Una rosa azul en el día de San Valentín

Las flores hermosas - como las mujeres hermosas - hacen que los hombres a veces gasten fortunas. La prueba es que la industria de las flores de corte, considerando sólo las rosas, mueve unos 10 mil millones de dólares por año. Las flores hermosas - como las mujeres hermosas - hacen que los hombres a veces gasten fortunas. La prueba es que la industria de las flores de corte, considerando sólo las rosas, mueve unos 10 mil millones de dólares por año. Pero esto no es nada comparado con lo que ocurría en el pasado. En la Holanda del siglo XVII, los tulipanes eran tan caros que la gente los cambiaba por casas. Un bulbo de la variedad más codiciada, la Semper Augustus, se vendía al doble de los ingresos anuales de un comerciante adinerado. Pensando en las flores modernas, el equivalente al tulipán Semper Augustus es la rosa azul, buscada por los floricultores desde el período victoriano. Cualquier rosa azul que hoy regales en el día de San Valentín es teñida. Pero Yoshi Tanaka, investigador de la compañía japonesa Suntory, cree que esto pronto va a cambiar, porque según el científico, la empresa está realizando su primer ensayo de campo con rosas azules, creadas por Florigene, subsidiaria de Suntory. Las rosas azules fueron creadas por inserción de genes de otras flores y que permiten la formación del pigmento azul. El color, sin embargo, es para amantes poco sofisticados. Una verdadera flor para el día de los enamorados debería tener un perfume sin igual. Es sabido que las variedades de rosas de corte carecen de fragancia. Esto es porque a lo largo del tiempo los floricultores fueron seleccionando artificialmente a aquellas flores que invertían su energía en formar muchos pétalos, grandes y coloridos, en lugar de gastarla en fabricar compuestos volátiles para atraer insectos (y mujeres). Lamentablemente, introducir nuevas fragancias es aún más difícil que incorporar nuevos colores, porque no sólo hay que lograr que las células de la flor fabriquen el compuesto odorífero, sino que también lo liberen y evaporen. En 2001 el holandés Joost L?incorporó genes para un nuevo perfume en las petunias. El análisis químico reveló que efectivamente las flores fabricaban el compuesto, pero no olían diferente. Como ocurre con las flores azules de Florigene, tanto el pigmento como el compuesto odorífero terminaban en un compartimiento celular llamado vacuola. Esto no impedía que los pétalos fueran azules, pero al no escaparse y evaporarse, el compuesto del olor quedaba atrapado, sin modificar el aroma de las flores. Por su parte Natalia Dudareva, de la Universidad de Purdue, Indiana, prefirió estudiar los mecanismos que llevan a la formación de los olores básicos de las flores, y descubrió la importancia de factores de trascripción, proteínas que 'encienden' a los genes relacionados con la fabricación de los compuestos del aroma. Ahora parece que el problema está más cerca de resolverse, aunque aún hay un largo camino por recorrer.