Desarrollan en la Antártida un biocombustible a base de ricino
Adaptado para funcionar a temperaturas inferiores a 47 grados bajo cero, el biocombustible a base de ricino fue testeado con éxito en un vehículo ecológico experimental en la base argentina Marambio, en la Antártida.
Desarrollan en la Antártida un biocombustible a base de ricino
Adaptado para funcionar a temperaturas inferiores a 47 grados bajo cero, el biocombustible a base de ricino fue testeado con éxito en un vehículo ecológico experimental en la base argentina Marambio, en la Antártida.
Dado que el ricino es un cultivo no comestible y benigno para el medio, entre otras cualidades, el desarrollo aporta a la diversificación de la matriz energética, en pos de superar la antinomia combustibles - alimentos.
A partir de un acuerdo entre la dirección de Investigación y Desarrollo de la Fuerza Aérea Argentina y la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, investigadores desarrollaron un biocombustible a base de aceite de ricino. Como resultado, en la actualidad, un vehículo ecológico es impulsado con este tipo de combustible en la base argentina Marambio, en la Antártida.
El objetivo del proyecto es el reemplazo progresivo del gasoil antártico (GOA) por biocombustibles. El combustible que se prueba en este momento es el BioGOA que contiene un 15% de biodiesel desarrollado con ricino y un 85% de gasoil antártico. Adaptado a temperaturas inferiores a 47 grados bajo cero, fue logrado a escala de laboratorio en el Centro de Química Aplicada de la UNC (Cequimap) y desarrollado con tecnología aportada por el Centro de Investigaciones Aplicadas de la Fuerza Aérea Argentina (CIA).
A partir de 2006, los esfuerzos de los investigadores se concentraron en formular un biocombustible a base de aceite de soja para uso aeronáutico. Uno de los desafíos fue adaptar el combustible a las bajas temperaturas a las que se encontraría expuesto cuando la aeronave ganara altura. Este desarrollo fue exitoso y en 2007 un avión Pucará logró volar con ese biocombustible.
“Una vez logrado, continuamos con el desarrollo pero con la idea de reemplazar el biocombustible a base de aceite de soja por uno de origen no comestible, partiendo del precepto de que no resulta ético quemar alimento cuando en el mundo numerosas poblaciones padecen hambre”, señaló a InfoUniversidades Jorge Pérez, director científico del proyecto. “Entonces elegimos el ricino. Es un cultivo benigno desde el punto de vista ecológico y social: no es comestible, su cultivo no es intensivo, ocupa tierras marginales y emplea mucha mano de obra”, agrega Pérez, y completa: “Desde el punto de vista técnico, es posible desarrollar estrategias que no colisionen ni con la preservación del recurso natural, ni con la falsa opción alimentos versus combustibles”.
Según indica un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción de biodiesel con ricino podría beneficiar a los agricultores pobres, en particular en las zonas semiáridas y alejadas, donde no crecen cultivos alimentarios pero sí puede obtenerse ricino.
“Los biocombustibles no deben verse como un reemplazo de combustibles fósiles en lo inmediato, sino como una alternativa estratégica de diversificación de la matriz energética, para pasar a un modelo más amigable con el medio ambiente. En el caso particular de nuestro país, que cuenta con una excelente potencialidad de obtención de productos naturales, es una ventaja comparativa que no debemos dejar pasar” concluyó el investigador.
Adaptado para funcionar a temperaturas inferiores a 47 grados bajo cero, el biocombustible a base de ricino fue testeado con éxito en un vehículo ecológico experimental en la base argentina Marambio, en la Antártida.
Dado que el ricino es un cultivo no comestible y benigno para el medio, entre otras cualidades, el desarrollo aporta a la diversificación de la matriz energética, en pos de superar la antinomia combustibles - alimentos.
A partir de un acuerdo entre la dirección de Investigación y Desarrollo de la Fuerza Aérea Argentina y la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, investigadores desarrollaron un biocombustible a base de aceite de ricino. Como resultado, en la actualidad, un vehículo ecológico es impulsado con este tipo de combustible en la base argentina Marambio, en la Antártida.
El objetivo del proyecto es el reemplazo progresivo del gasoil antártico (GOA) por biocombustibles. El combustible que se prueba en este momento es el BioGOA que contiene un 15% de biodiesel desarrollado con ricino y un 85% de gasoil antártico. Adaptado a temperaturas inferiores a 47 grados bajo cero, fue logrado a escala de laboratorio en el Centro de Química Aplicada de la UNC (Cequimap) y desarrollado con tecnología aportada por el Centro de Investigaciones Aplicadas de la Fuerza Aérea Argentina (CIA).
A partir de 2006, los esfuerzos de los investigadores se concentraron en formular un biocombustible a base de aceite de soja para uso aeronáutico. Uno de los desafíos fue adaptar el combustible a las bajas temperaturas a las que se encontraría expuesto cuando la aeronave ganara altura. Este desarrollo fue exitoso y en 2007 un avión Pucará logró volar con ese biocombustible.
“Una vez logrado, continuamos con el desarrollo pero con la idea de reemplazar el biocombustible a base de aceite de soja por uno de origen no comestible, partiendo del precepto de que no resulta ético quemar alimento cuando en el mundo numerosas poblaciones padecen hambre”, señaló a InfoUniversidades Jorge Pérez, director científico del proyecto. “Entonces elegimos el ricino. Es un cultivo benigno desde el punto de vista ecológico y social: no es comestible, su cultivo no es intensivo, ocupa tierras marginales y emplea mucha mano de obra”, agrega Pérez, y completa: “Desde el punto de vista técnico, es posible desarrollar estrategias que no colisionen ni con la preservación del recurso natural, ni con la falsa opción alimentos versus combustibles”.
Según indica un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción de biodiesel con ricino podría beneficiar a los agricultores pobres, en particular en las zonas semiáridas y alejadas, donde no crecen cultivos alimentarios pero sí puede obtenerse ricino.
“Los biocombustibles no deben verse como un reemplazo de combustibles fósiles en lo inmediato, sino como una alternativa estratégica de diversificación de la matriz energética, para pasar a un modelo más amigable con el medio ambiente. En el caso particular de nuestro país, que cuenta con una excelente potencialidad de obtención de productos naturales, es una ventaja comparativa que no debemos dejar pasar” concluyó el investigador.