Una incubadora de empresas apoya dos decenas de proyectos

En la Facultad de Ciencias Exactas nacen nuevas compañías tecnológicas. "Plan de negocios", "cashflow", "hoja de oferta"... Para un científico, estos términos surgidos del mundo de los negocios suenan a chino básico. En la Facultad de Ciencias Exactas nacen nuevas compañías tecnológicas. "Plan de negocios", "cashflow", "hoja de oferta"... Para un científico, estos términos surgidos del mundo de los negocios suenan a chino básico. Sin embargo, en las salas y oficinas ubicadas en una esquina del enorme edificio de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, son moneda corriente. Allí funciona Incubacen, la incubadora de empresas de base tecnológica que desde 2003 está impulsando una experiencia inédita en el mundo científico local. Tras superar no pocas dificultades, el emprendimiento presta apoyo a casi dos decenas de proyectos con distinto grado de desarrollo y amplio espectro: "El 60% proviene de la biotecnología, y el resto, de las ciencias de la computación, la química biológica e inorgánica, la ecología y la geología, entre otras disciplinas", explica el ingeniero Leandro Roldán. A la última convocatoria, realizada en octubre, se presentaron 25 proyectos innovadores y con factibilidad económica. "Nos llevamos la sorpresa de que la mayoría pertenecían no a científicos de carrera, sino a estudiantes avanzados -cuenta el doctor Jorge Aliaga, decano de la Facultad-. Es que el investigador ya tiene su línea de trabajo y es raro que la abandone." Las propuestas incluían desde la producción de un hongo comestible para degradar el residuo contaminante que deja la fabricación de aceite de oliva Lactobacillus y Bifidobacterium. Estos microorganismos le dan al alimento un plus, ya que no sólo cuenta con su valor nutritivo intrínseco, sino que también ofrece otros beneficios para la salud como el incremento de las defensas y de la tolerancia a la lactosa. Por ello se los denomina "alimento funcionales". Investigaciones como las desarrolladas en la FBCB intentan precisar estos beneficios para saber si vale la pena, en un balance costo-beneficio, consumir estos productos. Por otra parte, el desarrollo de estos trabajos sacó a relucir la importancia de las condiciones de transporte y mantenimiento de los productos, ya que si se corta la cadena de frío, las bacterias mueren y se pierden los efectos probióticos.