Educación rural y producción van de la mano
La demanda mundial de agroalimentos y de combustibles renovables, y la disponibilidad de tecnología y genética, entre otros factores, configuran un escenario ideal para pensar, con vista al futuro inmediato, en una revolución productiva agroindustrial. Repensar las estrategias y la preparación de técnicos especializados son los desafíos en lo inmediato.
La demanda mundial de agroalimentos y de combustibles renovables, y la disponibilidad de tecnología y genética, entre otros factores, configuran un escenario ideal para pensar, con vista al futuro inmediato, en una revolución productiva agroindustrial. Repensar las estrategias y la preparación de técnicos especializados son los desafíos en lo inmediato.
En el inicio del tercer milenio encontramos al sector agrícola-ganadero argentino y de la región NOA ante condiciones de producción y de comercialización como no ocurría desde hace muchas décadas. La demanda mundial de agroalimentos y los adelantos tecnológicos en el campo de la genética y la biotecnología, de las maquinarias y herramientas, de la informática y la comunicación y del transporte hacen que los cambios en los sistemas productivos rurales sean permanentes. Por otro lado, la crisis bélica en diferentes partes del planeta encareció la extracción del petróleo y aceleró la necesidad de contar con combustibles renovables como los biocombustibles, con el urgente requerimiento de bioetanol y biodiesel. Esto configura un momento excepcional y casi sin precedentes en la historia del sector agrícola de la Argentina.
En la actualidad son relevantes las innovaciones en tecnologías para los modos de producción utilizadas en el campo argentino, como el uso de las semillas transgénicas, la siembra directa, los herbicidas de última generación, la clonación, entre otros, que permiten afirmar que el proceso va más allá de un cambio o transformación del sector. Todos estos cambios que se dieron en muy poco tiempo nos permiten afirmar que estamos ante una situación revolucionaria para la agroindustria y, por ende, para el país en su conjunto.
Sin embargo, y al mismo tiempo, a diferencia de este increíble avance sectorial, la educación agropecuaria en diferentes niveles y también la investigación agroindustrial y agroalimentaria no han producido una transformación semejante.
Existe un permanente esfuerzo para generar los conocimientos que se adecuen a las necesidades actuales, pero los cambios se hacen de a poco y a medida que se van formando docentes capacitados en esta nueva tecnología y currículas adecuadas a estos tiempos.
Hoy el sector necesita de forma urgente técnicos capacitados con todos los conocimientos necesarios sobre los avances tecnológicos de última generación que se utilizan y los que se necesitaran para afrontar el futuro cercano la demanda insatisfecha en la producción de alimentos y de bioenergía que se da en todo el planeta.
Un ejemplo de esto es que ya existe un nuevo campo para la comercialización de los productos agropecuarios: es el llamado "boom" de los agrocombustibles.
La producción de etanol para mezclarlo con la gasolina en un 10% es una urgente necesidad para nuestro país, y las únicas materias primas inmediatas para la elaboración del etanol son la melaza de la caña de azúcar y la producción de maíz. Actualmente existe una gran variedad de productos agrícolas ricos en contenido de almidones como trigo, cebada, centeno, yuca, papa, remolacha dulce y otras para lograr obtener el biocombustible.
También se viene un cambio innovador en la agricultura, como la producción de plantas rústicas sin valor alimenticio, pero con un alto valor energético que se dan en climas variados y sobre todos áridos.
Como está descripta, la situación del agro argentino se encuentra en un momento excepcional y con perspectivas muy halagüeñas respecto de su futuro.
Diseñar el futuro. Resulta imperativo repensar la educación rural en su totalidad, analizándola desde los diferentes escenarios posibles y los que hoy tenemos en las regiones del país. Es decir, desde el lugar del campo argentino y la familia en su conjunto, desde la sociedad y la escuela, desde el empresariado y el Estado y desde las tecnologías de la comunicación y las redes virtuales de educación. La brecha tecnológica es latente y debe ser achicada; hoy tenemos esa diferencia entre la producción y la comercialización que aplica nuevos conocimientos y nuevas estrategias para lograr sus fines, y las instituciones educativas, que transfieren conocimientos que no acompañan el cambio permanente.
Hay que actuar en todos los sectores, pero en primer lugar en las escuelas agrotécnicas que se encuentran en diferentes ámbitos de nuestra provincia y del país, y que en esos establecimientos se enseñe lo que necesitan el productor o la empresa agropecuaria que producen en la zona de influencia de ese establecimiento educativo. Es fundamental que esos chicos que concurren a la escuela aerotécnica de su zona aprendan lo que en ese lugar o región requiere y que de esa manera el adolescente egrese con todos los conocimiento que los hombres de campo necesitan, y puedan tener -por ende- una salida laboral rápida. Por eso, resulta básico el acercamiento empresarial agropecuario con el Estado, sobre todo en el área educativa, para dialogar y discutir cuáles son las prioridades de los productores y transferir esas necesidades a las escuelas para que la currícula sea acorde al momento que vivimos y adaptada al sistema productivo del lugar.
