¿Qué tal un algodón rico en proteínas?

Un equipo de la Universidad de Texas A&M generó plantas de algodón transgénico que no tienen gosipol en las semillas pero sí en el resto de la planta. De esta manera se podría aprovechar el valor proteico de las semillas, pero sin modificar la sobrevida ni el desempeño del cultivo.

Un equipo de la Universidad de Texas A&M generó plantas de algodón transgénico que no tienen gosipol en las semillas pero sí en el resto de la planta. De esta manera se podría aprovechar el valor proteico de las semillas, pero sin modificar la sobrevida ni el desempeño del cultivo.

El algodón ha sido cultivado por su fibra por más de 7.000 años y hoy es sembrado por más de 20 millones de agricultores en unos 80 países. Pero mientras el algodón constituye casi el 40% de la fibra que se usa en el mundo para hacer ropa, hay algo que nunca pudo hacer bien: alimentar a la gente.

Las semillas de algodón son ricas en proteína y el algodón que hoy se cultiva produce suficiente cantidad de semillas para alcanzar los requerimientos proteicos diarios de unas 500 millones de personas por año. Sin embargo, las semillas sólo pueden consumirse luego de un exhaustivo proceso de refinamiento para remover el gosipol, un compuesto tóxico que ayuda a la planta a defenderse de los insectos y microbios. "Nosotros, así como los cerdos y las aves, no podemos ingerir gosipol”, señala Kater Hake, vicepresidente de investigación agrícola para el grupo industrial Cotton Inc. “Sólo las vacas y otros rumiantes pueden hacerlo”, agregó.

Sin el gosipol, las semillas de algodón podrían servir como fuente de proteína. Pero eliminarlo, así como lo intentaron los fitomejoradores a mediados de los 1950s, significa hacer que el algodón sea más apetecible para los insectos. Keerti Rathore, profesor de la Universidad de Texas A&M, encontró una solución usando la ingeniería genética. En sus ensayos, el equipo de Rathore demostró que se pueden apagar los genes relacionados con la síntesis de gosipol en las semillas, pero no en el resto de la planta, manteniendo de esta manera sus defensas. "Esta investigación abre la puerta para que podamos usar como fuente de proteína, y de forma segura, las más de 40 millones de toneladas de semilla de algodón que se producen cada año," explicó Norman Borlaug, un agrónomo norteamericano que ganó el Premio Nobel en 1970 por el desarrollo de variedades de trigo de alto rendimiento que ayudaron a aumentar significativamente el suministro mundial de alimentos.

Rathore usó una nueva técnica, llamada ARN de interferencia (RNAi), para que no se fabrique la enzima que produce gosipol, específicamente en las semillas. Luego de obtener buenos resultados en el laboratorio, inició los ensayos en invernadero para ver si las plantas de algodón genéticamente modificadas podrían sobrevivir y transmitir la característica a su descendencia. Según sus datos, las plantas modificadas son equivalentes a las no modificadas, salvo en que sus semillas ahora son comestibles. "Lo que funciona en el invernadero debería funcionar también en el campo”, señaló.

Este algodón genéticamente modificado necesita de la aprobación gubernamental para que las semillas puedan llegar al mercado. Probablemente sean primero usadas como suplemento dietario para peces y otros animales. Aunque con la población mundial en crecimiento, y las limitaciones en la cantidad de tierra cultivable, el planeta puede disponer también de esta nueva fuente de proteína. "Y además no saben mal”, dijo Rathore, quién probó algunas semillas. "Se parecen a los garbanzos”.