenido de clorofila en las hojas.

El punto más crítico de la experiencia fue el ensayo en suelo con petróleo, más precisamente, al colocar las plantas dentro de envases que contenían suelo con petróleo en concentraciones del 1% y de 5%, -el 1% es el límite máximo de petróleo en suelo remediado permitido que establece el decreto provincial 993/2007.

Del estudio se obtuvo que en los cultivos realizados en suelo que contenía petróleo en concentraciones del 1% de hidrocarburos de petróleo el efecto fitotóxico fue menor que la concentración de 5% htp. En esta última, la toxicidad del contaminante afectó principalmente a la parte aérea del algarrobillo (hojas y ramas), mientras que el zampa no sobrevivió a ninguna de las dos concentraciones de hidrocarburos.

Luego de las primeras experiencias con zampa y algarrobillo patagónico, Vivien Pentreath, se centra ahora en el género Prosopis denudans. “Esta planta mostró más resistencia al petróleo y presenta un interés especial porque se trata de una leguminosa”. Las leguminosas (plantas que producen chauchas), desarrollan una simbiosis con bacterias fijadoras de nitrógeno atmosférico, que aumentan la concentración de nitrógeno en el suelo. Se las propone como colonizadoras porque tienen la capacidad de mejorar las condiciones del terreno para otras especies vegetales y favorecen su desarrollo.

La situación de la estepa es muy crítica para las plantas, ya que existen múltiples limitaciones ambientales que es importante evaluar como primer paso para la restauración ecológica. “Toda restauración debe mantener el paisaje natural de la estepa patagónica”, subraya Pentreath, y con esta finalidad “siempre se recomienda la remediación de suelos contaminados con plantas nativas, ya que están adaptadas a las condiciones climáticas, como bajas temperaturas, falta de agua, vientos fuertes y edáficas (del suelo). Se sugiere comenzar la restauración con las plantas para que puedan establecerse los animales y lograr, de a poco, la recuperación del ambiente.

A través de las distintas herramientas es posible conservar la biodiversidad del lugar y, a la vez, reducir costos. “Utilizar especies nativas implica un menor costo de mantenimiento porque no tendríamos que regarlas, ni protegerlas del frío, ni de otras condiciones adversas”, argumentó Pentreath y concluyó que “se mantendría el paisaje de la estepa y las condiciones ambientales que le son propias, y que son diferentes al bosque. Los biólogos debemos enseñar a valorar el paisaje de la estepa y su atractivo”.