Mujeres De Ciencia: Graciela Leguizamón

Graciela es agrónoma, Directora de la Estación Experimental Agropecuaria Quimilí del INTA en el noreste de la provincia de Santiago del Estero. Como tal, su rol es generar alianzas estratégicas con otras instituciones (universidades, autoridades, organizaciones de productores y otras), gestionar para que su unidad pueda contribuir con el desarrollo de la región.

Graciela Leguizamón

 

 

 

¿Por qué amás tu trabajo?

Porque puedo contribuir desde mi lugar al desarrollo de una zona difícil, con grandes desigualdades sociales. El este Santiagueño es una región compleja, con grandes desafíos y que, debido a la expansión de la frontera agrícola cambió su paisaje, donde antes había bosques hoy hay campos dedicados a la agricultura y a la ganadería. En esta región tenemos tanto grandes productores o empresas como pequeños productores de zonas rurales pobres. Nuestro desafío es trabajar con la sociedad civil, las ONGs y las universidades para que ambos tipos de productores adopten prácticas de agricultura sustentable y de esta manera contribuir al desarrollo de una región rica, pero con marcadas inequidades sociales. Amo los desafíos y amo contribuir al desarrollo de la experimental, de la gente y de nuestros destinatarios, los productores. Amo trabajar en una zona que tiene todo por hacer pero que tiene desafíos enormes en tema de la sostenibilidad.


¿En qué consiste tu trabajo?

Trabajamos con sectores muy diferentes. Por un lado, trabajamos con gente que vive bajo la línea de la pobreza y buscamos que produzcan sus propios alimentos en armonía con el paisaje local, por ejemplo, cultivando huertas orgánicas, incorporando la apicultura. Les enseñamos, especialmente a las mujeres, como alimentar mejor a sus hijos y asegurar la seguridad alimentaria mediante la producción de vegetales, esto en articulación con las ONG. Trabajamos con proyectos de acceso al agua, porque muchas de estas familias no tienen agua suficiente para consumo diario, menos aún para la producción agropecuaria, por increíble que parezca a esta altura, hay gente que tiene cinco litros de agua diaria, cuando los tiene. También doy charlas motivacionales a las mujeres involucradas en estos proyectos con el fin de incentivarlas a participar, derribar barreras, a mejorar su autoestima y apropiarse de nuevas técnicas.

Al mismo tiempo, trabajamos con los productores de gran escala para mantener la sustentabilidad social, ambiental y económica de la región. Promovemos medidas para evitar la pérdida de suelos y agua y adoptar prácticas sustentables en la producción de soja, maíz, algodón y ganadería bovina. Actualmente estamos trabajando para acercar conceptos de agroecología a estos productores, que también están preocupados por la sostenibilidad de sus sistemas productivos en un medio ambiente frágil, no perder suelo, o perder agua, mantener el equilibrio es el gran desafió para el que la unidad que conduzco debe contribuir.

En general, trabajamos para reducir las desigualdades en nuestra región, en nuestro planeta, de modo que todos podamos vivir bien y dejarles un mundo mejor a nuestros descendientes.


¿Cómo llegaste hasta aquí?

Nací y crecí en el campo, en una familia de pequeños productores, en Loreto. Estudié Ingeniería Agronómica en Santiago del Estero, continué con un master en la Universidad de Chile y un doctorado en México. Tengo una familia que me apoya: mis padres, mis hermanas me ayudan a enfrentar todos los desafíos que encuentro en mi vida en lo personal y laboral. Ellos me dan fortaleza para buscar siempre cosas nuevas desafiantes.

Trabajé como profesora universitaria en la Universidad Nacional de Santiago del Estero con dedicación exclusiva y luego en una compañía multinacional dedicada a la agricultura. Luego gané por concurso la dirección de la EEA Quimilí. Hoy, mi rol como Directora de la Estación Experimental Agropecuaria Quimilí es una gran experiencia, que me permite capitalizar todo lo que aprendí en mis roles anteriores, para hacer crecer una de las experimentales más nuevas en el país, con gente joven, en un territorio muy amplio y donde hay que combinar el rol técnico, el social, el productivo, y gestionar para que las cosas lleven un buen ritmo.


¿Qué consejo le darías a las mujeres jóvenes que quieren contribuir a mejorar la producción de alimentos y a una agricultura sustentable?

Las mujeres, todas las mujeres, tenemos la capacidad de liderar cambios en el mundo. De todos modos, necesitamos creer en nosotras mismas, en nuestra capacidad. Tenemos que estudiar, leer, ayudarnos unas a otras. Todas las que tenemos la fortuna de estar en posiciones de liderazgo debemos trabajar con las menos favorecidas, para que ellas también comprendan que, a pesar de las circunstancias desfavorables, también pueden generar cambios. Como mujeres, nunca debemos olvidar el marco de respeto y valores que nos guían para cuidar el ambiente, la economía y la sociedad.


¿En qué creés que debe cambiar la agricultura para adaptarse al futuro?

Creo que la agricultura del futuro debe ser más inclusiva. Tenemos que entender a nuestra tierra, nuestros cultivos, como un sistema complejo que nos permite generar mejores beneficios aplicando nuevas tecnologías amigables con el medioambiente. Debería ser una realidad en la que todos ganamos y ya no se generen los conflictos que hoy tenemos alrededor de la comida. Tenemos que entender que, aunque tomamos decisiones a nivel de nuestro campo, estas decisiones afectan a los otros que comparten el mundo con nosotros.

Creo que la gente, hombres o mujeres no deberían abandonar sus sueños de un mundo mejor y más equitativo. Tenemos que moldear esos sueños y trabajar para alcanzarlos. Es posible lograr un mundo mejor en el que todos estemos incluidos. La ciencia y la tecnología juntas con sensibilidad social tienen una importante misión a futuro.


¿Cuál es el mayor desafío que enfrentás como mujer en la agricultura y que creés que es necesario hacer para superarlo?

Como mujer, en el pasado, era más difícil ser escuchada. Hoy somos muchas las que trabajamos en diferentes áreas de la agricultura. Ahora tenemos el desafío de asumir más roles de liderazgo, estudiar más, prepararnos para generar cambios. Las mujeres necesitamos trabajar más duro, especialmente las mujeres rurales, que ven sus derechos más vulnerados, tenemos que hacerlas visibles, para lograr apoyo y empoderamiento, para reclamar una educación de calidad para ellas, solo eso las hará libres. Debemos hacer visible el trabajo de ellas en la economía, sus estrategias en actividades económicas, que no solo sobrevivan, sino que puedan aspirar a mejoras a cambios. Podemos ayudar en esta área, porque las mujeres podemos resolver desafíos de manera creativa debemos ser solidarias unas con otras para lograrlo.

 

ArgenBio - 03/2019