Los transgénicos, tan importantes para China como llegar a la Luna

El desarrollo de los cultivos transgénicos es, junto la llegada a la Luna y la fabricación de grandes aviones, una de las grandes metas de China para los próximos 15 años, ante el esperado descenso de las cosechas por el cambio climático y el aumento de la población hasta los 1.500 millones de habitantes. El desarrollo de los cultivos transgénicos es, junto la llegada a la Luna y la fabricación de grandes aviones, una de las grandes metas de China para los próximos 15 años, ante el esperado descenso de las cosechas por el cambio climático y el aumento de la población hasta los 1.500 millones de habitantes. Actualmente, China sólo utiliza la tecnología en el algodón y prohíbe aplicarla a cultivos alimenticios debido a las reservas que, en cuanto a la seguridad para la salud y el daño al medio ambiente, todavía despiertan los organismos genéticamente modificados. No obstante, invierte al año 13 millones de dólares en investigar la tecnología, cifra que sólo supera EEUU. "Está claro que los transgénicos son importantes para garantizar la seguridad alimentaria de la población. Ya hay experimentos con una docena de alimentos, pero el gobierno todavía no permite aplicarlos", dijo Chen Zhangliang, uno de los máximos expertos mundiales en transgénicos. Las pruebas incluyen los tres principales cultivos del país, el arroz, el maíz y el trigo, y además al repollo, coliflor, soja, melón y tabaco. Rector de la Universidad de Agricultura de Pekín, Chen participó en los primeros experimentos de laboratorio con transgénicos a principios de los ?80 en EEUU y participó en Barcelona en el Congreso Europeo de Biotecnología. "Ahora en Europa no les gusta esta tecnología. Tienen suficientes cereales y los gobiernos tienen que dar subsidios a los campesinos. Si se desarrolla más la tecnología, los subsidios deberán ser mayores", aseguró. A Chen tampoco le convencen las críticas de las principales organizaciones ecologistas y considera que "exageran el riesgo potencial ante los ciudadanos". Grupos como Greenpeace tienen activas campañas en China para evitar la comercialización de alimentos genéticamente modificados dadas las incertidumbres que todavía plantean. "Si bien el progreso científico sobre biología molecular tiene un gran potencial para aumentar nuestra comprensión de la naturaleza y proporciona nuevas herramientas médicas, no debería usarse como una justificación para convertir la naturaleza en un gran experimento genético", asegura Greenpeace China en su página web. "Millones de personas han comido transgénicos en la última década y no hay problemas", subraya Chen, para quien esta tecnología es fundamental para los países en desarrollo como China, India y los africanos. 'Además, el algodón transgénico anti-plagas producido en China reduce la fumigación química y protege el medio ambiente", agregó. Pese a la controversia los transgénicos se han convertido en importante artículo del comercio entre China y América Latina. La soja transgénica de Argentina y Brasil llega cada vez en mayor cantidad al gigante asiático, que en 2006 importó 17 millones de toneladas de esos dos países y de EEUU. Es poco probable que a corto plazo Pekín autorice la comercialización de la soja transgénica (en su territorio) dados los grandes beneficios que obtiene con la no modificada genéticamente que vende a Europa y Japón. China se convirtió en 2004 en importador neto de alimentos y, con sólo el 9 por ciento de la tierra cultivable para el 21 por ciento de la población mundial, ha apostado decididamente por la biotecnología agrícola, en la que trabajan 2.000 científicos. Algunos países latinoamericanos, como Uruguay, establecieron acuerdos con China para colaborar científica y tecnológicamente en agricultura.