Desarrollaron un método para obtener una enzima que disuelve coágulos
Investigadores argentinos desarrollaron un método para extraer una enzima de lombrices que sirve para disolver coágulos de sangre. La enzima se utiliza para tratar infartos de miocardio y trombosis, aunque también se emplea como estrategia preventiva en personas con tendencia a generar coágulos.
Investigadores argentinos desarrollaron un método para extraer una enzima de lombrices que sirve para disolver coágulos de sangre. La enzima se utiliza para tratar infartos de miocardio y trombosis, aunque también se emplea como estrategia preventiva en personas con tendencia a generar coágulos.
Investigadores argentinos elaboraron un método más económico y eficaz que los disponibles en la actualidad para obtener la enzima lumbroquinasa, proveniente de las lombrices comunes de tierra. Es una enzima de utilidad para tratar infartos de miocardio y trombosis, ya que disuelve coágulos de sangre. También se la emplea como estrategia preventiva y entre sus ventajas se encuentra que puede ser administrada por vía oral. Sobre el desarrollo ya ha sido solicitado el patentamiento en la Argentina.
Los autores del trabajo son los doctores Osvaldo Cascone, Silvia Andrea Camperi y Nancy Beatriz Iannucci, de la Cátedra de Microbiología Industrial y Biotecnología, de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires.
“La lumbroquinasa exhibe ventajas comparativas frente a otros agentes trombolíticos que se utilizan para lograr los efectos deseados. Tiene una actividad fibrinolítica muy fuerte y es altamente selectiva, por lo que no causa sangrado excesivo”, señala el doctor Osvaldo Cascone, profesor asociado de Biotecnología.
A estas ventajas hay que sumar el hecho de que la lumbroquinasa es muy estable en un amplio rango de pH y muestra también gran estabilidad contra la inactivación térmica y la degradación. “Además, tiene la particularidad de ser activa por vía oral y no por vía parenteral como los otros agentes para disolver coágulos que se utilizan en la actualidad, hecho que torna notablemente más fácil y cómoda su administración, en especial en el caso del uso en carácter preventivo”, dice Cascone, quien encabeza el equipo que desarrolló el método de obtención de la enzima.
“La evidencia del uso de lombrices en humanos data de varios siglos atrás. Según las publicaciones de medicina de China antigua, la lombriz se utilizaba para sostener la circulación sanguínea. En 1883 se informó que los fluidos digestivos de las lombrices pueden disolver la fibrina”, detallan los investigadores de la UBA en el informe presentado en el Instituto Nacional de la Propiedad Intelectual (INPI) para solicitar el patentamiento del desarrollo.
Desde principios de la década de 1990 la lumbroquinasa comenzó a ser exhaustivamente estudiada y utilizada en China y también en otros países del mundo occidental. “Los estudios clínicos realizados permitieron demostrar que los pacientes que sufrieron infarto y que fueron tratados con lumbroquinasa muestran una recuperación casi completa en el plazo de un mes”, se señala en otro tramo del informe.
Los medios convencionales de aislamiento y purificación de lumbroquinasa comprenden una compleja secuencia de etapas tales como clarificación, precipitación, diálisis, cromatografía de intercambio iónico y cromatografía de afinidad. ”Estos métodos resultan sumamente costosos y dificultosos, por eso era necesario proveer de un método de purificación que evite estos inconvenientes”, señala la doctora Camperi.
Ya en 2006, Cascone y sus colaboradores habían diseñado un método que simplificaba los procesos conocidos, pero lograron mejorarlo aún más. “Encontramos que es posible extraer y purificar proteínas de lombrices Lumbricus rubellus, particularmente la enzima lumbroquinasa, sin que sea necesario practicar la etapa de cromatografía de afinidad con benzamidina como ligando. Tampoco se requieren las etapas de clarificación y concentración previa. En conclusión, el método opera en sólo dos pasos: es decir mediante la formación de un sistema de partición de dos fases acuosas y luego llevando a cabo una cromatografía de intercambio iónico”, precisa por su parte, la doctora Iannucci.
El desarrollo fue financiado parcialmente con subsidios de la UBA, el CONICET y la ANPCyT.