Las investigaciones que están en los tubos de ensayo del Indear
El Instituto de Agrobiotecnología Rosario (Indear) realizó ayer la inauguración oficial de su edificio en el Centro Científico Tecnológico (CCT), ubicado en el predio del Conicet vecino a la Ciudad Universitaria.
El evento contó con una fuerte presencia política, que tuvo al gobernador Hermes Binner y al ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Lino Barañao, a la cabeza. Pero también participaron el intendente Miguel Lifschitz; el ministro de Gobierno provincial, Antonio Bonfatti; y el titular de la cartera de Ciencia y Tecnología de Santa Fe, David Asteggiano; entreo otros.
Antes del acto oficial de inauguración, las principales autoridades del Indear realizaron una conferencia de prensa en donde contaron detalles del emprendimiento, y recordaron el nacimiento del proyecto del grupo Bioceres, en sociedad con el Conicet.
“Hoy es un día histórico. Estamos al frente de una iniciativa científica público privada. Por lo general, la ciencia estuvo recluida al claustro público. Pero en 2004 se decide construir el Indear y muchos de los socios eran empresarios agropecuarios”, señaló el presidente del instituto, Aimar Dimo.
El Indear tiene entre sus metas principales el desarrollo de productos que apunten a mejorar los cultivos autóctonos, así como también a la adaptación de aquéllos nuevos para la zona. Otro puntal del instituto de investigación es la generación de nuevos biocombustibles en base a cultivos no explorados en esta materia.
Actualmente, la empresa está trabajando en el desarrollo de 7 proyectos biotecnológicos, de los cuales los directivos destacaron la producción de una enzima en plantas de cártamos para la industria alimentaria, y la adaptación de determinados cultivos para ganar en tolerancia a la sequía y salinidad de los suelos.
En el primer caso, para la producción de la enzima de cártamo, el Indear trabaja en conjunto con la firma canadiense Sembiosys Genetics Inc. Este desarrollo está destinado a la industria láctea, para la coagulación de la leche en la producción de quesos, brindando competitividad, al reducir el costo de fabricación, además de permitir una escala global de producción.
Por otra parte, el estudio para la adaptación de cultivos a suelos con stress hídrico y alto grado de salinidad surge de un convenio entre la empresa del grupo Bioceres, el Conicet y la Universidad Nacional del Litoral. En este caso, lo que se busca es que cultivos tradicionales en Argentina, como la soja, el maíz y el trigo, puedan tolerar adversidades del suelo, como la sequía y la salinidad. Bioceres ya cuenta con los derechos exclusivos sobre esta tecnología, con patentes ya adjudicadas en Estados Unidos y la India, y con solicitudes en trámite en otros países, como Argentina, Australia y China.
“Hay desafíos en el mundo sobre los cuales a la Argentina se le abren oportunidades que otros no tienen. Esto puede ser una revolución tecnológica. Esperamos que dentro de un año estemos haciendo una nueva conferencia de prensa mostrando los resultados”, afirmó Alejandro Mentaberry, director científico de Indear.
Por su parte, el gerente general del instituto, Federico Trucco, aseguró que la iniciativa parte de un modelo de negocios que va a ser exitoso y que se buscará profundizar. “El desafío es producir más con menos recursos”, señaló. Además, dijo que hoy existen 3 leit motiv a los que debe apuntar el Indear: calidad, cantidad y diversificación.
“Hoy trabajamos en la búsqueda de biocombustibles de segunda generación. Mañana será en química fina y polímeros industriales”, indicó Trucco en relación a los desarrollos que se vendrán en un mediano plazo.
El Indear nació en 2004 con la firma de un acuerdo marco entre el grupo Bioceres y el Conicet. La construcción del edificio, que requirió de una inversión de $17 M más u$s2 M de equipamiento, arrancó en 2005 y demoró 3 años, aunque las obras estuvieron paradas por más de un año. Actualmente, alberga plataformas de pirosecuenciación genómica, bioinformática, y transformación vegetal, además de los equipos de Molecular Farming y Molecular Breeding. Hoy, son 50 las personas que trabajan allí, aunque las instalaciones tienen una capacidad para 150. Desde la firma confían que en dos años de consolidación la plantilla ascienda a 100.