10 de abril: día del investigador
El 10 de abril de 1887 nació Bernardo Alberto Houssay, fecha que fue declarada en su honor “día de la ciencia y la tecnología”. El doctor Houssay fue premio Nobel de medicina y fundador del Conicet.
El 14 de marzo de 1944, se llevaba a cabo un hecho histórico para las instituciones científicas de la Argentina: la fundación por un grupo de investigadores liderado por el doctor Bernardo Houssay, del Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme) en la calle Costa Rica, en la ciudad de Buenos Aires. Hoy, en el barrio de Belgrano, más de 300 personas trabajan en el Ibyme-Conicet, manteniendo su legado.
Al decir de quienes lo conocieron personalmente, Don Bernardo, como se lo nombra en el Ibyme, conocía el método de las ciencias y creaba las técnicas y los instrumentos que utilizaba en su labor diaria.
Bachiller a los 13, farmacéutico a los 17, médico a los 21 y docente universitario a los 23. Premio Nobel de medicina en 1947, “estricto y riguroso, pero con los hechos, no con las personas”, señala el doctor Enrique Segura, Director del Laboratorio de Biología del Comportamiento del Ibyme y discípulo directo del doctor Houssay, recordando a su maestro. Hizo de la ciencia un desafío cultural y político. Estaba decidido a crear un espacio para la ciencia del mejor nivel y lo logró a través de su prédica. Se apropió del método científico y lo difundió formando discípulos. Pensaba que en los jóvenes no sólo estaba el futuro sino también la fuerza necesaria para hacer grandes cosas. En 1943, Bernardo A. Houssay decía: "La juventud debe tener ideales elevados y pensar en alcanzar grandes cosas, porque si la vida rebaja siempre y no se logra sino una parte de lo que se ansía, soñando muy alto alcanzaréis mucho más. Las conquistas del presente son sueños juveniles realizados y que alguna vez se tuvieron por imposibles."
Las anécdotas que lo tienen como protagonista dan cuenta de un hombre sencillo, de memoria prodigiosa, estricto con los horarios y los compromisos.
Como maestro, buscaba en primer lugar una fuerte vocación en sus discípulos, después les enseñaba sobre el sacrificio cotidiano, la disciplina rigurosa y la especialización. Era un sembrador permanente, sostiene el doctor Segura, no sólo porque creó grupos de trabajo, sino también porque dio su apoyo a la formación de centros de excelencia dentro y fuera del país.
En tiempos en que se pensaba a la Argentina como el granero del mundo, Houssay veía a la ciencia como generadora de grandes posibilidades.
El doctor Segura señala que por varias décadas no hubo en Latinoamérica grupo alguno dedicado seriamente a la investigación científica que no recibiera directa o indirectamente su influencia y apoyo.
Incluso en la concepción misma del quehacer científico no es exagerado afirmar que hay un modelo prehoussayano y otro houssayano, que es el que todos asimilamos y que sigue vigente.
Houssay fue el precursor de la dedicación exclusiva de los investigadores, de la especialización, del profesionalismo y de la institucionalización de la ciencia. En este sentido, sostiene el doctor Eduardo Charreau, quien fuera presidente del Conicet, Director del Ibyme y actual presidente de la Fundación Ibyme que “si no hubiese sido por él, la institucionalización de la ciencia hubiese llevado años”.
Así surgieron a su influjo muchos de los centros de excelencia que aún subsisten, señala el doctor Segura, pero aún faltaba el gesto final del gran político de la ciencia: crear las instituciones que sirvieran a una prédica tan ambiciosa. Así nació el CONICET el 5 de febrero de 1958.