Biocontroladores para prevenir el Golpe blanco, una enfermedad que afecta al trigo
Un estudio demostró que el empleo de agentes de biocontrol permite el manejo integrado de los cultivos de trigo y previene el Golpe blanco o Fusariosis de la espiga de trigo, una de las enfermedades que afecta el rendimiento y la calidad del grano.
Un estudio demostró que el empleo de agentes de biocontrol permite el manejo integrado de los cultivos de trigo y previene el Golpe blanco o Fusariosis de la espiga de trigo, una de las enfermedades que afecta el rendimiento y la calidad del grano.
Un estudio del doctor Juan Manuel Palazzini, de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Río Cuarto, demostró que pueden utilizarse agentes de biocontrol para prevenir la enfermedad Fusariosis de la espiga de trigo. La Fusariosis (FET), también conocida como Golpe blanco, es una enfermedad devastadora que causa grandes pérdidas en el rendimiento y la calidad de trigo en las regiones húmedas y semi-húmedas del mundo. Durante los últimos 50 años, varias epidemias de FET de diversa gravedad se produjeron en la Argentina. Además de las pérdidas económicas causadas por la reducción en la calidad del grano, el principal problema es el riesgo de contaminación de los granos con la toxina deoxinivalenol (DON).
Durante el estudio se seleccionaron diferentes bacterias que permitieron reducir el patógeno que causa la enfermedad. Una vez analizadas las bacterias, se las mejoró fisiológicamente y, luego se comprobó que modificadas, estas bacterias reducían el hongo y, en algunos casos, mejoraba aún más su capacidad de inhibir al patógeno causante de la Fusariosis de la espiga de trigo.
Para minimizar el impacto de la enfermedad, se emplearon diferentes estrategias, entre ellas la rotación de cultivos, las prácticas de labranzas, la aplicación de fungicidas y el mejoramiento genético de los cultivares. El estudio se basó en la búsqueda de bacterias y levaduras para ser utilizadas a campo como agentes biocontroladores de la enfermedad.
En esta línea, se realizó una búsqueda de potenciales agentes de biocontrol (BCA) aislados de las anteras de trigo en Argentina. Para esto, se analizaron diferentes bacterias del ambiente natural que ya estuvieran viviendo sobre la planta de trigo, "porque al estar en contacto con el cultivo pueden ofrecer una mayor capacidad para tolerar las condiciones ambientales en caso de ser utilizadas como un producto a campo", explicó a InfoUniversidades Palazzini, del departamento de Microbiología e Inmunología de la Facultad.
Con esas bacterias se realizaron estudios in vitro, en los que se observó la disminución del crecimiento del patógeno y se analizó la capacidad de disminución de la toxina en el grano del trigo. Inhibir la producción de la toxina es uno de los aspectos más importantes, "porque cuando se exporta el grano de trigo, en todas las aduanas se mide la toxina y si está por encima de un nivel determinado el lote de producción es rechazado, lo que genera grandes pérdidas económicas para el productor agropecuario", expresó el investigador.
De un total de 354 cepas evaluadas in vitro a través de dos ensayos, se comprobó que el 6% fue capaz de controlar el crecimiento del hongo y la producción de la toxina que contamina los granos del cultivo (deoxinivalenol) sobre granos de trigo irradiados. "Estas cepas fueron seleccionadas y evaluadas en su capacidad para disminuir la FET y la producción de DON en ensayos en invernadero, y se tuvieron en cuenta las condiciones del medio ambiente, a partir de parámetros como la temperatura y actividad de agua en la interacción entre el patógeno y el antagonista", detalló el científico. También se observó que 9 de las 22 cepas fueron capaces de disminuir en forma significativa la severidad de la enfermedad con valores de entre 49 a 71%. El contenido de DON en las espigas se redujo entre 32 y 100%. Y en 5 tratamientos la toxina no fue detectada. Una vez comprobada la capacidad biocontroladora de las bacterias, se seleccionaron dos cepas y se las mejoró fisiológicamente para incrementar la tolerancia y supervivencia a diferentes condiciones de temperatura y desecación.
Los resultados del estudio arrojaron que estos agentes biocontroladores ofrecen una estrategia adicional que puede ser utilizada como parte de un manejo integrado para el control de Fusariosis de la espiga de trigo.