Mezcla de bacterias y bacteriófagos hacen a las frutas más seguras

Antes de usar el cuchillo, es muy importante verificar que la superficie de la fruta no tenga microbios dañinos para la salud. Esto es porque a veces los patógenos presentes en la cáscara o en la piel de las frutas se adhieren al cuchillo, pasando luego a la parte comestible. Antes de usar el cuchillo, es muy importante verificar que la superficie de la fruta no tenga microbios dañinos para la salud. Esto es porque a veces los patógenos presentes en la cáscara o en la piel de las frutas se adhieren al cuchillo, pasando luego a la parte comestible. Un grupo de investigadores del Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos (ARS-USDA) probó una combinación de bacterias para controlar a otra bacteria, la temida Listeria monocytogenes, en pedazos del melón dulce recién cortado. L. monocytogenes es un patógeno alimentario humano ampliamente distribuido en la naturaleza, y que puede resistir al estrés ambiental, multiplicarse aún a temperaturas bajas y sobrevivir a la refrigeración. Este microbio puede causar problemas serios de salud en el hombre, y por eso los organismos gubernamentales han establecido una norma de "tolerancia cero" para L. monocytogenes en las frutas y verduras procesadas y recién cortadas. Para probar la eficacia de la combinación bacteriana para combatir a L. monocytogenes, los investigadores trataron trozos de melón dulce con tres preparaciones diferentes: una bacteria llamada Gluconobacter asaii, una mezcla de seis bacteriófagos que específicamente atacan a la bacteria L. monocytogenes, y una combinación de ambos. La bacteria G. asaii está generalmente presente en la superficie de las frutas como las manzanas y peras, y no es tóxica para los humanos. Por su parte los bacteriófagos son virus que, sin afectar a los humanos, infectan y matan a las bacterias. Después de contaminar artificialmente a los pedazos del melón dulce con L. monocytogenes, el grupo descubrió que la combinación de bacteriófagos y la bacteria G. asaii fue el tratamiento más eficaz, reduciendo las poblaciones de L. monocytogenes en un 99%.