La tecnología como factor determinante

“Conocimiento y tecnología explican el 70% del crecimiento del sector”, opina Carlos Casamiquela, presidente del INTA. Sostiene que el Estado está recuperando liderazgo en el desarrollo tecnológico y que el sector privado es un socio a incorporar.

El ingeniero agrónomo Carlos Casamiquela ha sido testigo directo de estos ocho años de gestión gubernamental.

Como técnico del Inta en Patagonia llegó a la función pública acompañando al Dr. Jorge Amaya como vicepresidente del Senasa, en septiembre de 2003. De allí saltó posteriormente a la presidencia del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, con la llegada de Julián Domínguez a la titularidad del Ministerio de Agricultura de la Nación.

“La tecnología ocupa un lugar central en la productividad de alimentos”, sostiene este profesional que tiene la responsabilidad de conducir un organismo estratégico para alcanzar las metas de producción a 2020.

- El Inta se crea en los años 50 con un escenario muy distinto al actual, tanto en lo productivo, lo social, lo tecnológico y lo comunicacional. ¿Qué rol le asigna hoy al organismo en un contexto tan diferente?

Creemos que el Inta tiene que liderar el proceso de desarrollo tecnológico del país, y cuando hablo de liderar lo digo en función de una responsabilidad que le compete a todo el sector de la ciencia y la tecnología, lo que incluye al sector privado, que ha crecido fenomenalmente en nuestro país como desarrollador. Hay estudios que intentan demostrar que el gran crecimiento del agro en los últimos 15 años se debe en un 70% a la incorporación de tecnología y conocimiento. El Inta es un actor en este proceso, de la mano de la recuperación de un Estado activo que encabeza estos cambios.

-¿Cómo se para el organismo frente al sector tecnológico privado? ¿Coopera, compite o se mantiene al margen?

El Inta ha tenido un papel determinante en grandes saltos tecnológicos como fue la siembra directa, ya que fue pionero en su introducción. Hoy estamos trabajando en recuperar el posicionamiento del Instituto en temas clave como pueden ser la genómica vegetal, pensando en incorporar biotecnología no sólo a la soja, sino a cultivos extrapampeanos o a las pasturas, como alfalfas resistentes a la sequía. Pero lo que subyace es la idea de devolverle al Estado el papel de ser fuente de tecnología. En este sentido no estamos pensando en hacerlo solos, sino que de hecho hoy trabajamos en el desarrollo con socios privados como Bioceres o públicos como la UN de San Martín. Es más, estamos teniendo un perfil institucional que no existía al momento de la creación del Inta y que es la búsqueda de soluciones para la sociedad más allá del agro, como es la leche maternizada o la lucha contra el dengue.

-Hace poco firmaron un acuerdo con el Embrapa brasileño. ¿Cómo se está planteando la relación con nuestros socios del Mercosur?


Ver a Brasil como un competidor es una visión obsoleta. Hoy predomina la visión de socios, y ellos ven lo mismo de nosotros. Esa mirada común es lo que apareció con el Embrapa, que converge en una visión compartida de las políticas de desarrollo. Así que encaramos el desarrollo conjunto de proyectos, que terminaron siendo 8 sobre 49 presentados, con un fondeo de 600.000 dólares aportados por ambos organismos de sus propios presupuestos.

-¿No es poco ese monto teniendo en cuenta la dimensión financiera de las partes?

En verdad ese es el monto operativo que ponemos, porque los proyectos involucran mucho más recursos. De todas maneras, la realidad es que durante 55 años nunca se había puesto un peso en un desarrollo compartido, y acá lo importante es poner a trabajar grupos en forma conjunta.

-También han firmado un acuerdo con Basf, recientemente. ¿Qué temas se plantean para abordar con el sector privado local?

Biotecnología animal y vegetal son dos temas centrales. Es más, salud animal es uno de los temas a abordar con Brasil. También estamos en la cuestión del soporte técnico para la agricultura de precisión y potenciando las incubadoras de empresas de base tecnológica.

-Con el trabajo liderado por Mario Bragachini, el Inta aparece ahora muy vinculado a la agregación de valor en origen. A nivel institucional, ¿cómo se está planteando?

Estamos trabajando con el Ministerio de Agricultura en el armado de un programa de Valor Agregado en Origen, incluso estamos revisando los perfiles profesionales de los que actuarán en esta área, que trasciende al tradicional ingeniero agrónomo o médico veterinario. La decisión fue que el camino que inició el equipo del Inta Manfredi es de tal magnitud que hay que respaldarlo con un programa. El tema de VAO es fundamental porque instala al productor en otros eslabones de la cadena, gracias a la transformación de las materias primas. Ah, no me quiero olvidar que otro rol institucional que hoy llevamos adelante y que antes no existía es la vinculación internacional. Recientemente estuvimos en Sudáfrica firmando un convenio para el desarrollo a campo de producción con tecnología argentina, junto con la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola.

-Cambiando de tema, el Inta logró una participación más que interesante en el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial, dado que fue de donde surgieron las metas o techos productivos, tal vez el de las 160 millones de toneladas para 2020. ¿Cómo sigue el vínculo entre PEA e Inta?


Creo que el PEA ofrece oportunidades muy importantes y que el Inta debería liderar la componente tecnológica del plan, junto al sistema universitario.

-¿Cómo vivió el Inta la transformación de la ex Secretaría de Agricultura en Ministerio?

Pienso que la creación del Ministerio, así como la del Ministerio de Ciencia y Técnica han sido dos hechos de tremendo impacto para el Inta. En lo que hace a Agricultura, la jerarquización del área y la designación de un hombre como Julián Domínguez le permitió al Inta un acceso a la participación como nunca antes habíamos tenido. El ministro Domínguez le ha dado una impronta muy interesante a su onducción, y en este sentido veo al PEA como una idea superadora de las discusiones preexistentes.

-¿Cómo observa al Inta, en tanto un organismo del Estado que es parte de la política?

Hay una recuperación del Estado en el Inta y una alineación del organismo a las políticas de Estado. Este es un modelo más que interesante para apoyarlo y seguirlo, y el Inta no está apoyando la transformación de la Argentina porque se le ocurrió sino porque hay un proyecto político. Tenemos que tener muy claro que somos empleados del Estado, y no sólo del nacional, sino de los provinciales y municipales, y en ese sentido estamos trabajando muy de cerca con los intendentes.
 
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