La demanda mundial de agroalimentos y de combustibles renovables, y la disponibilidad de tecnología y genética, entre otros factores, configuran un escenario ideal para pensar, con vista al futuro inmediato, en una revolución productiva agroindustrial. Repensar las estrategias y la preparación de técnicos especializados son los desafíos en lo inmediato.
En el inicio del tercer milenio encontramos al sector agrícola-ganadero argentino y de la región NOA ante condiciones de producción y de comercialización como no ocurría desde hace muchas décadas. La demanda mundial de agroalimentos y los adelantos tecnológicos en el campo de la genética y la biotecnología, de las maquinarias y herramientas, de la informática y la comunicación y del transporte hacen que los cambios en los sistemas productivos rurales sean permanentes. Por otro lado, la crisis bélica en diferentes partes del planeta encareció la extracción del petróleo y aceleró la necesidad de contar con combustibles renovables como los biocombustibles, con el urgente requerimiento de bioetanol y biodiesel. Esto configura un momento excepcional y casi sin precedentes en la historia del sector agrícola de la Argentina.
En la actualidad son relevantes las innovaciones en tecnologías para los modos de producción utilizadas en el campo argentino, como el uso de las semillas transgénicas, la siembra directa, los herbicidas de última generación, la clonación, entre otros, que permiten afirmar que el proceso va más allá de un cambio o transformación del sector. Todos estos cambios que se dieron en muy poco tiempo nos permiten afirmar que estamos ante una situación revolucionaria para la agroindustria y, por ende, para el país en su conjunto.
Sin embargo, y al mismo tiempo, a diferencia de este increíble avance sectorial, la educación agropecuaria en diferentes niveles y también la investigación agroindustrial y agroalimentaria no han producido una transformación semejante.
Existe un permanente esfuerzo para generar los conocimientos que se adecuen a las necesidades actuales, pero los cambios se hacen de a poco y a medida que se van formando docentes capacitados en esta nueva tecnología y currículas adecuadas a estos tiempos.
Hoy el sector necesita de forma urgente técnicos capacitados con todos los conocimientos necesarios sobre los avances tecnológicos de última generación que se utilizan y los que se necesitaran para afrontar el futuro cercano la demanda insatisfecha en la producción de alimentos y de bioenergía que se da en todo el planeta.
Un ejemplo de esto es que ya existe un nuevo campo para la comercialización de los productos agropecuarios: es el llamado "boom" de los agrocombustibles.
La producción de etanol para mezclarlo con la gasolina en un 10% es una urgente necesidad para nuestro país, y las únicas materias primas inmediatas para la elaboración del etanol son la melaza de la caña de azúcar y la producción de maíz. Actualmente existe una gran variedad de productos agrícolas ricos en contenido de almidones como trigo, cebada, centeno, yuca, papa, remolacha dulce y otras para lograr obtener el biocombustible.
También se viene un cambio innovador en la agricultura, como la producción de plantas rústicas sin valor alimenticio, pero con un alto valor energético que se dan en climas variados y sobre todos áridos.
Como está descripta, la situación del agro argentino se encuentra en un momento excepcional y con perspectivas muy halagüeñas respecto de su futuro.
Diseñar el futuro. Resulta imperativo repensar la educación rural en su totalidad, analizándola desde los diferentes escenarios posibles y los que hoy tenemos en las regiones del país. Es decir, desde el lugar del campo argentino y la familia en su conjunto, desde la sociedad y la escuela, desde el empresariado y el Estado y desde las tecnologías de la comunicación y las redes virtuales de educación. La brecha tecnológica es latente y debe ser achicada; hoy tenemos esa diferencia entre la producción y la comercialización que aplica nuevos conocimientos y nuevas estrategias para lograr sus fines, y las instituciones educativas, que transfieren conocimientos que no acompañan el cambio permanente.
Hay que actuar en todos los sectores, pero en primer lugar en las escuelas agrotécnicas que se encuentran en diferentes ámbitos de nuestra provincia y del país, y que en esos establecimientos se enseñe lo que necesitan el productor o la empresa agropecuaria que producen en la zona de influencia de ese establecimiento educativo. Es fundamental que esos chicos que concurren a la escuela aerotécnica de su zona aprendan lo que en ese lugar o región requiere y que de esa manera el adolescente egrese con todos los conocimiento que los hombres de campo necesitan, y puedan tener -por ende- una salida laboral rápida. Por eso, resulta básico el acercamiento empresarial agropecuario con el Estado, sobre todo en el área educativa, para dialogar y discutir cuáles son las prioridades de los productores y transferir esas necesidades a las escuelas para que la currícula sea acorde al momento que vivimos y adaptada al sistema productivo del lugar.