Plantas acuáticas extraen metal del agua

Investigadores del INTA determinaron que la Lenteja de agua y el Camalote remueven contaminantes en zonas acuíferas. Una metodología complementaria para tratar efluentes contaminados. Investigadores del INTA determinaron que la Lenteja de agua y el Camalote remueven contaminantes en zonas acuíferas. Una metodología complementaria para tratar efluentes contaminados.

La contaminación del agua causada por metales pesados es uno de los mayores problemas a nivel mundial, por eso investigadores del INTA Castelar experimentaron con dos especies de plantas acuáticas para evaluar su capacidad de eliminar níquel en solución. “Utilizar plantas nativas para eliminar compuestos altamente tóxicos en ríos o efluentes agropecuarios y agroindustriales es una ventaja porque tenemos fácil acceso a ellas y porque es una tecnología práctica para implementar”, explicó a Revista RIA la investigadora principal del trabajo, Patricia Bres.

Los ensayos realizados por el Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del INTA determinaron que las dos especies de macrofitas, Lemna Minnor y Eichhornia Crassipes (conocidas como lenteja de agua y camalote), pueden remover entre el 50 y el 90 por ciento de níquel (Ni) presente en las soluciones acuosas.

En esta línea, la utilización de plantas (acuáticas o terrestres) para remover contaminantes del medio es una metodología conocida como fitorremediación que permite eliminar materias orgánicas e inorgánicas como son los hidrocarburos, los plaguicidas y los metales, que son altamente persistentes y tendientes a acumularse en el ambiente. “Es importante que el INTA trabaje en líneas de fitorremediación y bioremediación para disminuir los impactos ambientales que generan los efluentes agropecuarios y agroindustriales”, indicó Bres, al referirse a los contaminantes presentes en el agua que son peligrosos para el ecosistema y la salud humana.

Según estudios preliminares, en los últimos años la concentración de Ni en agua se incrementó a causa de la presencia de combustibles fósiles, procesos de revestimiento y acabado, la explotación minera, la incineración de residuos y por la descarga de residuos industriales y municipales.

En este sentido, la investigadora destacó que la principal fuente de liberación del metal está presente en los residuos domiciliarios “las pilas y las baterías están compuestas por cadmio y níquel que, al ser desechadas en los basurales y rellenos sanitarios, pueden llegar a los acuíferos y afectar la calidad del agua”, expresó.

Al mismo tiempo, y a modo de reflexión, Bres indicó que “es necesario ahondar en estos tratamientos ya que existe una problemática recurrente en tiempos donde las producciones agropecuarias intensificadas generan toneladas de residuos y efluentes que al no tener una disposición o tratamiento adecuado contaminan el suelo o el agua y producen un impacto negativo en el ambiente”.

Los ensayos del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del INTA determinaron que las dos especies de macrofitas pueden remover entre el 50 y el 90 por ciento de níquel (Ni) presente en las soluciones acuosas.

Ensayo sobre macrofitas

En la primer experiencia de trabajo con platas acuáticas, ambas especies fueron capaces de eliminar el Ni presente en la solución y, al mismo tiempo, se registró que el mayor poder de eliminación se produjo durante las primeras 24 horas de exposición al contaminante.

La especie L. minor fue más eficiente que E. crassipes en remover Ni, entre el 50 y el 90 por ciento, cuando fueron expuestas a bajas concentraciones. Sin embargo no se observaron diferencias entre ambas cuando fueron expuestas a concentraciones más altas.

Las macrofitas autóctonas fueron recolectadas en el río Paraná de las Palmas (Escobar) y en estanques cercanos a la ciudad de Castelar (provincia de Buenos Aires) para ser utilizadas y expuestas a cuatro tratamientos de incubación en distintas cantidades de miligramos de níquel donde se midió la evolución de la concentración del metal durante 2 semanas.

Sin embargo, la investigadora destacó que al trabajar con esta metodología es necesario saber que “al transportar un contaminante altamente disperso y concentrarlo en la planta, ésta se convierte en un residuo solido que debe ser tratado o dispuesto adecuadamente”, en la experiencia las macrofitas duraron entre 10 y 15 días, lo que les permitió concluir que “es necesario considerar el tiempo de exposición al contaminante y el recambio de las plantas cuando quiera llevarse esta tecnología a gran escala”.

En este sentido, Bres sostuvo que a partir de este primer ensayo “la idea es que en un futuro, pueda utilizarse la fitorremediación como un tratamiento final de efluentes agropecuarios y, a la vez, es necesario que se realicen pruebas sobre distintos tipos de plantas acuáticas, se evalué la cantidad que se debe utilizar, y se estudie el tiempo de reposición de esas plantas y su destino final”.

En la misma línea, la coordinadora de la investigación, Diana Crespo, sostuvo que “en todos los trabajos que se utilice remediación biológica hay que determinar primero qué tipo de agua se trata ya que no se pueden utilizar las plantas para remediar todo”, y concluyó que “según la matriz de recuso natural a tratar hay que hacerlo de forma diferente, hay que tener en cuenta el tipo de componente que se trate, en qué concentración se encuentre y la selección de las plantas, ya que no todo se ajusta a esta metodología”.

Más información: http://ria.inta.gov.ar/